Por Castilla somos gente
Por Castilla somos gente.
En los versos de La Patria se profesa que “podemos dar gracias al cielo por la belleza y el honor de su destino. / Y por la dicha interminable de haber nacido en el lugar donde nacimos”.
Los versos de Francisco Luis Bernárdez (Buenos Aires, 1900-1978) podemos vincularlos al momento fundacional de mi Patria Argentina. Porque, como continúa el mismo poeta, “la Patria duerme como un niño, con la cabeza en el regazo de la historia. / Su sueño es dulce y y reposado como el que sigue a la virtud y a la victoria”. Y sobre todo, remarcamos con el porteñísimo Bernárdez, “la Patria vive dulcemente de las raíces enterradas en el tiempo. / Somos un ser indisoluble con el pasado, como el alma con el cuerpo. / Como la flor con el perfume, como las llamas y la luz con el incendio”.
Dos momentos en la vida de Francisco Luis Bernárdez, uno de los más grandes poetas argentinos modernos.
El próximo 12 de octubre celebraremos el Día de la Hispanidad. En una columna reciente, el escritor argentino Juan Luis Gallardo recordó que “no por nada llamamos a España nuestra Madre Patria. Porque, como dijo fray Francisco de Paula Castañeda, por Castilla somos gente. A ella le debemos, en efecto, poseer la Fe de Jesucristo, el amor a María Santísima, el empleo de la palabra escrita, el sonoro idioma que nos legó, la aplicación del Derecho, la forja del hierro, la utilización del caballo, del ladrillo y de las tejas, la multiplicación de la ganadería, la ciencia de cultivar el suelo y, en fin, el entronque con la cultura occidental a través de Roma para llegar a Grecia”.
En mi caso, al menos, no podría pensar la Patria –tomo la expresión del ilustre argentino padre Leonardo Castellani– sin volver a nuestras raíces hispánicas. Como mentís a la ideología evolucionista, nuevamente lo mejor está en el principio. Porque “el principio de mi Patria argentina” no es otro que el testamento-codicilo de Isabel la Católica, esa mujer venerable que selló con fuego el sentido misional de la Conquista de América, como ilustró abundantemente el también argentino Vicente Sierra.
Dije volver a nuestras raíces hispánicas. Efectivamente, de volver se trata porque nos hemos apartado. ¿Cómo podría explicarse, si no, el proceso de descomposición de nuestro pueblo? Los que mandan le prometen a nuestro pueblo –y, además, no se le cumple–, “alivio en el bolsillo, más empleo y mejor salario”, pero se le adultera el alma.
Pero a mi Patria argentina –nuevamente cito a Francisco Luis Bernárdez–, “en las tinieblas de la historia la Cruz del Sur dicta el rumbo más seguro. / Ninguna fuerza de la tierra podrá torcer este designio y este rumbo”.
Dado que “es de bien nacido ser agradecido”, como reza el refrán, “¡Gracias, Señor, por esta tierra de bendición y porque somos hijos tuyos!”.
Muchas gracias, Señor, porque somos gente y porque somos gente por Castilla.
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