Martes, 05 de noviembre de 2024

Religión en Libertad

Monseñor Salim Sayegh fue 30 años obispo auxiliar de Jerusalén

«Los musulmanes aprovechan la libertad religiosa europea para instaurar el islam y expandirse»

Monseñor Salim Sayegh fue obispo auxiliar de Jerusalén entre 1981 y 2012.
Monseñor Salim Sayegh fue obispo auxiliar de Jerusalén entre 1981 y 2012.

ReL

El pasado 26 de mayo, monseñor Salim Sayegh, de 83 años, que fue obispo auxiliar de Jerusalén y vicario patriarcal para Jordania entre 1981 y 2012, intervino en el foro parisino Jésus le Messie [Jesús el Mesías], de formación y actualidad para anunciar la Buena Nueva de Cristo a los musulmanes.

El tema de su conferencia era El cristianismo en Jordaniael país islámico más tolerante con los cristianos y donde, a pesar de la protección del Rey, padecen, ya que no persecución, una dura discriminación. Así resumió su intervención Leone Grotti en Tempi:


Francisco visitó Jordania el 24 de mayo de 2014, siendo recibido por Abdalá II con gran cordialidad.

"Jordania es uno de los mejores países de Oriente Medio donde ser cristianos" y, a pesar de ello, los cristianos "son discriminados, sobre todo en las escuelas, aunque la discriminación no acaba nunca en violencia gracias al esfuerzo del rey Abdalá II". Así ha resumido monseñor Salim Sayegh la situación de sus fieles en el Reino Hachemita, en una intervención realizada el 26 de mayo en el marco de un evento organizado en París por el foro Jésus le Messie. El obispo emérito del Patriarcado latino de Jerusalén y vicario patriarcal para Jordania ha explicado lo difícil que es para una "tierra islámica" aceptar al otro a pesar de los grandes esfuerzos que llevan a cabo las autoridades políticas.
 
Jordania era un territorio de mayoría cristiana, pero tras la invasión islámica iniciada en el siglo VII, los fieles, al no poder pagar el tributo humillante (jizya), se convirtieron uno tras otro, disminuyendo cada vez más. Hoy, los cristianos son "sólo el 3%" de la población y gracias, sobre todo, a la política tolerante de la monarquía "gozan de paz y seguridad. Las iglesias no son atacadas, los cristianos son respetados, no son oprimidos y el rey siempre insiste que todos, musulmanes y cristianos, son una sola familia en Jordania", explica monseñor Sayegh.


Misa en la iglesia de los Mártires de Jordania, en la capital Ammán.
 
A pesar de todo esto, "cuando los musulmanes se convierten en mayoría en un país, lo consideran tierra islámica e imponen determinadas reglas", continúa. La Constitución de Jordania, aunque establece la igualdad de todos los ciudadanos, sin distinción de raza o religión, reconoce al islam como religión oficial del Estado y la sharia es la fuente principal de la ley. "La consecuencia es que el no musulmán es intrínsecamente discriminado. Un cristiano no puede ser primer ministro, ministro del Interior o jefe del ejército, porque una tierra islámica no puede ser gobernada por un no musulmán".
 
La discriminación, sigue el vicario patriarcal para Jordania, es evidente cuando se abordan todos esos temas que, al no estar regulados por el código penal o civil, son confiados a la jurisprudencia islámica y a los tribunales de la sharia. Aunque formalmente la libertad religiosa está garantizada, el caso de los "apóstatas", es decir, de quienes se convierten del islam al cristianismo, es emblemático: "Según la jurisprudencia, tal como se enseña en los colegios, tienen que ser condenados a muerte", explica el obispo emérito del Patriarcado latino de Jerusalén. "En Jordania, quien renuncia al islam pierde la patria potestad de sus hijos, se considera automáticamente divorciado de su esposa y no puede volver a casarse al no tener ya derechos civiles. A su muerte, sus bienes son heredados por el Estado". Nada de esto sucede cuando un cristiano se convierte al islam.


Monseñor Salim Sayegh, durante un acto en Amán (Jordania) en 2015.
 
En lo que respecta a los matrimonios mixtos, un cristiano no puede casarse con una musulmana, mientras que el caso contrario está permitido y los hijos de la pareja son automáticamente musulmanes. Si un cristiano se convierte al islam, sus hijos se convierten automáticamente en musulmanes y si estos quieren, una vez cumplida la mayoría de edad, ser reconocidos como cristianos, deben presentarse ante un tribunal de la sharia "donde serán definidos apóstatas", con todas las consecuencias que de ello se deriva.


La conferencia íntegra (en francés) de monseñor Salim Sayegh.

También en los colegios "el fundamentalismo está aumentando. Profesores extremistas en los colegios y universidades ejercen mucha presión sobre los estudiantes cristianos, que deberían tener derecho a estudiar la propia religión, tal como prevé la ley, aunque esto no sucede y se ven obligados a estudiar el islam". Además, prosigue monseñor Sayegh, "en los libros de texto está escrito que todos los ciudadanos jordanos son musulmanes. El fundamentalismo del ministerio de Educación no reconoce que los cristianos pueden ser ciudadanos de Jordania. A menudo los musulmanes se niegan a sentarse cerca de los cristianos, o a estrecharles la mano. A pesar de la moderación por la que es conocida Jordania, esta discriminación existe en muchos sectores, aunque tenemos que decir que no termina nunca en violencia".
 
Ante estos hechos, explica el obispo emérito, resulta evidente que "no existe el islam moderado o fundamentalista: existe sólo el islam. Hay, además, musulmanes que pueden ser definidos moderados porque aceptan al otro, pero el islam es esto. Aquí, en Francia, hay igualdad entre cristianos y musulmanes porque existe la laicidad; pero en tierra islámica existe sólo la sharia y la igualdad no es posible porque la religión lo regula todo: desde la sociedad a la cultura y la política". Por lo tanto, concluye monseñor Sayegh con una advertencia, "los franceses deben estar atentos porque los musulmanes se aprovechan de la libertad religiosa europea para instaurar el islam y expandirse. Y dado que los musulmanes son refractarios a la laicidad, también la laicidad en Francia está en peligro".
 
Traducción de Helena Faccia Serrano.
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