Subidas y bajadas de las noticias
¿Cómo se selecciona qué noticias poner en el pebetero de la actualidad, y cuáles colocar en el último lugar, o dejar que pasen desapercibidas?
por José F. Vaquero
“Queremos informar y no manipular”, gritan y reclaman los periodistas según he escuchado recientemente en un informativo. La noticia recoge, además, el fundamento de la protesta: el peligro de reducir los medios de comunicación a un producto mercantil, en el que se oiga lo que interesa, cuando interesa y como interesa. La reivindicación es muy justa, y toca de lleno uno de los pilares de la sociedad, la libertad, principalmente la libertad de expresión.
Un gran derecho, el derecho a la información, que necesita estar cimentado y retroalimentado de la formación y la educación y construido sobre la verdad. Puedo conocer muchas cosas, nadar en la sobreabundancia de la información, pero tanto agua y oleaje exige una buena técnica para nadar, so pena de morir ahogado o rechazar toda información, como el niño que aborrece los pasteles después del empache de dulce. ¿Dónde está el punto medio, el justo equilibrio en la cantidad, calidad y tonalidad de la información que recibimos?
La noticia me ha golpeado, pues llevo varios días intrigado con el modo como la televisión pública, la “televisión de todos”, selecciona qué noticias poner en el pebetero de la actualidad, y cuáles colocar en el último lugar, o dejar que pasen desapercibidas. Hace pocas semanas escuché, como una de las noticias significativas de la semana, un amplio resumen del Congreso Europeo sobre los diversos tipos de “familias”, celebrado en Holanda; un fruto, al parecer, de los 7 años de las “familias” formadas por progenitores del mismo sexo. Sobra decir que sólo estaba representando un tipo concreto de estas vidas en común. ¿Por qué esta noticia llegó al pebetero semanal de reportajes semanales, y el VI Congreso Mundial de Familias, celebrado no en Holanda sino en nuestro país, ha pasado desapercibido? ¿Será que es más importante un encuentro europeo minoritario, que un encuentro mundial de las familias mayoritarias? ¿Interesa tan poco la familia natural, reflejo de una realidad biológica, afectiva, psicológica y humana, ambiente propicio para el crecimiento y consolidación de la sociedad del amor?
En este Congreso Mundial de las Familias, preocupado también por la libertad, la situación social, la crisis económica, la perspectiva de implosión demográfica, y comprometido con el derecho a la vida, se han oído interesantes definiciones de familia: “como una comunidad de amor en la que las diferencias entre los sexos y las generaciones se armonizan”, “comunidad de sexos y generaciones y garante de un patrimonio de tradiciones”.
¿Familia tradicional? Sí, pero tradicional no equivale a viejo, pasado de moda o inservible. Es tradicional cocinar la mayoría de la carne antes de comerla, y no por ello está pasado de moda. La construcción tradicional de los edificios pasa por asegurar bien los cimientos, y seguimos haciéndolo. Las madres cuidan a sus recién nacidos, igual que hace siglos, y nadie opinará que tal práctica esté anticuada. Al contrario, cuando una tradición dura, y se constatan sus frutos, llamaríamos imprudente al que no la siguiese.
Gran parte de la actualidad que nos rodea, y de los informativos y periódicos, está teñida por la crisis económica. Y en el congreso mundial de las familias este tema no podía estar ausente. Con el esquema de la familia actual, y de la no familia, la pirámide poblacional se invierte a grandes pasos. Se multiplica el número de ancianos y gotea el crecimiento de los niños y jóvenes, con lo que nosotros mismos reducimos nuestra pobreza. Menos trabajadores deberán mantener a una sociedad más anciana. Es el resultado de opciones como la política china del hijo único, la selección eugenésica (realizada, por ejemplo, en centros de Fecundación in vitro), el encarecimiento de la vivienda, real y provocado por el consumismo del bienestar. Y todo ello sin llegar al fondo antropológico del valor de la persona, de toda persona, de toda vida.
Sigo pensando en la pregunta que mencionaba más arriba. ¿Será, tal vez pecando un poco de optimismo, que presentarán esta noticia en los medios públicos junto con el Encuentro Mundial de las Familias, desarrollado en Milán, y que concluyó hace un par de días? Los medios tecnológicos viajan a gran velocidad, pero la producción de un reportaje también lleva su tiempo, y su maduración en el corazón del hombre.
Un gran derecho, el derecho a la información, que necesita estar cimentado y retroalimentado de la formación y la educación y construido sobre la verdad. Puedo conocer muchas cosas, nadar en la sobreabundancia de la información, pero tanto agua y oleaje exige una buena técnica para nadar, so pena de morir ahogado o rechazar toda información, como el niño que aborrece los pasteles después del empache de dulce. ¿Dónde está el punto medio, el justo equilibrio en la cantidad, calidad y tonalidad de la información que recibimos?
La noticia me ha golpeado, pues llevo varios días intrigado con el modo como la televisión pública, la “televisión de todos”, selecciona qué noticias poner en el pebetero de la actualidad, y cuáles colocar en el último lugar, o dejar que pasen desapercibidas. Hace pocas semanas escuché, como una de las noticias significativas de la semana, un amplio resumen del Congreso Europeo sobre los diversos tipos de “familias”, celebrado en Holanda; un fruto, al parecer, de los 7 años de las “familias” formadas por progenitores del mismo sexo. Sobra decir que sólo estaba representando un tipo concreto de estas vidas en común. ¿Por qué esta noticia llegó al pebetero semanal de reportajes semanales, y el VI Congreso Mundial de Familias, celebrado no en Holanda sino en nuestro país, ha pasado desapercibido? ¿Será que es más importante un encuentro europeo minoritario, que un encuentro mundial de las familias mayoritarias? ¿Interesa tan poco la familia natural, reflejo de una realidad biológica, afectiva, psicológica y humana, ambiente propicio para el crecimiento y consolidación de la sociedad del amor?
En este Congreso Mundial de las Familias, preocupado también por la libertad, la situación social, la crisis económica, la perspectiva de implosión demográfica, y comprometido con el derecho a la vida, se han oído interesantes definiciones de familia: “como una comunidad de amor en la que las diferencias entre los sexos y las generaciones se armonizan”, “comunidad de sexos y generaciones y garante de un patrimonio de tradiciones”.
¿Familia tradicional? Sí, pero tradicional no equivale a viejo, pasado de moda o inservible. Es tradicional cocinar la mayoría de la carne antes de comerla, y no por ello está pasado de moda. La construcción tradicional de los edificios pasa por asegurar bien los cimientos, y seguimos haciéndolo. Las madres cuidan a sus recién nacidos, igual que hace siglos, y nadie opinará que tal práctica esté anticuada. Al contrario, cuando una tradición dura, y se constatan sus frutos, llamaríamos imprudente al que no la siguiese.
Gran parte de la actualidad que nos rodea, y de los informativos y periódicos, está teñida por la crisis económica. Y en el congreso mundial de las familias este tema no podía estar ausente. Con el esquema de la familia actual, y de la no familia, la pirámide poblacional se invierte a grandes pasos. Se multiplica el número de ancianos y gotea el crecimiento de los niños y jóvenes, con lo que nosotros mismos reducimos nuestra pobreza. Menos trabajadores deberán mantener a una sociedad más anciana. Es el resultado de opciones como la política china del hijo único, la selección eugenésica (realizada, por ejemplo, en centros de Fecundación in vitro), el encarecimiento de la vivienda, real y provocado por el consumismo del bienestar. Y todo ello sin llegar al fondo antropológico del valor de la persona, de toda persona, de toda vida.
Sigo pensando en la pregunta que mencionaba más arriba. ¿Será, tal vez pecando un poco de optimismo, que presentarán esta noticia en los medios públicos junto con el Encuentro Mundial de las Familias, desarrollado en Milán, y que concluyó hace un par de días? Los medios tecnológicos viajan a gran velocidad, pero la producción de un reportaje también lleva su tiempo, y su maduración en el corazón del hombre.
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