Jueves, 21 de noviembre de 2024

Religión en Libertad

Al timón de la barca de Pedro, bajo la tormenta


A Benedicto XVI se le reprocha debilidad en el mando. Pero no es así. Todos los grandes conflictos de este pontificado han nacido de sus decisiones de gobierno. Fuertes y contracorriente. Las intrigas detrás de la expulsión de Ettore Gotti Tedeschi del IOR.

por Sandro Magister

Opinión

Es grande el desorden bajo el cielo, en una curia vaticana atormentada por los conflictos.

La lucha más explosiva tiene lugar, hoy, en el campo financiero, en un combate sin caridad ni verdad, a pesar del título de la encíclica de Benedicto XVI, la "Caritas in veritate".

Este conflicto ha asombrado al mundo por la inaudita brutalidad con la cual, el 24 de mayo, Ettore Gotti Tedeschi ha sido expulsado del cargo de presidente y como miembro del Instituto para las Obras de Religión, el banco vaticano.

Pero el aspecto más sorprendente de éste y de otros conflictos en acto hoy en la curia y en la Iglesia es el hecho que su origen primario es Benedicto XVI.

No por su debilidad en el mando, como universalmente, y de forma equivocada, se sostiene.

Más bien al contrario: por sus claros y fuertes actos de gobierno, con una audacia que es consciente de las oposiciones que suscita.

Finanzas vaticanas. El "mandato" del Papa
Efectivamente, las verdaderas razones por las que el consejo de superintendencia del IOR ha expulsado a Gotti Tedeschi no son las que se enumeran en la moción de censura. Son otras, las mismas que en diciembre de hace dos años habían provocado el primer conflicto serio entre el presidente del IOR y el secretario de Estado, Tarcisio Bertone.

En diciembre de 2010 estaban listas para ser promulgadas en el Vaticano las nuevas normas que habrían abierto la puerta a la admisión de la Santa Sede en la "white list" de los Estados europeos con los más altos estándares de transparencia financiera y, por lo tanto, de lucha contra el blanqueo de capitales.

Para redactar estas normas y, en especial, la ley después indicada con el número 127, Gotti Tedeschi y el cardenal Attilio Nicora, en ese momento presidente de la Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica – organismo vaticano que también desarrolla funciones bancarias –, habían llamado a los dos expertos italianos más autorizados en esta materia, Marcello Condemi y Francesco De Pasquale.

Inmediatamente, incluso antes que dichas normas fueran promulgadas, y antes que fuese instituida la Autoridad de Información Financiera prevista por las mismas, dotada de poderes ilimitados de inspección sobre cualquier movimiento de capital llevado a cabo por cualquier oficina interna o vinculada con la Santa Sede, se desencadenó contra ambas novedades una oposición durísima.

La oposición era fuerte, sobre todo, por parte de la dirección del IOR, apoyada por el cardenal Bertone.

El director general del IOR, Paolo Cipriani, y los otros componentes de la dirección se oponían con incansable resistencia a la eliminación del secreto sobre algunas de las cuentas depositadas en el banco, cifradas y no, investigadas por la magistratura italiana por sospecha de delito. Según ellos, la reserva del IOR era un pilar irrenunciable de la autonomía del Estado de la Ciudad del Vaticano como Estado soberano. Su convicción era que la reserva y el carácter de banco "offshore" hacia que el IOR fuese más atractivo que otros bancos para su clientela internacional, y que sin ello estaría condenado a cerrar sus puertas.

Pero el 30 de diciembre de 2010 Benedicto XVI en persona, con un motu proprio – es decir, con un acto de gobierno firmado por él personalmente – promulgó las nuevas normas sin cambiar una coma de la redacción que había levantado tanta oposición. E instituyó la AIF con todos sus poderes de inspección, nombrando como presidente de la misma al cardenal Nicora.

Con este motu proprio y con la encíclica "Caritas in veritate", Benedicto XVI ha trazado una línea de marcha clarísima para el cambio de rumbo definitivo de las actividades financieras vaticanas hacia un régimen de transparencia máxima, internacionalmente controlado y reconocido.

Pero la oposición a las nuevas normas y a los poderes del AIF no cesó en absoluto después de su entrada en vigor, decidida por el papa. Al contrario, creció en intensidad.

El pasado otoño, la secretaría de Estado y el gobernatorado de la Ciudad del Vaticano, de acuerdo con la dirección del IOR, volvieron a redactar desde el inicio la ley 127. Y el 25 de enero de 2012, por decreto, hicieron entrar en vigor la nueva versión, que limitaba mucho los poderes de inspección de la AIF.

Gotti Tedeschi y el cardenal Nicora han contestado duramente dicho vuelco, antes y después de que se llevara a cabo. A su juicio, esto costará la no admisión de la Santa Sede a la "white list", como ya ha pronosticado el pasado marzo una inspección en el Vaticano de Moneyval – el grupo del Consejo de Europa que valora los sistemas antiblanqueo de varios países – y que concluyó con un juicio desfavorable sobre la segunda versión de la ley 127: ocho notas negativas contra sólo dos positivas, mientras la versión anterior había tenido seis notas a favor y cuatro negativas.

Y ahora estamos ante la defenestración de Gotti Tedeschi, concordada por el consejo del IOR y el cardenal Bertone, contrariamente a cuanto afirmado en público por un miembro del mismo consejo, el americano Carl Anderson, presidente de los Caballeros de Colón.

Ese 24 de mayo, efectivamente, la reunión del consejo de superintendencia del IOR que votó la moción de censura a Gotti Tedeschi – y cuyo resumen ha sido hecho público por el consejero – fue precedida a las 13.30, media hora antes de su inicio, por un encuentro de los consejeros con el cardenal Bertone, un encuentro por éste convocado, en el que estaba presente también el director del IOR, Cipriani.

Y en los días precedentes, tanto Anderson como otro consejero, el alemán Ronaldo Hermann Schmitz, habían escrito confidencialmente al cardenal Bertone para anunciarle su intención de votar a favor de la moción de censura a Gotti Tedeschi, "ciertos de apoyar la justa indicación de Su Eminencia".

En estas cartas al secretario de Estado – hechas públicas el 9 de junio por "Il Fatto Quotidiano" –, Anderson y Schmitz indicaban su preocupación por el creciente aislamiento internacional del IOR, en especial por la interrupción de sus relaciones con el gran banco americano JP Morgan. Y culpaban de ello al "extravagante" Gotti Tedeschi.

Pero, también en este caso, es evidente que esta no es la verdadera razón del descenso del rating internacional del IOR. Lo es, en cambio, su anomalía, su permanente falta de transparencia.

Gotti Tedeschi había siempre informado al secretario personal de Benedicto XVI, don Georg Gänswein, de sus acciones al frente de la presidencia del IOR y de las oposiciones encontradas.

Del papa en persona, en más de una ocasión, había recibido el "mandato" explícito de proceder hacia la plena transparencia.

Gotti Tedeschi, tras su expulsión del IOR, quería hacer llegar al papa un memorándum completo sobre cuanto había sucedido.

Per hoy estos documentos y la correspondencia han sido requisadas por la magistratura italiana, en el curso de una investigación judicial llevada a cabo el 5 de junio en su casa de Piacenza y en su despacho en Milán.

E, inmediatamente, pasajes de los documentos y del interrogatorio han empezado a filtrarse en los medio de comunicación, como sucede sistemáticamente en Italia, menospreciando el secreto sumarial.

Y también de las oficinas vaticanas han empezado a salir documentos reservados. Además de las dos cartas de Anderson y Schmitz, ha salido a la luz también una carta escrita el pasado marzo al director general del IOR, Paolo Cipriani, por un psicoterapeuta de su confianza, Pietro Lasalvia, con un diagnóstico desastroso sobre el estado de salud psíquica de Gotti Tedeschi, deducido de una observación ocasional del mismo durante un encuentro con los dependientes del banco vaticano con motivo de la felicitación de la última Navidad.

*

El conflicto desencadenado en el Vaticano por la operación de transparencia ha tenido, por lo tanto, a Benedicto XVI no como espectador, sino como protagonista activo.

Es suya la línea de marcha trazada. Y suyo es el motu proprio del 30 de diciembre de 2010 que introdujo las innovaciones.

Pero, en efecto, el desquite de los opositores no es capaz de borrar la orientación impresa por el papa: ésta sigue viva, a pesar de todo. Y sigue viva también en la opinión pública, convencida que Benedicto XVI apoya la verdadera transparencia, mientras no lo hacen otros muchos personajes vaticanos, aunque la prediquen con palabras.

Gobierno manso, pero firme
Por supuesto, el financiero no es el único terreno sobre el cual Benedicto XVI ha intervenido con actos de gobierno en sus años de pontificado.

Sobre otros y no menos importantes terrenos este papa ha tomado decisiones fuertes, de carácter normativo, aun siendo consciente de crear con ellas resistencias y divisiones.

He aquí una breve enumeración:

- En 2007 Benedicto XVI, con el motu proprio "Summorum pontificum", liberalizó el uso del misal romano de rito antiguo.

- En 2009 revocó la excomunión a los cuatro obispos consagrados ilícitamente por el arzobispo Marcel Lefebvre, y con el motu proprio "Ecclesiæ unitatem" ha dado inicio al recorrido para el retorno de los lefebvrianos a la plena comunión con la Iglesia.

- También en 2009, con la constitución apostólica "Anglicanorum coetibus", ha regularizado el pasaje a la Iglesia católica de enteras comunidades anglicanas, con sus obispos, sacerdotes y fieles.

- En 2010 promulgó nuevas reglas, muy severas, sobre los "delicta graviora" y, en particular, los abusos sexuales a menores.

- También en 2010 promulgó el citado motu proprio para la transparencia financiera.

- En 2011, con la instrucción "Universæ ecclesiæ" promulgó nuevas normas que integran aquellas sobre la misa en rito antiguo.

Pues bien, no hay ni uno solo de estos actos de gobierno llevados a cabo por Benedicto XVI que no haya suscitado controversias, contraposiciones, conflictos.

Pero atención: Benedicto XVI no ha pensado nunca recomponer estas divisiones a golpe de procedimientos disciplinarios, o con nombramientos o destituciones espectaculares.

Su arte de gobierno es, desde siempre, acompañar las decisiones normativas – como los motu proprio citados – con una obra de convencimiento sobre las razones profundas de dichas decisiones.

Así, por ejemplo, sus iniciativas para sanar el cisma con los lefebvrianos han estado precedidas y explicadas por el memorable discurso a la curia, el 22 de diciembre de 2005, sobre la interpretación del Concilio Vaticano II como "renovación en la continuidad del único sujeto-Iglesia".

Su liberalización del rito antiguo de la misa está acompañada por una incesante ilustración de la riqueza de ambos ritos, el antiguo y el moderno, alentados a fecundarse de forma recíproca, como ya sucede a los ojos de todos en las liturgias por él celebradas.

Su decisión de instituir para las comunidades anglicanas entradas en la Iglesia católica unos ordenariados con jerarquía y rito propio se acompaña de una redefinición "sinfónica" del camino ecuménico con las comunidades cristianas separadas de Roma.

Su valiente acción de guía afrontando el escándalo de los abusos sexuales está acompañada por un esfuerzo incansable de regeneración intelectual y moral del clero, culminado en la convocación de un año sacerdotal. Además, Benedicto XVI ha puesto en estado de penitencia a Iglesias nacionales en su totalidad, como es el caso de la irlandesa.

Por último, sus decisiones a favor de una transparencia máxima de las actividades financieras de la Santa Sede son inseparables de la lectura teológica de este campo de la actuación humana que él ha hecho en la encíclica "Caritas in veritate".

Quien tiene oídos para entender que entienda. Es la mansa firmeza de este papa.

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