La obsesión hacia las conversiones en el mundo islámico
El final feliz de la pesadilla de la implacable persecución a un converso en el «moderado» Egipto
El infierno de El-Gohary ha llegado a su fin. Pero la persecución hacia los que abrazan la fe en países islámicos viene durado más de 1.400 años.
No hace mucho ha llegado a su final feliz, el dramático y emblemático caso de persecución, después de un infierno que duró varios años, hacia Maher Ahmad El-Mo´otahssem Bellah El-Gohary, y el de su hija adolescente, Dina Mo´otahssem, convertidos del Islam al cristianismo en Egipto.
Según lo relatado por Compass Direct News, el hombre llegó, junto a su hija, el pasado 30 de marzo a París desde Damasco –donde se sentían en peligro- , gracias a un permiso obtenido por vía judicial para el expatrio, después de la “Revolución del 25 de enero” y gracias a la caída del presidente Hosni Mubarak, informa Zenit.
El-Gohary (o Peter Athanasius, como también es conocido) se acercó al cristianismo hace casi 40 años, cuando acudía a la academia de policía y compartía habitación con un alumno copto. Los episodios de “bulling” hacia su compañero cristiano hiciron que se interesara por la fe cristiana, en aquel entonces desconocida por él. El-Gohary comenzó a leer la Biblia, algo que fue duramente censurado por sus padres –al considerar la Sagrada Escritura “verdaderamente un libro pésimo”.
Su decisión de seguir a Jesucristo trajo como consecuencia constantes ataques de “bulling” en la academia de policía. Al tiempo que decide dejar la carrera policial, su conversión al cristianismo provoca una crisis en su matrimonio con una musulmana, que pide y obtiene el divorcio.
A partir de agosto de 2008 la vida de El-Gohary se convierte en una auténtica pesadilla. Denuncia al gobierno de Egipto, pidiendo el derecho de cambiar su pertenencia religiosa en el documento nacional de identidad con el fin de evitar que su hija menor de edad fuese considerada “apóstata” y fuera obligada a seguir los cursos de religión islámica u obligada a contraer matrimonio con un musulmán.
El ejercicio de este derecho suscitó tal malestar, que ambos se vieron forzados a esconderse y vivir en lugares secretos. Fueron víctimas de agresiones verbales (también desde los megáfonos de las mezquitas) y físicas. Ir al supermercado o visitar una iglesia, se volvieron actividades altamente arriesgadas. En 2009, el Consejo de Estado decide que El-Gohary ha violado la ley islámica y podría incluso sufrir la pena de muerte por haber cambiado de religión. Días después confiscan su pasaporte, impidiéndole salir del país. Al año siguiente, el Tribunal del Consejo de Estado en Giza se niega a devolverle el documento.
“Creo que es una manera de castigo para dar ejemplo a otros musulmanes que pretenden convertirse”, comentó El-Gohary hablando de las acciones tomadas hacia él (CDN, 25 de mayo de 2010). No obstante, el hombre no cede y decide seguir su lucha. “Quiero mostrar a la gente – afirmó – la cantidad de persecuciones que los convertidos del Islam sufren aquí, y que esta persecución se ha llevado a cabo durante 1.400 años”.
La situación fue definida como “dura, muy dura” por El-Gohary. Sobre todo para la hija adolescente, pasando los últimos años sin amigas o compañeras, la vida marcada por el aislamiento ha sido muy pesada. “Tengo mucho, mucho miedo”, admitió hace un año la joven. “No entiendo porque se me trata de este modo”, continuó diciendo la joven, cuyo sueño es convertirse en estilista.
“Elegí esta religión porque me gusta. ¿Por qué se me ha de tratar de este modo?”, dijo Dina, que en noviembre de 2009 escribió una carta al presidente estadounidense Barack Obama para llamar la atención sobre la persecución de los cristianos en Egipto.
También para Dina la fuga de Egipto -definida por su padre como “un milagro de Dios”- y la llegada a Francia, marca el final de una larga pesadilla y el inicio de una vida nueva. Sin duda una buena noticia en este tiempo pascual.
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