Ven a Mí viva de alegría
1425. 9 de febrero. Después de la comunión.
Dilata tu alma en la alegría. La alegría Me honra, porque nace de la confianza. Me llega al Corazón; se añade a Mis Alegrías del Cielo. Habitemos juntos, Mi Gabriela, en la Alegría.. . Haz como si fueras tú la encargada de dármela. Que tu cámara secreta tenga una constante irradiación de vida; como si pusieras flores dentro de ti para recibirme. Y Me dirás entonces: 'Señor, ya puedes entrar'. Y Yo entraré y Me gozaré en la decoración. ¡Oh, esa alegría que viene de la pureza de la intención!
1426. 11 de febrero. Después de la comunión.
Le dije: Si yo estuviera segura de que Te consuelo y Te agrado haciendo esto o aquello, eso multiplicaría mis fuerzas.
El: Si lo que Me haces o Me dices es por su naturaleza misma capaz de agradar a un hombre ordinario, puedes estar segura de que a Mí Me agrada mucho más, porque Yo Soy el más Sensible, el más Amante y el más Delicado.
Nunca pienses que te diriges a un recuerdo, a un ideal pasado, a un Dios lejano; te diriges a Mí, que vivo en ti, que Soy tu Inmediato; y cuando Me hables a Mí o a Mi Madre, que sea con una sonrisa amorosa.
Dame a Mí la buena acogida que tanto celebran en ti. Ven a Mí toda viva de alegría, de serenidad y de ternura. Es un dulce esfuerzo de tu parte, que transformará nuestras relaciones. Tendremos una vida de familia, que es lo que Yo busco en vosotros."
Gabriela Bossis (1874-1950) fue la menor de cuatro hijos en una familia católica francesa que la educó cristianamente. Se diplomó en enfermería y sirvió como tal en las misiones de Camerún, por lo que fue condecorada. Fue una persona abierta y comunicativa muy entregada a Cristo, pero que no sintió la vocación religiosa. En 1923 escribió su primera comedia, alcanzó celebridad por obras entretenidas y edificantes que se estrenaron en numerosos países, incluso interpretando ella algún papel. En 1936 comenzó a transcribir sus diálogos con el Señor, una experiencia mística que vivió durante años. Fue dirigida espiritualmente por varios sacerdotes, que dieron luego testimonio de su paz interior. En uno de sus cuadernos escribe las siguientes palabras que escuchó de Cristo: "Tú has estado siempre bajo mi dirección". Todos esos escritos se agruparon en volúmenes agrupados bajo el título Él y yo. Murió después de experimentar durante varios meses dolencias respiratorias y pérdida de visión, que sobrellevó con el mismo espíritu de conformidad con la voluntad de Dios que guió toda su vida.