Antimateria contra materia
por Eduardo Gómez
Citaba Ramiro de Maeztu en sus opúsculos sobre política los cuatro pilares de la sociedad, que debían proteger al hombre de su debilidad ante el pecado original: la Familia, la Religión, la Propiedad y Estado. Si Maeztu levantara la cabeza, comprobaría que las élites depredadoras de la civilización cristiana ostentan el grueso de los medios de producción, controlan Estados creando Estados paralelos, socavan la Religión, y tienen en el punto de mira a la Familia.
Las teorías más actuales del Universo afirman que en el Big Bang se crearon cantidades iguales de materia y anti materia; al parecer, la antimateria tiene las mismas propiedades que la materia pero con carga eléctrica cambiada de signo. En algún momento de la creación, la materia fue beneficiada ligeramente en detrimento de la antimateria, llegando a sobrevivir hasta nuestros días. Materia y antimateria, aunque parezca que se comportan de manera idéntica, presentan sutiles diferencias que explican el porqué de nuestra existencia. Eso nos dice la ciencia.
La ciencia también nos dice que cuando una partícula de materia se encuentra con su correspondiente antipartícula ambas se aniquilan entre sí. La materia es norma, la antimateria es la excepción: de hecho, la cantidad de antimateria que existe en el universo es ínfima respecto a la cantidad presente de materia, y de haberse mantenido el equilibrio el cosmos sería un desierto y la vida no habría hecho acto de presencia.
Siempre hay conexión entre lo que pasa en la Tierra y lo acontecido en los Cielos. Las élites llevan tiempo diseñando y poniendo en práctica una revolución antropológica, incluyendo el asalto a lo que un buen amigo calificó una vez como “el átomo de la sociedad”: la familia, el átomo de materia y espíritu sobre el que se edificó la civilización. La intención de usurpar la unión humana más antigua creada por Dios no es cosa de hace unos días. Se dice que el transhumanismo viene de mitad del siglo XX, mas en lo tocante a la familia hay que remontarse como mínimo al marxismo: Marx define el matrimonio como una forma de propiedad exclusiva y para Engels hay que destruir los pilares de la familia natural, incluyendo la dependencia de los hijos hacia los padres.
Partiendo de aquella concepción marxista de la familia, los creacionistas están decididos a tomar la propiedad del matrimonio para su posterior disolución con los nuevos modelos de familia (la antimateria consignada para la ocasión). Estos nuevos paladines del pecado original, en su deriva de destrucción creativa, andan a tientas en la búsqueda de su hombre prometeico a imagen y semejanza del desafuero transhumanista. He aquí que la lógica destructiva nos dice que las mismas leyes de composición y descomposición del Universo tienen un efecto de imitación malvada en la Humanidad; conociendo cuál es la unidad elemental de materia sobre la que está hecha la civilización se puede crear la antimateria para acabar con la familia. No hace falta una imaginación desorbitada para saber cuáles son las partículas del pretendido anti-átomo llamado “nuevos modelos de familia”: la hegemonía del homosexualismo, la emancipación o liberación absolutista de la mujer(tan eficaz para convertir en ménades a la grey feminista) y la gestación subrogada.
Para sorpresa de los perpetradores, de igual modo que la materia al unirse a la antimateria se liquida en el cosmos, la materia de una civilización al unirse a su antimateria puede provocar la destrucción de ambas, y de todo lo derivado. Por descontado, la antimateria va tomando posiciones en la Tierra. Pero conviene no olvidar que Dios otorgó prevalencia a la materia en el Cielo.
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