Domingo, 29 de diciembre de 2024

Religión en Libertad

Habla el director de Ciro Cappellari

«Francesco y el papa»: El documental «no censurado» sobre Benedicto XVI

El director del documental Ciro Cappellari
El director del documental Ciro Cappellari

Capellari cuenta la vida cotidiana y los viajes de Benedicto XVI, los guardias suizos, los gendarmes, el ceremonial del Vaticano y la vida religiosa en una ciudad como Roma.

Zenit

El argentino Ciro Cappellari, director de la película "Francesco y el papa", actualmente en 69 salas de cine de Alemania y Suiza, entre idear y concluir el documental empleó aproximadamente un año y medio de trabajo con 70 días dedicados a las tomas. El costo del filme fue de 1,8 millones de euros.

No es una película ni un servicio periodístico sino el primer documental de 90 minutos de una troupe de cine en el Vaticano y en Castel Gandolfo

A través de un observatorio privilegiado: los ojos de un niño del Coro Pontificio de la Capilla Sixtina y de su colegio, la Schola Puerorum, Capellari cuenta la vida cotidiana y los viajes de Benedicto XVI, los guardias suizos, los gendarmes, el ceremonial del Vaticano y la vida religiosa en una ciudad como Roma.

Capellari precisa "no se ha dado ninguna censura o pedido de control del documental por parte de las autoridades" del Vaticano, "aunque no faltaron dificultades burocráticas para obtener los permisos que nos permitían filmar en medio a las ceremonias, misas, medidas de seguridad y el protocolo del Vaticano".

-¿Cómo nace la idea de este documental?
- La idea fue tomando forma poco a poco. No estuve de acuerdo con una novela en la que un niño huérfano llegaba al Vaticano.., pero no era tampoco un servicio periodístico, al final decidimos girar un documental. Entonces nos pusimos a seguir a los muchachos y su escuela, la Schola Puerorum. Individuamos a Francesco y propusimos nuestra idea al entonces director del coro monseñor Giuseppe Liberto, y si bien nos indicó que nunca un niño había cantado como solista para el Papa, consideró que se podía hacer.

-¿La idea que tenía antes de tomar contacto con la escuela de la Capilla Sixtina correspondía a lo que encontró?
No, para nada. Antes de tomar contacto con la Schola Puerorum tenía una idea más bien negativa. Pensaba que los jóvenes eran pupilos, que fuera rígida, anticuada. Cuando conocí a monseñor Liberto y los docentes me quedé sorprendido. Desde el punto de vista didáctico era modernísima, los niños tienen una preparación que les empeña, si bien al mismo tiempo reciben mucho, era notablemente abierta. También pude ver el esfuerzo del maes tro de canto, el sacerdote brasileño Marco Paván, un óptimo maestro, una autoridad sana, a veces estricta y siempre correcta.

Los jóvenes cantan con mucha dedicación y están felices de estar en el coro de dicha escuela. Pero también los papás, que a veces les traen diariamente desde lejos para que puedan estudiar.

-¿Y durante la realización de la película hubo alguna historia interesante?
En una de las escenas se ve a los niños que juegan fútbol en una cancha en la que, detrás, se ve la cúpula de San Pedro. Sabíamos que a esa hora pasaba el helicóptero del Papa que de Castel Gandolfo regresaba a San Pedro y en el aparato sabían que estábamos allí girando la película. En un preciso momento, mientas los niños jugaban, uno señaló y dijo: "llega el Papa". Intent& eacute; enfocar el helicóptero pero estaba algo lejos. "¡Caramba!", pensé. De repente vi que el helicóptero se acercaba y daba una vuelta casi encima nuestro, entre los niños que exultaban. Tuve la alegría de hacer una buena toma y de alarmar a los servicios de seguridad, preocupados por un movimiento extraño que no estaba previsto.

La dificultad nacida de un problema de comunicación interna casi nos cuesta el permiso para seguir filmando el documental, pero al final todo se esclareció.

-¿No cambió de voz Francesco en dicho período de tiempo?
-Sí, Francesco cambió la voz, pero después de que terminamos el filme. Era un riesgo que un documental tiene que correr. Por suerte nos fue bien. De lo contrario, el filme hubiera tenido un final distinto.

-¿Fue necesario algún permiso particular?
-Sí, permisos y mucha burocracia. De dos instituciones diferentes, el Consejo Pontificio para las Comunicaciones Sociales y de las autoridades de los lugares en donde se filmaba. A veces llegaba uno, otras faltaba el otro. Poco a poco nos fueron aceptando como parte de la ciudad del Vaticano y todo fue más fácil. Nunca me censuraron ni indicaron cómo debía trabajar, incluso cuando alguna persona en el Vaticano no estaba de acuerdo con una escena específica. Seguramente una misa es un evento espiritual y no incluye a una troupe grabando.

-¿Intentaron entrevistar al Papa?
-No fue posible, porque no se quería crear un precedente. Contrariamente otros medios hubieran pedido entrevistas. Tuvimos sí, unos 15 encuentros con el secretario privado del Papa.

-¿Otras tomas importantes?
- Sí, por ejemplo, en el viaje a Jerusalén, logramos encontrar la casa de un profesor que daba hacia la explanada del Muro de las Lamentaciones, y había policías francotiradores que nos apuntaban, pero las tomas fueron espectaculares, con el Papa de blanco y atrás Jerusalén.

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