El obispo chino desaparecido tras su consagración está «detenido» por el Gobierno comunista

China refuerza la persecución de los católicos. El obispo auxiliar de Shangái, Taddheus Ma Daqin, se encuentra detenido en el seminario de Sheshan. El sábado había desafiado abiertamente la política religiosa del régimen, al anunciar su decisión de abandonar la Asociación Patriótica de los católicos chinos, instituida en 1957 por el ente que se ocupa de los asuntos religiosos y que vigila cada detalle de la vida religiosa de los chinos. La Asociación reconoce al gobierno de Pekín y no a la Santa Sede como autoridad y sostiene que tiene el derecho de nombrar nuevos obispos.

Ma Daqin reforzó su desafío al rechazar la comunión de manos de Zhan Silu, un obispo nombrado por la Asociación patriótica sin el consenso de la Santa Sede. Ma Daqin desapareció al ser detenido por un grupo de funcionarios de la policía. Fuentes informan que habría sido llevado al seminario de Sheshan, en donde llevará a cabo “un retiro”. Parece que se trata de una versión “ad hoc” para hablar del arresto domiciliario ilegal o de los desaparecimientos temporales, intstrumentos que la policía china usa con normalidad para presionar a los disidentes. Los católicos de Harbin se habían opuesto al inmenso poder del Partido y de la Asociación patriótica, que habían decretado lícita la ordenación episcopal de Joseph Yue Fusheng.

Muchos fieles protestaron con oraciones y ayunos para alejar este gesto de desprecio de la autoridad espiritual del Papa; antes del 6 de julio, muchos sacerdotes se escondieron y huyeron de la ciudad para evitar que le sobligaran a participar en la ceremonia: las autoridades no pudieron encontrar un coro que cantara durante la liturgia de la consagración. La catedral estaba bajo el controld e la policía (por “motivos de seguridad”) y estaba prohibida la entrada.

Desde hace más de un año, los fieles y los sacerdotes diocesanos frenan la idea de la ordenación del padre Yue. Hace dos semanas se esparció el rumor de que la ordenación se habría llevado a cabo en junio, el día de la fiesta de los Santos Pedro y Pablo (para “arruinarle la fiesta al Papa”), pero al final no se llevó a cabo. Hubo muchos puntos oscuros e imprecisos: no se supo hasta el final el horario de la celebración ni quienes habrían sido los obispos que celebrarían el rito. Hasta las vísperas no les habían encontrado. 

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