Ante Mis Ojos no hay nada pequeño
1440. 24 de mayo de 1945.
Trata de encontrarme en tus deberes de estado bien cumplidos. Allí te espero con todo Mi Amor; ven tú con todo el tuyo, que no es tan grande, pero Me expresarás tu deseo do que crezca. Apelarás al Mío para calentar el tuyo. Seguirás siendo una niña pequeña e incapaz, a la cual será preciso que Yo preste el socorro más cuidadoso y delicado.
1441. 24 de mayo.
Soporta las espinas de cada día por amor a Mí y esto preparará tu alma para la virtud heroica. Comprende que la Unión con Dios no es otra cosa que hacer Su Voluntad. Siempre llega en la vida del hombre un instante que demanda una virtud suprema y la Gracia para ello se habrá merecido con la aceptación amorosa de las penas cotidianas.
Con esto verás que los pequeños trabajos rutinarios son de gran valor para un alma que se
entrega a Mí en afectuosa obediencia. ¿No te he dicho tantas veces que ante Mis Ojos no hay
nada pequeño y que todo está en la manera amorosa de realizarlo?
Gabriela Bossis (1874-1950) fue la menor de cuatro hijos en una familia católica francesa que la educó cristianamente. Se diplomó en enfermería y sirvió como tal en las misiones de Camerún, por lo que fue condecorada. Fue una persona abierta y comunicativa muy entregada a Cristo, pero que no sintió la vocación religiosa. En 1923 escribió su primera comedia, alcanzó celebridad por obras entretenidas y edificantes que se estrenaron en numerosos países, incluso interpretando ella algún papel. En 1936 comenzó a transcribir sus diálogos con el Señor, una experiencia mística que vivió durante años. Fue dirigida espiritualmente por varios sacerdotes, que dieron luego testimonio de su paz interior. En uno de sus cuadernos escribe las siguientes palabras que escuchó de Cristo: "Tú has estado siempre bajo mi dirección". Todos esos escritos se agruparon en volúmenes agrupados bajo el título Él y yo. Murió después de experimentar durante varios meses dolencias respiratorias y pérdida de visión, que sobrellevó con el mismo espíritu de conformidad con la voluntad de Dios que guió toda su vida.