Sigo siendo un 'hermano mendicante'
1398. 2 de noviembre, en mi soledad.
Mi Amor, ¿qué tal si entráramos a nuestra cámara de trabajo para pensar los dos en la preparación de Tu Reino?
El: "Hija Mía, ya el mero deseo que tienes de que venga Mi Reino lo hace más próximo. Es una pequeña luz en la noche de los tiempos actuales. Es una presión sobre las fuerzas de Mi Corazón. Imagínate a un pobre tan desposeído de todo que no hubiera podido obtener un trago de agua para su sed ardiente. Si sobre sus labios caenftinas gotas de agua, ¿no crees que con ellas se sentirá muy aliviado? De manera igual, un deseo que arde en amor ofrece a Mi Misericordia como un pretexto para manifestarse.
Y tú sabes, además, que Yo siempre doy más de lo que se Me pide. Como un hombre rico que
quisiera hacer recordar por siempre sus larguezas, se vale de ese medio para hacer que piensen en él. ¿Y quién más que Yo busca poseer vuestro pensamiento? Las gentes del mundo se dicen con frecuencia 'no os olvidaré', o bien, 'no me olvides', y no son sino amigos de la Tierra.
¿Cómo es posible que vuestro gran Amigo, el que es vuestro Principio, vuestro Fin y vuestro Todo, no reciba este tipo de palabras afectuosas, signos de calor del corazón? Como ves, sigo siendo un 'hermano mendicante'.
Y yo escribo Tus adorables Peticiones uniéndome a Ti en los momentos en que el Evangelio dice que escribiste en la arena.
Y ahora Me valgo de ti para escribir y no sobre la arena, sino en el fondo de las almas. Escribo con alegría y luz.
Gabriela Bossis (1874-1950) fue la menor de cuatro hijos en una familia católica francesa que la educó cristianamente. Se diplomó en enfermería y sirvió como tal en las misiones de Camerún, por lo que fue condecorada. Fue una persona abierta y comunicativa muy entregada a Cristo, pero que no sintió la vocación religiosa. En 1923 escribió su primera comedia, alcanzó celebridad por obras entretenidas y edificantes que se estrenaron en numerosos países, incluso interpretando ella algún papel. En 1936 comenzó a transcribir sus diálogos con el Señor, una experiencia mística que vivió durante años. Fue dirigida espiritualmente por varios sacerdotes, que dieron luego testimonio de su paz interior. En uno de sus cuadernos escribe las siguientes palabras que escuchó de Cristo: "Tú has estado siempre bajo mi dirección". Todos esos escritos se agruparon en volúmenes agrupados bajo el título Él y yo. Murió después de experimentar durante varios meses dolencias respiratorias y pérdida de visión, que sobrellevó con el mismo espíritu de conformidad con la voluntad de Dios que guió toda su vida.