Participaron en el acto alrededor de un centenar de personas, rodeadas dentro del edificio religioso por decenas de funcionarios del Gobierno. El entorno de la iglesia estaba cercado por un centenar de policías vestidos de paisano y en uniforme.
Según los testimonios recogidos por los feligreses de Pingquan, se prohibieron los aparatos de toma de imágenes en la iglesia y se desactivó la cobertura de telefonía móvil.
Ese despliegue de fuerzas policiales se explica por el carácter sensible de la ordenación episcopal del padre Guo Jincai.
Desde el inicio de este año, han tenido lugar dos ordenaciones episcopales en la China continental, ambas de un obispo “oficial” a la vez reconocido por Roma y aprobado por las autoridades chinas.
En el caso del padre Guo, que es el secretario general adjunto de la Asociación Patriótica de los Católicos y que Pequín tenía mucho interés en que se convirtiera en obispo, la Santa Sede había indicado claramente que el joven sacerdote “no ha recibido la aprobación del Santo Padre para ser ordenado obispo de la Iglesia católica”.