Las dos salidas al «problema» del embarazo
El aborto, afirman casi todos, es un fracaso para la mujer, para el niño y para la sociedad. Hasta sus defensores lo admiten, al menos de palabra; es una solución que no se debería tomar.
por José F. Vaquero
En estos días ha caído en mis manos información sobre uno de los problemas de moda (o al menos así lo venden algunos) en nuestras familias españolas. No se trata de la violencia doméstica, aunque también esa tema daría mucho que hablar. Se trata de los embarazos no planeados. Paso por alto la frase, aunque no se ajusta mucho a la realidad; yo prefiero hablar de “embarazo en un mal momento”. Ante esta situación me he encontrado dos vías de solución.
Una ofrece asesoría a cada mujer sobre cómo superar cualquier posible conflicto derivado de esta situación, en el ámbito familiar o personal, incluyendo bolsa de trabajo, ayuda psicológica y emocional, asesoramiento jurídico. Ofrece a la vez información sobre apoyos y ayudas, tanto públicas como privadas. Busca y persigue el crecimiento de la mujer, de su grandeza, de sus valores. Entre sus servicios figura, además de lo dicho, la atención y el acompañamiento de forma personalizada en cualquier punto de la geografía española.
La otra te ofrece una factura, a pagar al contado y por adelantado. Una información parcial, sesgada y teledirigida de la situación, impulsando y casi presionando a tomar una decisión, que crees libre. Se vende como acción resultante del consentimiento informado, pero la realidad es que la información brilla por su ausencia, sobre todo en lo referente a efectos secundarios emocionales e incluso físicos.
La primera busca soluciones, lo mejor para la mujer y para el nuevo ser que ya vive dentro de su sena; la segunda persigue la solución inmediata del problema, olvidando que dicha panacea, en realidad, multiplica por diez el problema, generando ansiedad, insatisfacción, tristeza, culpabilidad. Dos caminos ante una misma intersección.
Es una disyuntiva que nuevamente salta a la palestra, esta vez en la ciudad de Sevilla. Del 21 al 23 de octubre, una serie de médicos (perdónenme, yo prefiero llamarles empresarios de la muerte) comparten información, experiencias y nuevas técnicas para mejorar la calidad de la segunda salida al problema, esa que desemboca en un problema mayor. Hay mucha gente en Sevilla, en Andalucía y en España que prefiere apostar por la primera salida, una salida que promueve la vida, que valora la vida, que defiende la vida, que ama la vida.
En lugar de buscar métodos más eficaces para acabar con la vida del nasciturus, optan por exteriorizar su amor a la vida y, puesto que parte de ellos son cristianos, quieren además orar por la vida. Uno de ellos es el arzobispo de Sevilla, monseñor Juan José Asenjo, que ha invitado a su archidiócesis, y a España entera, a una cita con la vida, que contrarreste la cita con la muerte que subyace en este congreso.
El aborto, afirman casi todos, es un fracaso para la mujer, para el niño y para la sociedad. Hasta sus defensores lo admiten, al menos de palabra; es una solución que no se debería tomar. Hay que solucionar este fracaso, pero ¿qué solución tomamos, la apuesta por la vida o la apuesta por la muerte? La Junta de Andalucía y el ayuntamiento de Sevilla, a juzgar por las subvenciones a dicho Congreso, parece que tienen clara su opción. ¿Será que seguimos muy sumergidos en la crisis económica y pretenden conseguir ayudas de estos empresarios y a la vez reducir el número de ciudadanos? Espero equivocarme.
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