Sábado, 23 de noviembre de 2024

Religión en Libertad

Lo que queda del sínodo


Las propuestas más concretas. Las intervenciones más significativas. Las sorpresas de Noruega y Camboya. El más aplaudido de todos: un joven catequista de Roma. El contrapunto del general de los jesuitas

por Sandro Magister

Opinión

El XIII sínodo de los obispos, dedicado a la nueva evangelización, se ha concluido con la entrega a Benedicto XVI de las 58 "propositiones".

Las "propositiones" son un esbozo que el Papa podrá utilizar para escribir la exhortación apostólica que constituirá el fruto efectivo de la asamblea.

Las "propositiones" han sido aprobadas por la gran mayoría de los padres sinodales y el cardenal estadounidense Donald W. Wuerl, relator general del sínodo, ha revelado que no se ha superado nunca el 10 por ciento de “non placet” en la votación de cada una de ellas.

Hasta el actual pontificado las "propositiones" votadas en un Sínodo estaban bajo secreto, pero al estar éstas en posesión de centenares de personas eran difundidas, a gran velocidad y sistemáticamente, por la prensa.

Benedicto XVI, por voluntad de transparencia y por realismo, desde el primer sínodo celebrado bajo su pontificado, el de 2005, decidió que una traducción "no oficial" en lengua corriente de las "propositiones", cuya versión “typica” es siempre en latín, se difundiera oficialmente a la prensa en tiempo real.

Y así ha sido también esta vez.

Las "propositiones" de este último sínodo son, sobre todo, exhortatorias y, en su conjunto, más bien genéricas.

Pero no faltan indicaciones concretas, como por ejemplo:

- la petición al Papa (n. 16) de crear una comisión específica de representantes de las distintas partes de la Iglesia en el mundo, o de confiar esta tarea al pontificio consejo "justicia y paz", para hacer frente a la cuestión de los ataques a la libertad religiosa;

- la constatación (n. 18) que, más allá de la importancia de los medios de comunicación, "la forma más eficaz para la comunicación de la fe sigue siendo compartir el testimonio de vida, sin el cual ningún esfuerzo mediático transmitirá de forma efectiva el Evangelio";

- la advertencia de la "necesidad" (n. 20) de que la Iglesia esté siempre atenta a "interesarse y promover la calidad del arte permitido en los espacios sagrados reservados a las celebraciones litúrgicas";

- la petición (n. 33) que cada sacerdote debe "considerar el sacramento de la penitencia como parte esencial de su ministerio y de la nueva evangelización" y que en cada comunidad parroquial se dé "un tiempo adecuado para escuchar las confesiones". Se entiende la necesidad de ser fieles a las "normas específicas que regulan este sacramento", que, como es bien sabido, prevén sólo la confesión y la absolución individual, no colectiva, salvo en casos muy excepcionales, entre los cuales la guerra;

- la invitación a diócesis y conferencias episcopales (n. 38) para que estudien cuál es el mejor orden a seguir en la administración de los sacramentos de la comunión y la confirmación. En el sínodo, de hecho, especialmente en los debates libres, se ha discutido si es preferible mantener la praxis según la cual la confirmación se celebra después de la comunión o si, en cambio, habría que invertir el orden;

- se ha puesto de relieve (n. 55) que la promoción del diálogo a través de la iniciativa del “Atrio de los Gentiles” "no se separe nunca del primer anuncio" del Evangelio.

En cuanto a los divorciados vueltos a casar – tema muy presente en los medios de comunicación – el sínodo se ha limitado a sugerir (n. 48) que "la nueva evangelización debería abordar (should strive to address) los significativos problemas pastorales que atañen al matrimonio, el caso de los divorciados y vueltos a casar, la situación de sus hijos, el destino de las esposas abandonadas, las parejas que conviven sin estar casadas, y la tendencia en la sociedad a redefinir el matrimonio. La Iglesia, con cuidado materno y espíritu evangélico, debería buscar respuesta adecuadas para estas situaciones, como un importante aspecto de la nueva evangelización".

Ningún llamamiento, por tanto, a favor de un cambio en la disciplina concerniente el acceso a la eucaristía de los divorciados vueltos a casar.

Esto es lo que emerge de las "propositiones". Pero el sínodo, en su debate interno, ha sido más rico de cuanto las mismas "propositiones" o el mensaje final del pueblo de Dios hagan pensar.

En el aula, en efecto, han intervenido la mayoría de los más de 250 padres sinodales. Entre los "grandes", el único que resulta no haber hablado ha sido el cardenal de Viena, Christoph Schönborn, que sin embargo ha sido uno de los votados para formar parte del consejo post-sinodal, un organismo de quince eclesiásticos – doce elegidos y tres nombrados por el papa – que se reúne periódicamente para contribuir a la compilación de la exhortación apostólica y para preparar el sínodo sucesivo.

He aquí a continuación un florilegio de las intervenciones más significativas – o curiosas – hechas en el aula durante las veintidós congregaciones generales, en doce de las cuales ha estado presente Benedicto XVI.

El cardenal Jean-Louis Tauran, presidente del pontificio consejo para el diálogo interreligioso, ha lanzado la alarma contra los malos fautores del dialogo interreligioso. "Algunos cristianos – ha dicho –, ignorando a menudo el contenido de su fe e incapaces por ello de vivirla y vivir en ella, no son aptos para el diálogo interreligioso que empieza siempre afirmando las propias convicciones: ¡no hay espacio para el sincretismo ni el relativismo!". Efectivamente "frente a los adeptos de otras religiones con una fuerte identidad religiosa, es necesario presentar a unos cristianos motivados y doctrinalmente formados". Y "ello hace que la nueva evangelización sea una prioridad, dirigida a formar cristianos coherentes, capaces de rendir cuentas de su propia fe, con palabras sencillas y sin miedo".

El arzobispo de Chieti-Vasto, Bruno Forte, ha hecho, en cambio, una propuesta que parece no haber tenido seguimiento en la parte jurídica. Tras haber recordado "qué dramática es la situación de los hijos de divorciados, que se han casado de nuevo, que con frecuencia permanecen ajenos a los sacramentos por la no participación de sus padres", ha invocado "un cambio decisivo en el sentido de la caridad pastoral, como ha afirmado varias veces el Papa Benedicto XVI (por ejemplo en el Encuentro Mundial de las Familias en Milán)". Y ha propuesto lo siguiente: "Es también necesario iniciar una reflexión sobre los modos y tiempos necesarios para el reconocimiento de la nulidad del vínculo matrimonial: como obispo y moderador de un Tribunal Eclesiástico Regional, he de admitir que algunas exigencias (por ejemplo la necesidad de la doble sentencia conforme, aunque no haya recurso) parecen poco comprensibles a muchas personas heridas, deseosas de sanar su situación".

El rector de la Pontificia Universidad Lateranense, el obispo salesiano Enrico dal Covolo, no ha usado medios términos para denunciar que "el caballo de Troya, a través del cual los Estados se apropian de las inteligencias de los estudiantes, es la formación de los docentes". Y ha añadido: "En muchos países los docentes se forman únicamente en las universidades estatales, y quien quiere enseñar debe poseer, pues, la idoneidad estatal, conseguida según un itinerario formativo establecido por los Estados y con exámenes de Estado.

La progresiva descristianización de Occidente ha tenido lugar, pues, a través de la descristianización de las escuelas y de las universidades.

Ahora bien, una nueva evangelización sólo puede acaecer en el reconocimiento de las personas, de su conciencia y de sus derechos.

Si los Estados se apropian del proyecto personal de aprendizaje, como con frecuencia han hecho y continúan haciendo, quitan a las personas la libertad de realizarse, privándolas de un derecho originario y constitutivo. En consecuencia, una comunidad eclesial que se compromete en una nueva evangelización deberá ocuparse con urgencia y prioridad del buen funcionamiento de las escuelas y de las universidades en general, pero sobre todo de las católicas".

Una de las escasas referencias a los abusos sexuales de menores por parte de clérigos y de cómo enfrentarse a la nueva evangelización en contextos especialmente dañados por este triste fenómeno lo hizo el obispo de Antigonish en Canadá, Brian Joseph Dunn. Su predecesor en la diócesis ha sido recientemente reducido al estado laical – medida disciplinaria poco común para un obispo – tras haber sido condenado civilmente por posesión de material pornográfico infantil.

El cardenal indio Telesphore Placidus Toppo, arzobispo de Ranchi, ha lanzado un llamamiento sobre la situación de las órdenes religiosas. "Desearía realizar – ha dicho – una humilde llamada a las órdenes religiosas para que sean nuevamente misioneras. En la historia de la evangelización todas las órdenes religiosas, guiadas por el Espíritu Santo, han realizado una obra extraordinaria y maravillosa. ¿Podemos decir lo mismo de las Congregaciones Religiosas de hoy? ¿Es posible que hayan comenzado a trabajar como multinacionales, realizando un trabajo muy bueno y necesario para responder a las necesidades materiales de la humanidad, pero que hayan olvidado que el objetivo principal de su fundación era traer el kerygma, el Evangelio a un mundo perdido? Debemos apreciar muchos grupos juveniles y nuevos movimientos eclesiales que están afrontando este desafío. Pero en mi opinión, este Sínodo debe dirigirse a los hombres y mujeres religiosos para que se ocupen de forma explícita y directa del trabajo de evangelización y transmisión de la fe en colaboración con los obispos locales. También desearía exhortar a la sagrada Congregación para los Institutos de Vida consagrada para que tome la iniciativa de promover el ´sensus ecclesiae´ entre los religiosos".

También el prefecto de la congregación para los obispos, el cardenal canadiense Marc Ouellet, ha expresado críticas a propósito de los religiosos cuando ha observado que "en las relaciones entre jerarquía y vida consagrada han nacido no pocas incomprensiones: unas veces, por cierta ignorancia de los carismas y de su papel en la misión y comunión eclesial; otras veces, por la inclinación de ciertos consagrados a la contestación del Magisterio".

Pero diametralmente opuesto ha sido el juicio formulado por el superior de la orden religiosa más numerosa, el prepósito general de la Compañía de Jesús, Adolfo Nicolás, un español que ha vivido durante mucho tiempo en Asia. Leyendo su resumen del sínodo en la publicación mensual jesuita "Popoli" es fácil notar como el padre Nicolás pone de relieve e insiste, a diferencia del indio Toppo, sobre la “santidad” y la “salvación” ya presentes fuera de la Iglesia visible más que sobre el primer deber de propagar la fe cristiana, deseado por el cardenal.

El obispo holandés Everardus Johannes de Jong ha expresado un deseo que en otros tiempos se daba por descontado, pero no hoy: " Debemos promover la oración a los ángeles y los arcángeles en la nueva evangelización. Muchos pontífices y santos han practicado esta devoción y la han impulsado".

Hacia una dirección bien distinta ha mirado el obispo de Atakpamé en Togo, Nicodème Anani Barraigah-Bénissan, cuando ha denunciado el hecho de que "las sociedades secretas y esotéricas, en especial la franco-masonería, reinan sin ser molestadas en los vértices del Estado, en las instituciones más importantes y en todos los ambientes intelectuales del país".

El cardenal George Pell, arzobispo de Sídney in Australia, ha denunciado los ataques a la libertad de profesar la religión cristiana "en algunos países europeos y anglófonos", donde dicha libertad está "limitada por los tribunales, las leyes y, algunas veces, por los parlamentos". Y lo ha hecho recordando de forma positiva el hecho de que "el próximo año será el 1700 aniversario del Edicto de Milán, cuando el emperador Constantino promulgó el edicto sobre la libertad religiosa en el Imperio Romano".

El cardenal Giuseppe Versaldi, presidente de la prefectura para los asuntos económicos de la Santa Sede, ha dedicado al tema candente de la deshonestidad por parte de eclesiásticos una intervención que los medios de comunicación ha retorcido contra la Iglesia. "En los posibles casos de mala administración de los bienes eclesiales – ha dicho – como terapia debe valer en la Iglesia la medicina evangélica de la corrección fraterna. Antes de la denuncia ante las autoridades, debe ser válida la confrontación personal para dar la posibilidad de arrepentimiento y reparación. Transparencia no significa automáticamente hacer público el mal que lleva al escándalo. Sólo si no hay conversión se debe recurrir a las autoridades competentes, las cuales tendrán la tarea de verificar las acusaciones sin que éstas ya estén consideradas pruebas de mala administración". “Los trapos sucios se lavan en casa”, han traducido sin piedad los medios de comunicación italianos.

No pocos padres sinodales han citado y elogiado el concilio Vaticano II y sus frutos en la vida de la Iglesia. Pero no han faltado alusiones críticas argumentadas a cuanto acaeció en los años sucesivos al concilio.

El cardenal estadounidense Raymond Leo Burke, prefecto del tribunal supremo de la signatura apostólica, ha resaltado como "la euforia postconciliar, tendente a la instauración de una Iglesia nueva bajo la bandera de la libertad y el amor, ha favorecido enormemente una actitud de indiferencia hacia la disciplina de la Iglesia, o incluso de hostilidad. Por tanto, la reforma de la vida eclesial deseada por los padres Conciliares ha sido, en un cierto sentido, impedida o incluso traicionada".

Otro cardenal americano, Timothy M. Dolan, arzobispo de Nueva York, ha recordado con amargura: "El Concilio Vaticano II hizo un llamamiento a la renovación del sacramento de la penitencia; en cambio lo que tristemente conseguimos, en muchos lugares, fue la desaparición de dicho sacramento".

El cardenal polaco Zenon Grocholewski, prefecto de la congregación para la educación católica, ha observado como "a pesar de que a ese propósito contemos con las indicaciones del Concilio Vaticano II y del Magisterio postconciliar […], en la práctica todavía está poco clara la relación entre el papel de la teología y el Magisterio de la Iglesia. Jesús no dejó nuestra comprensión de las Sagradas Escrituras y de la Tradición a merced de las diversas opiniones, que evidentemente podrían ser incluso muy divergentes y extravagantes, aparte de sembrar continuamente incertidumbre y confusión, sino que nos dejó el gran tesoro del Magisterio", que, sin embargo, "con frecuencia se ve anulado". Y así sucede que "por la manía de llegar a ser grande, original, importante, muchos se reducen a ser “pastores que se apacientan a sí mismos, y no al rebaño” (cf. Ez 34, 8; cf. San Agustín, Sermón sobre los pastores) y, en realidad, así son poco relevantes para el Reino de los Cielos, contraproducentes para el crecimiento de la Iglesia y para la evangelización".

Por último, he aquí tres intervenciones de las cuales es útil citar de forma integral la síntesis difundida por el sínodo.

El primero es el que, según muchos testigos, ha recibido la dosis más fuerte de aplausos de todo el sínodo. Y tiene como autor a un joven catequista laico de Roma, nombrado por el papa entre los oyentes.

Los otros dos son los que Benedicto XVI, en su intervención en el sínodo del 27 de octubre, dijo haber apreciado de manera especial, como testimonios de una Iglesia que "crece y vive" justamente allí donde es pequeña y pobre. Son el obispo croata de Tromso, en Noruega, y el obispo de origen francés de Phnom-Penh, en Camboya.

TOMMASO SPINELLI, catequista de jóvenes catecúmenos en la oficina de catequesis de Roma, Italia:

"La nueva evangelización necesita substancia: unas catequesis de espesor que sepan decir algo serio a nuestra vida, pero también, y sobre todo, vidas de espesor, que muestren con los hechos la solidez que tiene quien es cristiano. Con mayor razón hoy que las familias están desunidas y con frecuencia abdican de su tarea educativa, los sacerdotes son un testimonio para los jóvenes de la fidelidad a una vocación y la posibilidad de elegir una manera de vivir alternativa y más bella respecto a la que propone la sociedad. Sin embargo, lo que me preocupa es que estas figuras de espesor se estén convirtiendo en una minoría. El sacerdote ha perdido confianza en la importancia de su ministerio, ha perdido carisma y cultura. Veo sacerdotes que se adaptan al pensamiento dominante. Y lo mismo sucede en las celebraciones litúrgicas: cuando intentan ser originales acaban siendo insignificantes. Sacerdotes, os pido que encontréis la valentía de ser vosotros mismos. No temáis, porque si sois auténticamente sacerdotes, si proponéis sin miedo la verdad de la fe, los jóvenes os seguiremos. De hecho, hacemos nuestras las palabras de Pedro: “Señor, ¿a quién iremos? ¡Sólo tú tienes palabras de vida eterna!” Y nosotros tenemos un hambre infinita de algo eterno y verdadero.

"Por tanto, propongo: 1) Aumentar la formación, no sólo espiritual, sino también cultural, de los sacerdotes. Con demasiada frecuencia vemos a sacerdotes que han perdido el papel de maestros de cultura que les hacía importantes para toda la sociedad. Hoy, si queremos ser creíbles y útiles, debemos volver a tener buenas herramientas culturales. 2) Redescubrir el Catecismo de la Iglesia Católica en su carácter conciliar: en concreto la primera parte de cada sección, donde los documentos del Concilio iluminan los temas tradicionales. De hecho, el Catecismo pone con sabiduría como premisa a la explicación del Credo una parte inspirada en la ´Dei Verbum´, en la que se explica la visión personalista de la revelación; a los sacramentos, la ´Sacrosantum Concilium´, y a los mandamientos, la ´Lumen Gentium´, que muestra al hombre creado a imagen de Dios. La primera parte de cada sección del Catecismo es fundamental para que el hombre de hoy sienta la fe como algo que le afecta de cerca y sea capaz de dar respuestas a sus preguntas más profundas. 3) Por último, la liturgia se olvida y se desacraliza con demasiada frecuencia: hay que volver a ponerla con dignidad en el centro de la comunidad tanto parroquial como territorial".

BERISLAV GRGIC, obispo prelado de Tromso, Noruega:

"En los países nórdicos - Dinamarca, Finlandia, Islandia, Noruega y Suecia - la Iglesia católica es una pequeña minoría y, por tanto, no tiene ni las ventajas ni las desventajas que se encuentran a menudo en las regiones tradicional y predominantemente católicas. A pesar de su limitada relevancia, tanto numérica como social, nuestra Iglesia es una Iglesia en crecimiento. Se están construyendo o comprando nuevas iglesias e instituyendo nuevas parroquias, se están añadiendo ritos no latinos, el número de las conversiones y los bautismos adultos es relativamente alto, no faltan las vocaciones al sacerdocio y a la vida religiosa, el número de bautizos supera con mucho el de los fallecimientos y el de quienes abandonan la Iglesia, y la presencia en la Misa dominical es bastante alta.

"En algunos sectores de la sociedad existe un gran interés por la fe y la espiritualidad, tanto por parte de los no creyentes, que buscan la verdad, como por parte de los cristianos comprometidos de otras confesiones, que desean una profundización y un enriquecimiento de la vida religiosa. Hay que observar además que, en los últimos años, un número más bien alto de órdenes contemplativas ha abierto sus casas. Sin embargo, la transmisión de la fe se hace más difícil a menudo debido a las grandes distancias. Nuestros sacerdotes tienen que viajar mucho (a veces hasta 2000 Km al mes) para ir a visitar a los fieles que viven en lugares distantes y poder celebrar con ellos la Misa. Durante los meses invernales esto resulta muy duro".

OLIVIER SCHMITTHAEUSLER, M.E.P., vicario apostólico de Phnom-Penh, Camboya:

"El genocidio Khmer rojo ha asesinado a obispos, sacerdotes, religiosos y a la mayoría de los cristianos. Desde hace 20 años vivimos de nuevo el tiempo de los Hechos de los Apóstoles, con un primer anuncio de la Buena Nueva asegurado por el pequeño número de supervivientes, sostenido por la llegada masiva de misioneros. Hoy, nosotros tenemos aproximadamente 200 bautismos de adultos cada año... la pequeña Iglesia de Camboya es, de alguna manera, un laboratorio de evangelización en un mundo budista, que ha entrado plenamente en el proceso de secularización dirigido por la globalización a semejanza de los dragones asiáticos. La Misión Ad Extra está íntimamente ligada a la Misión Ad Intra. Ad Extra y Ad Intra se enriquecen mutuamente, alentándose entre ellas al servicio de una misma y única Misión de Evangelización.

"He aquí algunos puntos significativos para un primer anuncio de Jesucristo que también pueden servir para una reflexión sobre la nueva evangelización.
Dos fundamentales: 1) El verdadero encuentro de Jesucristo abre el corazón a la caridad y a la experiencia del perdón que conducen al descubrimiento del don de la vida. 2) Los laicos son apóstoles en este mundo (´Apostolicam actuositatemì).

"¿Cómo puede ser la Iglesia sacramento de Cristo en el mundo a través de una nueva evangelización en la práctica y en la verdad? 1) Una Iglesia que llega al corazón. 2) Una Iglesia sencilla. 3) Una Iglesia hospitalaria. 4) Una Iglesia que reza. 5) Una Iglesia alegre".
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