La persecución «ha fortalecido el papel profético de la Iglesia» en Asia, afirman dos misioneros
En la historia de la Iglesia Católica la sangre de los mártires ha sido semilla de cristianos. Y así fue desde hace dos mil años. Y en la actualidad la persecución es incluso mayor que en los orígenes del cristianismo. Así lo atestiguaron en la sede de Naciones Unidas en Nueva York durante un congreso sobre la libertad religiosa y persecución.
Dos sacerdotes misioneros en el sudeste asiático, uno en Filipinas y otro en Sri Lanka, consideraron allí que la persecución anticristiana ha “fortalecido el papel profético de la Iglesia”.
"Profetas en nuestro tiempo"
Romero Saniel, misionero en la isla filipina de Joló, explica a Crux Now que “ejercemos nuestro papel de profetas en nuestro tiempo” al denunciar estos ataques contra los cristianos. Este sacerdote ha participado ya en varias negociaciones de paz entre el gobierno filipino y grupos extremistas islamistas.
Imagen del atentado en Sri Lanka en Pascua
Por su parte, el padre Neville Fernando, de Sri Lanka, fue testigo del brutal atentado que se produjo el pasado domingo de Pascua que dejó 300 muertos y 500 heridos. Recuerda que se encontraba fuera de la iglesia de San Sebastián en Negombo cuando vio a un hombre que llevaba lo que describió a un amigo en ese momento como una "bolsa pesada".
Momentos después de ver al hombre entrar a la iglesia, escuchó la explosión fatal. Fue corriendo a la iglesia y vio sangre por todas partes. Cuando las víctimas salieron corriendo, muchos lo agarraron pidiendo ayuda, dejándolo cubierto de sangre también.
"Fuimos de casa en casa"
En un país que tenía una paz muy frágil tras décadas de guerra civil, todos temían que pudiera volver a estallar un conflicto. Sin embargo, el padre Fernando afirma que los obispos católicos del país se han unido en sus esfuerzos por mantener la paz.
“Fuimos de casa en casa para decir que no hiciéramos daño a ningún vecino musulmán. Son hermanos y hermanas", dijimos, "señalando que enfatizaban que los extremistas musulmanes no deberían contaminar toda la religión”.
Sin embargo, incluso con un fuerte sentimiento de perdón, Fernando comenta que los obispos del país, liderados por el cardenal Malcolm Ranjith, insistieron en que prevaleciera la "justicia y la verdad", pidiendo explicaciones de por qué ciertos funcionarios del gobierno ignoraron las advertencias de posibles ataques. "No estamos en contra de los políticos", afirma Fernando. "Pero queremos la verdad".
Esa búsqueda de la verdad como parte necesaria de la construcción de la paz ha sido algo por lo que Saniel también ha presionado en Filipinas, donde ha sido un interlocutor clave entre el gobierno y los líderes católicos y musulmanes del país.
Aunque la gran mayoría son católicos en Filipinas, la misión de Saniel se encuentra en un área donde los cristianos constituyen solo el tres por ciento de la población. En sus 34 años como sacerdote, este religiosa dice que sigue estando motivado por las dos cosas que lo llevaron al sacerdocio hace casi cuatro décadas: amor por la Iglesia y servicio a los pobres.
Así quedó la catedral de Joló tras el último atentado
A principios de este año, el 27 de enero, los yihadistas bombardearon la Catedral de Nuestra Señora del Monte Carmelo en Joló, matando a 22 personas e hiriendo a más de 100. Desde entonces, ha sido responsable de ayudar a la comunidad cristiana a curar esta gran herida, pero también de llegar a la comunidad musulmana que ha sido blanco de extremistas wahabíes que, según él, "no solo están atacando a cristianos sino a musulmanes moderados que se niegan a unirse a ellos".
"Unir en lugar de dividir"
Después de esos ataques, Saniel se reunió con el Papa Francisco en Roma, donde el Papa le instó a "unir en lugar de dividir" y no permitir que los ataques interfieran con las buenas relaciones que disfrutan la mayoría de los católicos y musulmanes del país.
Saniel dice que reflexiona sobre Cristo en la cruz que pidió perdón a aquellos que "no saben lo que han hecho". Al poco de ser sacerdote, dos musulmanes se acercaron a Saniel mientras celebraba la misa. Le pusieron un arma en la cabeza, pero cuando apretaron el gatillo, el arma se atascó y huyeron con miedo.
"El Señor me salvó", dice Saniel de esa experiencia, que desde entonces lo ha llevado a darse cuenta de que tenía una "vocación de comprometerme en un diálogo interreligioso y ayudar a los jóvenes musulmanes en particular". Añade que se dio cuenta de que “las personas a las que sirves pueden ser las personas que quieren matarte".
En respuesta a estas amenazas en su vida, y en la vida de otros cristianos, Saniel cree que el mensaje de la Iglesia de que toda vida es valiosa es algo que puede ayudar al diálogo interreligioso para todas las personas de buena voluntad. "Tal vez este es un momento de purificación y un tiempo para que la Iglesia ejerza su voz profética en términos de protección de la vida, los derechos humanos y la dignidad", afirma Saniel.