Los obispos de Camerún denuncian la influencia en sus diócesis de masones, rosacruces y hechiceros
En su 44ª asamblea plenaria, reunida en Yaoundé del 28 de abril al 4 de mayo, la conferencia episcopal de Camerún anunció un documento declarando la incompatibilidad entre la fe cristiana y la masonería, el rosacrucismo y la hechicería.
El texto, firmado por monseñor Abraham Kome, obispo de Bafang y nuevo presidente de los obispos camerunenses, fue dado a conocer a mediados de julio y reprueba la presencia en organismos diocesanos de personas afectas a esas organizaciones y creencias: "En este momento, en algunas parroquias de nuestras diócesis, en los consejos pastorales e incluso en algunos organismos diocesanos, se encuentran cada vez más presentes y en puestos de responsabilidad personas pertenecientes a la masonería, a los rosacruces o que practican la hechicería, y a quienes se les administra sin escrúpulos los sacramentos que Jesucristo confió a nuestra Santa Madre Iglesia".
Para "iluminar y sostener en la fe" a los cristianos sobre este asunto, los obispos, según recoge La Croix, recuerda el carácter secreto de las logias reforzado por el juramento de sus miembros, y la incompatibilidad entre la ideología masónica y la fe católica: "La masonería se presenta como una filosofía humanista, naturalista y esencialmente racionalista consagrada a la búsqueda de la verdad. Pero considera que ésta es solo accesible mediante la razón. Por eso rechaza la luz de la fe y dogmas de la Iglesia" que "ningún católico puede rechazar sin renegar de su fe", como "los dogmas de la Santísima Trinidad, de la Encarnación, de la Resurrección, de la Ascensión, de la Inmaculada Concepción y de la Asunción de la Virgen María".
En cuanto a los rosacruces, la conferencia episcopal de Camerún señala que los miembros de ese grupo consideran a Dios "como una especie de energía espiritual, fuente última de todas las vibraciones espirituales y materiales", en una perspectiva próxima al "panteísmo".
Por último, en cuanto a la hechicería, los obispos lo consideran "un fenómeno peligroso", de ahí "la urgencia de un discernimiento para que el africano crezca en lucidez".