El Holocausto en el Norte de África
Árabes musulmanes también contribuyeron a salvar a miles de judíos de los nazis
No llegan al volúmen de las acciones realizadas por el Vaticano o miles de cristianos que arriesgaron su propia vida pero también algunos musulmanes se la jugaron por salvar a los judíos del nazismo. Por ejemplo, el imán de la Gran Mezquita de París falseó documentos para salvar a 100 hebreos franceses.
Mientras que algunos líderes árabes en nuestros días siguen negando el Holocausto, lo cierto es que son bastantes los casos de musulmanes que decidieron arriesgar sus propias vidas para salvar a judíos de la amenaza nazi.
Sin embargo, ninguno de sus nombres está inscrito en la lista de los «Justos entre las naciones» que realiza el Museo del Holocausto en Jerusalén, y es que durante años, tanto hebreos como árabes han preferido ocultar estos gestos de unión entre dos religiones tan enfrentadas.
Este silencio fue roto por un historiador de origen judío, Robert Satloff. «Estos nobles individuos abrieron las puertas de sus hogares a judíos, protegieron sus bienes para impedir que fueran incautados por alemanes, compartieron con ellos su comida y previnieron a los líderes de la comunidad judía sobre posibles apariciones de los guardianes de las SS», explica Satloff.
La mayor parte de estas acciones no se llevaron a cabo en el Viejo Continente sino en el norte de África.
Los judíos que habitaban en países como Libia, Marruecos, Túnez, Egipto y Palestina tenían prohibido recibir educación y desplazarse libremente, eran cruelmente torturados, estaban obligados a realizar trabajos forzados y muchos fueron deportados e incluso ejecutados. De hecho, cientos de hebreos murieron en las decenas de campos de trabajo en el desierto. Satloff se trasladó a Marruecos para hacer su investigación, dondepudo conocer los casos de esto héroes árabes gracias a las familias de los judíos que salvaron.
El musulmán más influyente
Una de las historias que Satloff conoció fue la de un granjero árabe llamado Si Ali Sakkar que logró esconder a sesenta judíos que habían escapado de un campo de concentración nazi. Les dio refugio en su propia casa hasta que las tropas aliadas los liberaron.
Todavía mayor fue el número de judíos a los que ayudó el musulmán más influyente de Europa, Si Kaddour Benghabrit, el imán de la Gran Mezquita de París. Gracias a él, se salvaron «cien judíos mediante una inteligente estrategia: bajo sus órdenes, el personal de la mezquita entregó a estos judíos documentos que certificaban identidad musulmana. Así se salvaron del arresto y la deportación» explica el historiador.
Otro héroe silenciado fue Khaled Abdelwahhab, un musulmán que refugió en su casa de campo de Mahdia, en Túnez, a varias familias para proteger a las mujeres de un oficial alemán con reputación de violador.
Son muchas las historia de estas personas aunque, como explica Robert Satloff, lo cierto es que la mayoría de los musulmanes prefirieron mantenerse al margen o colaborar con Hitler. Algunos eran «oficiales que manipulaban a los jueces en las cortes, guardias sádicos en los campos de trabajo, espías que indicaban a las SS los lugares donde los judíos se refugiaban...». De hecho, Satloff asegura que «sin la ayuda de los locales, la persecución de los judíos hubiese sido casi imposible».
Dos caras de la misma moneda que, según el historiador, «el pueblo árabe necesita conocer, tanto las de los héroes como las de los villanos».
Sin embargo, ninguno de sus nombres está inscrito en la lista de los «Justos entre las naciones» que realiza el Museo del Holocausto en Jerusalén, y es que durante años, tanto hebreos como árabes han preferido ocultar estos gestos de unión entre dos religiones tan enfrentadas.
Este silencio fue roto por un historiador de origen judío, Robert Satloff. «Estos nobles individuos abrieron las puertas de sus hogares a judíos, protegieron sus bienes para impedir que fueran incautados por alemanes, compartieron con ellos su comida y previnieron a los líderes de la comunidad judía sobre posibles apariciones de los guardianes de las SS», explica Satloff.
La mayor parte de estas acciones no se llevaron a cabo en el Viejo Continente sino en el norte de África.
Los judíos que habitaban en países como Libia, Marruecos, Túnez, Egipto y Palestina tenían prohibido recibir educación y desplazarse libremente, eran cruelmente torturados, estaban obligados a realizar trabajos forzados y muchos fueron deportados e incluso ejecutados. De hecho, cientos de hebreos murieron en las decenas de campos de trabajo en el desierto. Satloff se trasladó a Marruecos para hacer su investigación, dondepudo conocer los casos de esto héroes árabes gracias a las familias de los judíos que salvaron.
El musulmán más influyente
Una de las historias que Satloff conoció fue la de un granjero árabe llamado Si Ali Sakkar que logró esconder a sesenta judíos que habían escapado de un campo de concentración nazi. Les dio refugio en su propia casa hasta que las tropas aliadas los liberaron.
Todavía mayor fue el número de judíos a los que ayudó el musulmán más influyente de Europa, Si Kaddour Benghabrit, el imán de la Gran Mezquita de París. Gracias a él, se salvaron «cien judíos mediante una inteligente estrategia: bajo sus órdenes, el personal de la mezquita entregó a estos judíos documentos que certificaban identidad musulmana. Así se salvaron del arresto y la deportación» explica el historiador.
Otro héroe silenciado fue Khaled Abdelwahhab, un musulmán que refugió en su casa de campo de Mahdia, en Túnez, a varias familias para proteger a las mujeres de un oficial alemán con reputación de violador.
Son muchas las historia de estas personas aunque, como explica Robert Satloff, lo cierto es que la mayoría de los musulmanes prefirieron mantenerse al margen o colaborar con Hitler. Algunos eran «oficiales que manipulaban a los jueces en las cortes, guardias sádicos en los campos de trabajo, espías que indicaban a las SS los lugares donde los judíos se refugiaban...». De hecho, Satloff asegura que «sin la ayuda de los locales, la persecución de los judíos hubiese sido casi imposible».
Dos caras de la misma moneda que, según el historiador, «el pueblo árabe necesita conocer, tanto las de los héroes como las de los villanos».
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