Atacado un hospital católico en la India mientras el nacionalismo hindú reescribe la Historia
El 12 de marzo, una turba de unas sesenta personas armadas con cadenas y palos atacaron el hospital católico de Ujjain, en el estado de Madhya Pradesh, en la India. Bloquearon el acceso al centro, incluido el servicio de urgencias, y cerraron el acceso a los generadores eléctricos y al sistema de suministro de agua, poniendo en riesgo la vida de numerosos pacientes. También insultaron a las religiosas que atienden a los enfermos y a su personal sanitario.
El jueves, una delegación de obispos visitó el hospital misionero para trasladar su solidaridad ante un hecho que calificaron como "innoble e inhumano". El centro depende de la diócesis siro-malabar de Ujjain, cuenta con 200 camas y desde hace 44 años brinda sus servicios médicos mayoritariamente a grupos sociales desfavorecidos que no pueden pagar la atención sanitaria, sin distinción de clase, etnia o religión. El hospital presentó una denuncia ante la policía, y los obispos se han quejado a las autoridades ante estas "atrocidades y actos de acoso”.
La conferencia episcopal de la India ha expresado su “profundo sufrimiento, angustia y preocupación” afirmando que “este ataque empaña la imagen del Estado y de toda la India”: “Pedimos al Estado y al gobierno de la Unión que castiguen a los culpables y garanticen el estado de derecho”, pidió Leo Cornelio, arzobispo de Bhopal, invitando a las instituciones “a no permitir que ningún individuo o grupo esté por encima de la ley”.
Según la Agencia Fides, el ataque está motivado por una disputa sobre la propiedad del terreno en la que se encuentra el hospital, del cual es propietaria la Iglesia desde 1961 y ahora reclaman en los tribunales los poderes públicos.
Imposición nacionalista
En los últimos meses ha habido varios incidentes en los que multitudes violentas asaltan instituciones católicas en zonas donde los cristianos son una minoría muy pequeña. En enero fue atacado el colegio de Santa María en Vidisha, al que querían obligar, como en otros casos, a celebrar ritos hindúes.
El contexto de estos ataques es la pretensión de las organizaciones nacionalistas hindúes de reescribir la historia de la India en detrimento de su multiculturalidad religiosa y para perjuicio de las minorías cristiana y musulmana.
El proyecto actual está promovido por el partido gobernante, el Bharatiya Janata, y grupos extremistas hindúes, Rashtriya Swayamsevak Sangh y Sangh Parivar. “Este esfuerzo por teñir la historia de color azafrán [que caracteriza a los nacionalistas] es un duro golpe a la estructura secular y religiosa de la sociedad india. Va en contra del compromiso de los historiadores que tienen la noble tarea de presentar la verdad sin manipulaciones”, explicó a Fides el padre Jesuraj Rayappan, misionero verbita, profesor de Historia de la Iglesia en el instituto Khristo Jyoti Mohavidyaloyo de Sambalpur, en el estado indio de Orissa.
Según informaciones de fuentes locales, la semana pasada un equipo designado por el primer ministro, Narendra Modi, ha estado trabajando durante seis meses para demostrar que los hindúes son los descendientes directos de los habitantes originales de la India y que las antiguas escrituras hindúes son hechos, no mitos. El objetivo de los nacionalistas, según los historiadores, es “diseñar una identidad nacional que satisfaga sus opiniones religiosas, y legitimar el supuesto de que la India es la nación de los hindúes y para los hindúes”.
"Los británicos dieron una narración multicultural a la memoria colectiva de nuestra nación y es esa la forma correcta de presentar los hechos", dice el padre Rayappan: "Esperamos que los historiadores de los grupos nacionalistas como Sangh Parivar puedan respetar la verdad, que es inclusiva y multicultural. La responsabilidad de un historiador es presentar la verdad sin sesgo o manipulación, para ayudar a la gente a entender realidad”.
Otro profesor jesuita, abogado civil y profesor de Teología, el padre Jerry Rosario, señala a Fides que no se puede escribir la Historia "según una ideología corroída por un sentido terrible de exclusividad", y que lo alienten los políticos son "esfuerzos irresponsables".
Con informaciones de la Agencia Fides.
El jueves, una delegación de obispos visitó el hospital misionero para trasladar su solidaridad ante un hecho que calificaron como "innoble e inhumano". El centro depende de la diócesis siro-malabar de Ujjain, cuenta con 200 camas y desde hace 44 años brinda sus servicios médicos mayoritariamente a grupos sociales desfavorecidos que no pueden pagar la atención sanitaria, sin distinción de clase, etnia o religión. El hospital presentó una denuncia ante la policía, y los obispos se han quejado a las autoridades ante estas "atrocidades y actos de acoso”.
La conferencia episcopal de la India ha expresado su “profundo sufrimiento, angustia y preocupación” afirmando que “este ataque empaña la imagen del Estado y de toda la India”: “Pedimos al Estado y al gobierno de la Unión que castiguen a los culpables y garanticen el estado de derecho”, pidió Leo Cornelio, arzobispo de Bhopal, invitando a las instituciones “a no permitir que ningún individuo o grupo esté por encima de la ley”.
Según la Agencia Fides, el ataque está motivado por una disputa sobre la propiedad del terreno en la que se encuentra el hospital, del cual es propietaria la Iglesia desde 1961 y ahora reclaman en los tribunales los poderes públicos.
Imposición nacionalista
En los últimos meses ha habido varios incidentes en los que multitudes violentas asaltan instituciones católicas en zonas donde los cristianos son una minoría muy pequeña. En enero fue atacado el colegio de Santa María en Vidisha, al que querían obligar, como en otros casos, a celebrar ritos hindúes.
El contexto de estos ataques es la pretensión de las organizaciones nacionalistas hindúes de reescribir la historia de la India en detrimento de su multiculturalidad religiosa y para perjuicio de las minorías cristiana y musulmana.
El proyecto actual está promovido por el partido gobernante, el Bharatiya Janata, y grupos extremistas hindúes, Rashtriya Swayamsevak Sangh y Sangh Parivar. “Este esfuerzo por teñir la historia de color azafrán [que caracteriza a los nacionalistas] es un duro golpe a la estructura secular y religiosa de la sociedad india. Va en contra del compromiso de los historiadores que tienen la noble tarea de presentar la verdad sin manipulaciones”, explicó a Fides el padre Jesuraj Rayappan, misionero verbita, profesor de Historia de la Iglesia en el instituto Khristo Jyoti Mohavidyaloyo de Sambalpur, en el estado indio de Orissa.
Según informaciones de fuentes locales, la semana pasada un equipo designado por el primer ministro, Narendra Modi, ha estado trabajando durante seis meses para demostrar que los hindúes son los descendientes directos de los habitantes originales de la India y que las antiguas escrituras hindúes son hechos, no mitos. El objetivo de los nacionalistas, según los historiadores, es “diseñar una identidad nacional que satisfaga sus opiniones religiosas, y legitimar el supuesto de que la India es la nación de los hindúes y para los hindúes”.
"Los británicos dieron una narración multicultural a la memoria colectiva de nuestra nación y es esa la forma correcta de presentar los hechos", dice el padre Rayappan: "Esperamos que los historiadores de los grupos nacionalistas como Sangh Parivar puedan respetar la verdad, que es inclusiva y multicultural. La responsabilidad de un historiador es presentar la verdad sin sesgo o manipulación, para ayudar a la gente a entender realidad”.
Otro profesor jesuita, abogado civil y profesor de Teología, el padre Jerry Rosario, señala a Fides que no se puede escribir la Historia "según una ideología corroída por un sentido terrible de exclusividad", y que lo alienten los políticos son "esfuerzos irresponsables".
Con informaciones de la Agencia Fides.
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