Domingo, 22 de diciembre de 2024

Religión en Libertad

Veinticuatro nuevos cardenales a la medida del Papa


Koch, Ravasi, Burke, Amato, Ranjith... todos muy en línea con Benedicto XVI. Que para honra de la gran música sacra conferirá la púrpura también al maestro Bartolucci. Con un pensamiento secreto, quizás, para el hermano Georg.

por Sandro Magister

Opinión

En la vigilia del domingo de Cristo Rey, al final del año litúrgico, la Iglesia Católica tendrá 24 nuevos cardenales. Benedicto XVI ha anunciado los nombres al término de la audiencia general del miércoles 20 de octubre, en la plaza San Pedro.

Se trata de nombramientos en gran medida previstos, algunos prácticamente obligados, como lo ha mostrado en "Avvenire", el diario de los obispos italianos, uno de los más agudos analistas de temas vaticanos, Gianni Cardinale.

Pero en algunos de los nombramientos anunciados aparecen también rasgos originales, propios del actual pontífice.

El primero es la voluntad de Benedicto XVI de mantener el número de cardenales electores, los que tienen derecho de voto en un cónclave, bajo el techo de 120, lo que en consecuencia restringe el número de pretendientes y beneficiarios de la púrpura cardenalicia. Por ejemplo, ha caído en desuso la práctica de elevar al cardenalato a los nuncios de las sedes más prestigiosas: París, Viena. Lisboa, Madrid, Berlín y Washington.

Un segundo rasgo típico del actual pontífice es la regla de no hacer cardenal al arzobispo de una diócesis cuyo predecesor esté vivo y tenga menos de 80 años. Esta regla no escrita ha sido adoptada por primera vez en el consistorio del año 2007, con una sola excepción relativa al arzobispo de Génova, Angelo Bagnasco, condecorado con la púrpura a pesar que su predecesor, Tarcisio Bertone, convertido en secretario de Estado, tenía en ese momento 73 años. Esta vez, no hay ni ha habido. Así, en lo que se refiere a Italia, se han quedado sin la púrpura los arzobispos de Florencia, Giuseppe Betori, y de Turín, Cesare Nosiglia, dos ciudades que junto a Milán, Venecia, Bologna, Génova, Nápoles y Palermo (más Roma con el vicario del Papa) son por tradición guiadas por cardenales.

Un tercer elemento novedoso del próximo consistorio, que no tiene precedentes, es la promoción a cardenales no de arzobispos a cargo de sus respectivas diócesis, sino de sus predecesores "eméritos". Ha acontecido esto con los arzobispos retirados de Quito y de Lusaka.

Por último, seguramente Benedicto XVI en persona ha elegido a cuatro nuevos cardenales con más de 80 años, nombrados "ad honorem".

La prohibición de votar en el cónclave a los que superan los ochenta años fue de Pablo VI, en 1970. Pero en tres consistorios consecutivos ese Papa no hizo cardenal a nadie con más de 80 años. Los primeros nombramientos de este tipo fueron de Juan Pablo II en 1983, cuando recibió la púrpura el teólogo jesuita Henri De Lubac. El papa Karol Wojtyla creó en total veintidós cardenales de más de 80 años. Benedicto XVI ya ha creado doce.

Uno de los cuatro nuevos cardenales "ad honorem" del próximo consistorio será Domenico Bartolucci, de 93 años magníficamente llevados, ex director "perpetuo" del coro de la Capilla Sixtina que acompaña las liturgias del Papa.

La púrpura que Benedicto XVI le conferirá suena como una clamorosa rehabilitación de este grandísimo maestro de la música litúrgica gregoriana y polifónica, traicioneramente echado de la dirección de la Sixtina en 1997 por los responsables de las ceremonias pontificias de la época.

Es un pecado que desde entonces, sin él, el coro de la Sixtina haya decaído a niveles miserables. Ni permite esperar un digno renacimiento el nombramiento como director, pocos años atrás, del salesiano don Massimo Palombella, pupilo del cardenal Secretario de Estado.

El lunes próximo, 25 de octubre, en la sala académica del Pontificio Instituto de Música Sacra en la plaza San Agustín, en Roma, el maestro Bartolucci recibirá también un reconocimiento honorífico por parte de la Fundación pro Musica e Arte Sacra, junto al hermano de Benedicto XVI, Georg Ratzinger, otro gran cultor de la música litúrgica.

Será como si la púrpura dada al primero honrará también al segundo. Idea no del todo peregrina, si se recuerda que León XIII, en su primer consistorio de 1879, creó cardenal a su propio hermano Giuseppe Pecci, jesuita y vice bibliotecario de la Santa Iglesia Romana.
 

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