Campañas de Navidad: una conspiración
No hay que despotricar demasiado rápido contra cualquier campaña de Navidad; más bien, la campaña debe ser un aliciente. Toca a los creyentes cristianizar estas campaña.
por José F. Vaquero
Hemos comenzado un nuevo año, y ya se sabe, año nuevo, vida nueva. No me refiero al año político posterior a las elecciones, que comenzará a finales de diciembre, después de una larga espera y un excesivo período de interregno. Ha iniciado un nuevo año, algo va a llegar, y lo anuncian a los cuatro vientos luces, adornos, música ambiental... Los centros comerciales y la ornamentación de las ciudades se encargan de recordarlo. Hemos empezado un año, y los cristianos llamamos a este primer mes “Adviento”.
Con el entorno laicista – laicizoide que nos rodea, muchos critican a la sociedad y a la economía por aprovecharse de la religión para propiciar el consumismo y su beneficio económico; tienen parte de razón, aunque también hay que calificar en su justa medida las campañas publicitarias. Para una empresa de venta, cualquier circunstancia que aumente las ventas se califica de campaña. Y dentro de ese calificativo, a la misma altura, está la campaña de Navidad, de verano, de rebajas o la campaña de San Valentín o la vuelta al cole. Campaña equivale simplemente a época temporal (excusa) para acrecentar la penetración de la publicidad y por consiguiente las ventas.
No hay que despotricar demasiado rápido contra cualquier campaña; más bien, la campaña debe ser un aliciente para difundir lo que a nosotros nos interesa. Toca a los creyentes cristianizar esta campaña. Esto no quita que haya campañas de Navidad muy poco navideñas. Ilustrar una campaña de verano sin imágenes relacionadas con las vacaciones o el calor tiene poco sentido;crear una campaña de la vuelta al cole donde no aparezcan imágenes relacionadas con el colegio, las clases, uniformes o material escolar está demasiado desencarnada. Igualmente, ilustrar una campaña de Navidad donde no aparecen imágenes navideñas, y todo sean muñecos rojos y árboles verdes tiene poco sentido.
En esa cristianización de las campañas navideñas se encuentra una conspiración, originada en internet, aunque sus raíces son mucho más profundas. Esta conspiración se define, también, como una campaña, un moviento para redescubrir la tradición de la vivencia cristiana de la Navidad y sus símbolos, últimamente escondidos o neutralizados con iniciativas que pretenden borrar el sentido evangélico de dicha tradición.
Lideran esta conspiración unos jóvenes de Acción Católica de Madrid, jóvenes indignados con la marcha de la sociedad, y que buscan despertar, primero en los católicos y después en toda la sociedad, el sentido de estas fiestas. En su carta de presentación, escrita (o mejor, grabada) por el rey Melchor, tienen frases curiosas. “el fin de los regalos chorra”, “somos los Reyes Magos de Oriente, no el tío Gilito que está hecho de oro”, “hasta hemos convencido a Papá Noel, que se vino del polo”, “regala con sentido, para que cuando vaya a casa no queme el regalo de fulanita in situ porque es una mamarrachada”.
“El sentido primigenio de la Navidad –dicen los jóvenes de Acción católica- se ha ido diluyendo gradualmente en la vida social durante las últimas décadas, convirtiéndose en una fiesta vacía de su fundamento original, pero repleta de consumo, fiestas, esporádicos encuentros familiares y muchos regalos. No sabemos qué celebramos”.
En este reduscubrir la Navidad, los promotores de la campaña citan algunas iniciativas concretas e interesantes. Quizás la más llamativa: Regala con sentido, y redescubre el sentido del regalo. Regalamos algo, en Navidad, porque hemos recibido un regalo, el regalo de tener un porqué y un para qué en nuestra vida, de saber que Alguien piensa en nosotros, siempre y aunque nosotros nos olvidemos de él.
Se pueden consultar más detalles de esta conspiración en http://redescubrelanavidad.blogspot.com
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