La olvidada, pero siempre presente
¿Qué tiene la familia, que da tanta energía, y siempre se la saca a relucir cuando se interroga por el comienzo de una carrera de éxito, éxito profesional, éxito artístico, éxito humano o científico?
por José F. Vaquero
Cuando a un artista se le pregunta por su historia, sus inicios, de dónde sacó fuerzas para empezar su carrera artística, la respuesta, con mucha frecuencia, coincide: “Mi familia me apoyó”, “es algo que vi en mi familia”, “mis padres siempre me animaron y sostuvieron, en los buenos y malos momentos”. Al entrevistar a deportistas, científicos de fama, empresarios... solemos encontrar este mismo factor común. ¿Qué tiene la familia, que da tanta energía, y siempre se la saca a relucir cuando se interroga por el comienzo de una carrera de éxito, éxito profesional, éxito artístico, éxito humano o científico?
Si observamos la radiografía de la sociedad actual, encontramos que aumenta el número de separaciones, de divorcios, de familias rotas. Es habitual que un porcentaje cada vez más elevado de niños sean hipersensibles a la celebración del día del padre, o de la madre, por la situación familiar en la que viven. Y sin embargo, continuamos acordándonos mucho de la familia. La tenemos como algo importante, incluso en contra de la opinión de aquellos que la consideran pasada de moda.
La técnica progresa, da pasos de gigante. En medicina los avances dejarían boquiabierto a cualquier abuelo muerto en los 80. Y tampoco ha pasado tanto tiempo. La investigación llega a resultados admirables, también en el campo de la genética y la biomedicina. Tanto es así que a veces se cruzan límites razonables, y se “crea vida” a capricho, con fines médicos, solidarios o para satisfacer el deseo de unos padres que anhelan un hijo. Llegamos a progresos admirables, técnicas en las que parece que sobra la familia para la generación y mantenimiento de la prole; y sin embargo seguimos pensando en la familia. Personas importantes, y no importantes, la recuerdan con enespecial intensidad ante los grandes momentos de la vida, por lo hermosos o lo duros. ¿Qué tendrá la familia, que se resiste a desaparecer tan fácilmente?
Hemos conocido diversas técnicas de sustitución familiar usadas por regímenes totalitarios, de un bando o de otro. Socialistas y comunistas pretendieron hacer desaparecer esta institución, encargándose directamente de toda la educación de los niós. Educación y familia, binomio inseperable de estos grupos para controlar la sociedad. No están lejos una de otra; son cerezas que siempre van a venir juntas, en la contrucción, correcta o no, de una sociedad. Y sin embargo en estos países se siguió pensando mucho en la familia.
Con tantas amenazas e intentos de desapparición, y con tan pocos resultados, a lo mejor deberíamos replantearnos la importancia de la familia. Si no desaparece, a pesar de los pesares, ¿no será porque en nuestro interior hay algo que nos empuja hacia ella, que nos muestra su grandeza insustituible?
“Fundada en la unión indisoluble entre un hombre y una mujer, lleve a cabo su misión de ser célula viva de la sociedad, donde “la vida humana sea acogida y protegida, desde su inicio hasta su fin natural”. Lla doctrina de
Cuando pensamos en la familia, pensamos en ese lugar donde nos sentimos queridos, amados por lo que somos, acogidos, protegidos, cuidados, empujados, apoyados. No es un entorno donde nos dan casa y comida, que también, sino algo más, mucho más. Es un entorno vital para los niños, débiles e indefensos sobre todo en los primeros años; pero también un entorno clave para los esposos, que se ayudan y apoyan mutuamente. Y un entorno sostenedor para los ancianos, que disfrutan humana y cristianamente de sus hijos y nietos y son cuidados y animados por ellos.
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