Cásate y sé sumisa
Obedecer no significa otorgar carta blanca al tirano que manda; significa reconocer que el ser humano no se da a sí mismo la plena autodeterminación, la plena decisión de qué está bien y qué está mal
por José F. Vaquero
El título no es mío, es de un libro de Costanza Miriano, periodista italiana, mujer, esposa y madre, que se ha publicado recientemente en español. El título nos sorprende y está generando polémica, muchísima más que la curiosidad que causó hace dos años, cuando vio la luz en italiano. El libro ha sido publicado por una editorial en la que está presente el Arzobispado de Granada, y supongo que habrán estudiado el libro antes de publicarlo.
La obra, entretenida y divertida, tiene como objetivo, según la autora, "eliminar el miedo que existe en nuestra sociedad al compromiso y al ´para siempre´”. Miriano aclara que Cásate y sé sumisa habla del "deseo femenino" de tener todo bajo control y busca que .esa característica sirva de sustento a la familia y no para manipular o hacer el mal. La mujer es educadora por naturaleza, y por eso mantiene, sostiene, de modo importante la familia.
“Someter, afirma la autora, es como estar debajo, en el sentido de sostener. Como las columnas, como los fundamentos de una casa... No sé el peso que tendrá la palabra ´sumisa´ en español pero yo desde luego no instigo a la violencia en ningún caso y menos busco que la mujer deje de ser libre o independiente. Mi objetivo es ayudar a recuperar las relaciones de amor".
El volumen nos revela "qué viene después del beso final" y cómo aprender "la obediencia leal y generosa, la sumisión". "Y, entre nosotras, podemos decirlo: debajo siempre se coloca el que es más sólido y resistente, porque quien está debajo sostiene el mundo", se lee en el resumen.
Juicio completo al libro no puedo hacer, antes tendría que leerlo detenidamente. Pero he espigado lo que se dice del libro en distintos medios de comunicación, favorables y contrarios a cualquier noticia relacionada con la Iglesia. Según los detractores, el libro merece la reprobación inmediata, incluso la denuncia; es “apología de la violencia de género”. Según otros, el libro se centra en la tarea educadora, de columna y sostén, que desempeña la mujer dentro de la familia. Lo cual no justifica ni la humillación por parte del esposo, ni la despreocupación de éste en las tareas familiares. En el matrimonio, como se decía de Castilla en el siglo XV, “tanto monta monta tanto, Isabel como Fernando”.
Dejando un poco la polémica de lado, sorprende la preocupación de la autora ante el miedo a ser sumiso, a obedecer, a subordinar el juicio, decisión o afecto propios a los de otra persona. El libro lleva por subtítulo: “Experiencia radical para mujeres sin miedo”. Obedecer no significa otorgar carta blanca al tirano que manda; significa reconocer que el ser humano no se da a sí mismo la plena autodeterminación, la plena decisión de qué está bien y qué está mal. El ser humano es creatura, y como tal imperfecto. Necesita, en el plano humano, la ayuda y colaboración de cuantos le rodean, y en el plano trascendente la acción de Dios que le mantiene, le sostiene. Y de nuevo aparece el verbo sostener, como la columna que sostiene, está debajo sujetando, el edificio de la existencia. Dios que sostiene, la mujer que sostiene.
¿En qué consiste la libertad del hombre, hombre o mujer? ¿No está ligada esencialmente a la sumisión, la obediencia, a una ley natural que le dice “haz el bien y evita el mal? ¿La sumisión de una creatura a su Creador, al Bien supremo, consciente de que ese Bien supremo no es un tirano sino un Padre amoroso? Se habla de “mi” conciencia personal para defender la supremacía absoluta de mi libertad. Sin embargo, la conciencia es algo que no nos damos a nosotros mismos, sino que, como decía también Benedicto XVI, es rectamente formada: es el lugar en el que descubres que es Otro quien decide qué es el bien y qué es el mal.
El título es provocador para esta sociedad actual, ciertamente, pero debería llevarnos a pensar en la relatividad de la libertad, que con demasiada frecuencia calificamos de Libertad Absoluta. Y conociendo un poco más el libro, y su origen, en ningún momento se justifica la violencia ni el sometimiento tiránico del hombre hacia la mujer.
Con frecuencia se cita a san Pablo en las relaciones marido – mujer: “Mujeres. estad sujetas á los maridos”, olvidando la segunda parte del mismo versículo: “Maridos, amad a vuestras mujeres, y no las tratéis con aspereza” (Col 3, 18).
En pocos meses verá la luz en España la traducción de ls segunda parte de este libro, la parte complementaria. “Sposala e muori per lei”, Cásate y muere por ella. ¿Tendrá la misma repercusión polémica que este primer libro?
La obra, entretenida y divertida, tiene como objetivo, según la autora, "eliminar el miedo que existe en nuestra sociedad al compromiso y al ´para siempre´”. Miriano aclara que Cásate y sé sumisa habla del "deseo femenino" de tener todo bajo control y busca que .esa característica sirva de sustento a la familia y no para manipular o hacer el mal. La mujer es educadora por naturaleza, y por eso mantiene, sostiene, de modo importante la familia.
“Someter, afirma la autora, es como estar debajo, en el sentido de sostener. Como las columnas, como los fundamentos de una casa... No sé el peso que tendrá la palabra ´sumisa´ en español pero yo desde luego no instigo a la violencia en ningún caso y menos busco que la mujer deje de ser libre o independiente. Mi objetivo es ayudar a recuperar las relaciones de amor".
El volumen nos revela "qué viene después del beso final" y cómo aprender "la obediencia leal y generosa, la sumisión". "Y, entre nosotras, podemos decirlo: debajo siempre se coloca el que es más sólido y resistente, porque quien está debajo sostiene el mundo", se lee en el resumen.
Juicio completo al libro no puedo hacer, antes tendría que leerlo detenidamente. Pero he espigado lo que se dice del libro en distintos medios de comunicación, favorables y contrarios a cualquier noticia relacionada con la Iglesia. Según los detractores, el libro merece la reprobación inmediata, incluso la denuncia; es “apología de la violencia de género”. Según otros, el libro se centra en la tarea educadora, de columna y sostén, que desempeña la mujer dentro de la familia. Lo cual no justifica ni la humillación por parte del esposo, ni la despreocupación de éste en las tareas familiares. En el matrimonio, como se decía de Castilla en el siglo XV, “tanto monta monta tanto, Isabel como Fernando”.
Dejando un poco la polémica de lado, sorprende la preocupación de la autora ante el miedo a ser sumiso, a obedecer, a subordinar el juicio, decisión o afecto propios a los de otra persona. El libro lleva por subtítulo: “Experiencia radical para mujeres sin miedo”. Obedecer no significa otorgar carta blanca al tirano que manda; significa reconocer que el ser humano no se da a sí mismo la plena autodeterminación, la plena decisión de qué está bien y qué está mal. El ser humano es creatura, y como tal imperfecto. Necesita, en el plano humano, la ayuda y colaboración de cuantos le rodean, y en el plano trascendente la acción de Dios que le mantiene, le sostiene. Y de nuevo aparece el verbo sostener, como la columna que sostiene, está debajo sujetando, el edificio de la existencia. Dios que sostiene, la mujer que sostiene.
¿En qué consiste la libertad del hombre, hombre o mujer? ¿No está ligada esencialmente a la sumisión, la obediencia, a una ley natural que le dice “haz el bien y evita el mal? ¿La sumisión de una creatura a su Creador, al Bien supremo, consciente de que ese Bien supremo no es un tirano sino un Padre amoroso? Se habla de “mi” conciencia personal para defender la supremacía absoluta de mi libertad. Sin embargo, la conciencia es algo que no nos damos a nosotros mismos, sino que, como decía también Benedicto XVI, es rectamente formada: es el lugar en el que descubres que es Otro quien decide qué es el bien y qué es el mal.
El título es provocador para esta sociedad actual, ciertamente, pero debería llevarnos a pensar en la relatividad de la libertad, que con demasiada frecuencia calificamos de Libertad Absoluta. Y conociendo un poco más el libro, y su origen, en ningún momento se justifica la violencia ni el sometimiento tiránico del hombre hacia la mujer.
Con frecuencia se cita a san Pablo en las relaciones marido – mujer: “Mujeres. estad sujetas á los maridos”, olvidando la segunda parte del mismo versículo: “Maridos, amad a vuestras mujeres, y no las tratéis con aspereza” (Col 3, 18).
En pocos meses verá la luz en España la traducción de ls segunda parte de este libro, la parte complementaria. “Sposala e muori per lei”, Cásate y muere por ella. ¿Tendrá la misma repercusión polémica que este primer libro?
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