Suaves confidencias
1468. 6 de octubre.
Yo había rehecho el bordado de oro del velo para la bendición y un poco por vanidad, pensaba mostrarlo a mis amigas.
El: ¿No te basta con que lo vean Mis Ojos?
1469. 11 de octubre.
Yo pronunciaba con mu-cha ponderación las palabras 'Padre Nuestro'. Me dijo: Dios es tu Padre. Entra bien en la profundidad de esa palabra. El te ha adoptado por Amor,
pues es el amor siempre la causa de las adopciones. Que te deleite la dulzura de ser hija de un tal Padre. Sobre todo, no te admires del Nombre que a Sí mismo Se da; lo contristarías. Y piensa que ningún padre es Padre como El y esto te animará a esperarlo todo de El, en medidas insospechadas; y que debes hacer crecer incesantemente tus balbuceos de afecto y
reconocimiento. Porque El vela sobre todo lo tuyo y lo conoce mejor que tú.
El es el Alma de tu alma. Ha puesto en ti Su Morada. Es allí donde debes buscarlo con una
sonrisa, deseándole que Su Reino venga por fin, que Su Voluntad sea hecha. Pídeme el aumento de tu Fe en Su Presencia íntima. No temas abusar, ¡es tan poco lo que pides! ¿Por qué?
Examínate, a lo mejor es una falta de confianza. ¿O será despreocupación? ¿O más bien una
inclinación a no contar sino contigo misma? ¡Cuántas alegrías perdería Yo si no Me dejaras
ayudarte!
Ama en todo momento. Ya hace tiempo que aprendiste a distinguirme de todas las
cosas de la Tierra. ¡Qué lejana estabas al principio! ¡Y rara! Te Me dabas simplemente a la hora de la comunión y no pensabas para nada en vivir apretada a Mí en todos los actos del día. . . ¿No podrás ahora reparar el tiempo perdido y entrar dulcemente en el tiempo de los desposorios?
Gabriela Bossis (1874-1950) fue la menor de cuatro hijos en una familia católica francesa que la educó cristianamente. Se diplomó en enfermería y sirvió como tal en las misiones de Camerún, por lo que fue condecorada. Fue una persona abierta y comunicativa muy entregada a Cristo, pero que no sintió la vocación religiosa. En 1923 escribió su primera comedia, alcanzó celebridad por obras entretenidas y edificantes que se estrenaron en numerosos países, incluso interpretando ella algún papel. En 1936 comenzó a transcribir sus diálogos con el Señor, una experiencia mística que vivió durante años. Fue dirigida espiritualmente por varios sacerdotes, que dieron luego testimonio de su paz interior. En uno de sus cuadernos escribe las siguientes palabras que escuchó de Cristo: "Tú has estado siempre bajo mi dirección". Todos esos escritos se agruparon en volúmenes agrupados bajo el título Él y yo. Murió después de experimentar durante varios meses dolencias respiratorias y pérdida de visión, que sobrellevó con el mismo espíritu de conformidad con la voluntad de Dios que guió toda su vida.
Momentos llenos de suaves confidencias y de expectación. Yo estoy dispuesto, amada Mía, a
escucharte, atento desde ahora e inclinado para recoger la primera palabra que Me digas. ¡Que sea como un grito!