De Marx a Ratzinger. El manifiesto del giro
No es solamente el Atrio de los Gentiles. En la frontera entre la fe y la no-fe ha retornado la hora de las conversiones. Y de "una nueva alianza", con Benedicto XVI como faro
por Sandro Magister
Mientras se suceden una tras otra las jornadas del "Atrio de los Gentiles" organizadas por el cardenal Gianfranco Ravasi, presidente del Pontificio Consejo para la Cultura, otras cosas llamativas acontecen en los límites entre la fe y la no-fe.
Apenas constituyen noticia. Son poco espectaculares, pero son incisivas y atractivas. No se limitan a mostrar las opiniones de los más famosos portavoces de la cultura de este tiempo, venerados y no molestados. Ponen seriamente en juego las posiciones de cada uno, activan cursos reales de investigación, no temen a la palabra "conversión".
¿Una prueba de ello? En TV 2000, el canal de propiedad de los obispos italianos, está registrando un número cada vez mayor de oyentes en una transmisión que lleva por título "La svolta" (El giro), que en cada emisión presenta a un convertido, quien ha llegado a la fe cristiana desde las procedencias más diversas.
En la Iglesia Católica, los convertidos han desempeñado un rol de primera importancia entre el siglo XIX y la primera mitad del siglo XX. Pero luego ha caído el silencio sobre las conversiones. Éstas se han convertido en un tema tabú que hay que ocultar. El programa televisivo "La svolta" marca una real recuperación de la atención. En él, los convertidos entrevistados son los italianos Pietro Barcellona, filósofo del Derecho, Giovanni Lindo Ferretti, cantautor, Cristina Alfano, cantante lírica, Guido Chiesa, director de cine, Claudia Koll, actriz; los franceses Jean-Claude Guillebaud, periodista, Fabrice Hadjadj, filósofo, François Taillandier, escritor, Patrick Kéchichian, crítico literario, Claire Gibault, directora de orquesta; la alemana Gabriele Kuby, socióloga; el inglés Alister McGrath, teólogo; el japonés Etsuro Sotoo, escultor; la rusa Tatiana Goritcheva.
Uno de estos convertidos, Pietro Barcellona, es también el autor, junto a otros tres pensadores post-marxistas, de un manifiesto sobre "la emergencia antropológica", el cual ha asombrado mucho.
Y hay un segundo hecho notable. Los otros tres autores del manifiesto son los profesores Giuseppe Vacca, historiador, Mario Tronti, filósofo y politólogo, y Paolo Sorbi, sociólogo. Éste último es católico, los otros dos no. Los cuatro han militado en el Partido Comunista y hoy forman parte del Partido Democrático, el principal partido de la izquierda italiana. Vacca es director del Instituto Gramsci. Tronti es presidente del Centro para la Reforma del Estado y ha sido el máximo teórico italiano del operaísmo (movimiento marxista heterodoxo), pero siempre ha mostrado también un marcado interés por la teología política de Carl Schmitt y ha frecuentado el cenáculo intelectual de la revista católica "Bailamme" y el monasterio camaldulense de Monte Giove.
A los cuatro le ha sido aplicado el calificativo de "marxistas ratzingerianos".
En efecto, su manifiesto es una explícita declaración de aprecio de la visión del papa Benedicto XVI.
Dice Tronti:
"La lectura habitual según la cual sería un pontificado ´conservador´ constituye una completa tergiversación del Papa teólogo. En Joseph Ratzinger es central la necesidad de la dimensión pública de la experiencia de fe. En vez de contentarse con lugares comunes, las culturas de la izquierda deberían más bien ascender a este nivel y aceptar la comparación en el terreno de los ´principios irrenunciables´. Cualquier experimento de transformación de la realidad no puede prescindir del elemento espiritual presente en cada ser humano. Existe un vínculo muy íntimo entre trascendencia y revolución".
Tronti ha pronunciado estas palabras en una entrevista publicada el 31 de octubre en "Avvenire", el diario de la Conferencia Episcopal Italiana, diario que en estas semanas está dedicando una página a cada uno de los cuatro autores del manifiesto, para compararlos con un intelectual católico.
Pero se dice que los cuatro eligieron "Avvenire" también para hacer público su manifiesto, hace poco más de un año, el 16 de octubre de 2011.
El manifiesto – que este año se ha vuelto a publicar en un libro con catorce notas de comentario de otros tantos autores – tiene la forma de una carta abierta dirigida a la izquierda.
Lleva como título: "Emergencia antropológica. Para una nueva alianza entre creyentes y no-creyentes".
Éste es su comienzo:
"La manipulación de la vida, originada por los desarrollos de la técnica y de la violencia presente en los procesos de globalización a causa de la ausencia de un nuevo ordenamiento internacional, nos pone frente a una inédita emergencia antropológica. Nos parece que ella es la manifestación más grave y al mismo tiempo la raíz más profunda de la crisis que padece la democracia. Surgen desafíos que exigen una nueva alianza entre hombres y mujeres, creyentes y no-creyentes, religiones y política".
En la introducción al libro, los cuatro autores reconocen que "el pasaje más criticado de nuestra carta es aquél en el que se habla de ´libertad y dignidad de la persona humana desde su concepción´".
Ellos responden de este modo a las críticas:
"Nuestra carta está orientada hacia una única finalidad: participar en la afirmación de un humanismo compartido. ¿Cuál puede ser el ´punto de unión´ entre creyentes y no-creyentes para definir el valor de la vida? Nos parece que podemos decir que una vida que nace representa un valor en sí mismo desde su concepción, por la responsabilidad que confiere a cada individuo adulto de la comunidad de acogerla, tutelarla, educarla, seguirla con amor y cuidar de ella hasta que llegue a su fin. Quien acepta este criterio no se cansará de reconocer que - se trate de la concepción, del embrión o de una vida ya formada - no puede haber diferencia de valor en el modo de comportarse frente a ella".
Los "marxistas ratzingerianos" le imputan a la izquierda italiana y occidental haber cedido a "culturas falsamente libertarias, para las cuales no existe otro derecho que no sea el derecho del individuo".
Para reconstruir los fundamentos de la comunidad humana, los cuatro señalan entonces al interlocutor decisivo con el que la izquierda debería examinarse, no con cualquier teólogo "fronterizo" sino con Benedicto XVI, es decir, con la expresión más elevada y notable de la visión católica, en particular en "dos temas fundamentales de su magisterio: el rechazo del relativismo ético y el concepto de valores no negociables".
Con este objetivo, los autores del manifiesto ya han anunciado que organizarán en el 2013 un gran congreso precisamente sobre la visión antropológica de Benedicto XVI, con la presencia de pensadores creyentes y no-creyentes.
Apenas constituyen noticia. Son poco espectaculares, pero son incisivas y atractivas. No se limitan a mostrar las opiniones de los más famosos portavoces de la cultura de este tiempo, venerados y no molestados. Ponen seriamente en juego las posiciones de cada uno, activan cursos reales de investigación, no temen a la palabra "conversión".
¿Una prueba de ello? En TV 2000, el canal de propiedad de los obispos italianos, está registrando un número cada vez mayor de oyentes en una transmisión que lleva por título "La svolta" (El giro), que en cada emisión presenta a un convertido, quien ha llegado a la fe cristiana desde las procedencias más diversas.
En la Iglesia Católica, los convertidos han desempeñado un rol de primera importancia entre el siglo XIX y la primera mitad del siglo XX. Pero luego ha caído el silencio sobre las conversiones. Éstas se han convertido en un tema tabú que hay que ocultar. El programa televisivo "La svolta" marca una real recuperación de la atención. En él, los convertidos entrevistados son los italianos Pietro Barcellona, filósofo del Derecho, Giovanni Lindo Ferretti, cantautor, Cristina Alfano, cantante lírica, Guido Chiesa, director de cine, Claudia Koll, actriz; los franceses Jean-Claude Guillebaud, periodista, Fabrice Hadjadj, filósofo, François Taillandier, escritor, Patrick Kéchichian, crítico literario, Claire Gibault, directora de orquesta; la alemana Gabriele Kuby, socióloga; el inglés Alister McGrath, teólogo; el japonés Etsuro Sotoo, escultor; la rusa Tatiana Goritcheva.
Uno de estos convertidos, Pietro Barcellona, es también el autor, junto a otros tres pensadores post-marxistas, de un manifiesto sobre "la emergencia antropológica", el cual ha asombrado mucho.
Y hay un segundo hecho notable. Los otros tres autores del manifiesto son los profesores Giuseppe Vacca, historiador, Mario Tronti, filósofo y politólogo, y Paolo Sorbi, sociólogo. Éste último es católico, los otros dos no. Los cuatro han militado en el Partido Comunista y hoy forman parte del Partido Democrático, el principal partido de la izquierda italiana. Vacca es director del Instituto Gramsci. Tronti es presidente del Centro para la Reforma del Estado y ha sido el máximo teórico italiano del operaísmo (movimiento marxista heterodoxo), pero siempre ha mostrado también un marcado interés por la teología política de Carl Schmitt y ha frecuentado el cenáculo intelectual de la revista católica "Bailamme" y el monasterio camaldulense de Monte Giove.
A los cuatro le ha sido aplicado el calificativo de "marxistas ratzingerianos".
En efecto, su manifiesto es una explícita declaración de aprecio de la visión del papa Benedicto XVI.
Dice Tronti:
"La lectura habitual según la cual sería un pontificado ´conservador´ constituye una completa tergiversación del Papa teólogo. En Joseph Ratzinger es central la necesidad de la dimensión pública de la experiencia de fe. En vez de contentarse con lugares comunes, las culturas de la izquierda deberían más bien ascender a este nivel y aceptar la comparación en el terreno de los ´principios irrenunciables´. Cualquier experimento de transformación de la realidad no puede prescindir del elemento espiritual presente en cada ser humano. Existe un vínculo muy íntimo entre trascendencia y revolución".
Tronti ha pronunciado estas palabras en una entrevista publicada el 31 de octubre en "Avvenire", el diario de la Conferencia Episcopal Italiana, diario que en estas semanas está dedicando una página a cada uno de los cuatro autores del manifiesto, para compararlos con un intelectual católico.
Pero se dice que los cuatro eligieron "Avvenire" también para hacer público su manifiesto, hace poco más de un año, el 16 de octubre de 2011.
El manifiesto – que este año se ha vuelto a publicar en un libro con catorce notas de comentario de otros tantos autores – tiene la forma de una carta abierta dirigida a la izquierda.
Lleva como título: "Emergencia antropológica. Para una nueva alianza entre creyentes y no-creyentes".
Éste es su comienzo:
"La manipulación de la vida, originada por los desarrollos de la técnica y de la violencia presente en los procesos de globalización a causa de la ausencia de un nuevo ordenamiento internacional, nos pone frente a una inédita emergencia antropológica. Nos parece que ella es la manifestación más grave y al mismo tiempo la raíz más profunda de la crisis que padece la democracia. Surgen desafíos que exigen una nueva alianza entre hombres y mujeres, creyentes y no-creyentes, religiones y política".
En la introducción al libro, los cuatro autores reconocen que "el pasaje más criticado de nuestra carta es aquél en el que se habla de ´libertad y dignidad de la persona humana desde su concepción´".
Ellos responden de este modo a las críticas:
"Nuestra carta está orientada hacia una única finalidad: participar en la afirmación de un humanismo compartido. ¿Cuál puede ser el ´punto de unión´ entre creyentes y no-creyentes para definir el valor de la vida? Nos parece que podemos decir que una vida que nace representa un valor en sí mismo desde su concepción, por la responsabilidad que confiere a cada individuo adulto de la comunidad de acogerla, tutelarla, educarla, seguirla con amor y cuidar de ella hasta que llegue a su fin. Quien acepta este criterio no se cansará de reconocer que - se trate de la concepción, del embrión o de una vida ya formada - no puede haber diferencia de valor en el modo de comportarse frente a ella".
Los "marxistas ratzingerianos" le imputan a la izquierda italiana y occidental haber cedido a "culturas falsamente libertarias, para las cuales no existe otro derecho que no sea el derecho del individuo".
Para reconstruir los fundamentos de la comunidad humana, los cuatro señalan entonces al interlocutor decisivo con el que la izquierda debería examinarse, no con cualquier teólogo "fronterizo" sino con Benedicto XVI, es decir, con la expresión más elevada y notable de la visión católica, en particular en "dos temas fundamentales de su magisterio: el rechazo del relativismo ético y el concepto de valores no negociables".
Con este objetivo, los autores del manifiesto ya han anunciado que organizarán en el 2013 un gran congreso precisamente sobre la visión antropológica de Benedicto XVI, con la presencia de pensadores creyentes y no-creyentes.
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