Todo se embellece cuando lo toca el Amor
1449. 2 de julio.
Yo: Señor, haz que cada una de mis visitas le traiga al prójimo alegría y paz. Pero,
¿seré lo suficientemente pura?
El me contestó: ¿Quién es puro? No hay sino pecadores y purificados. ¡Ay de aquéllos que se enorgullecen de no sucumbir a una tentación que no los asalta!
1450. 5 de julio. Hora Santa.
Sí, hija. Piérdete en Mí y no te vuelvas a encontrar. Yo sabré bien guardarte si te entregas a Mí.
¿Sabes lo que es entregarte y lo que es servirme? Un buen servidor piensa siempre en el bien de su amo; le gustaría aumentar su fortuna, si le fuera posible; se enorgullece de su reputación, pues lo ama hasta el olvido de sí.
Yo no os llamo ya Mis servidores, sino Mis amigos. ¡Cuáles tienen que ser, entonces, vuestros
sentimientos de confusión, de gozo, de Esperanza en este Amigo rico e incomparable! Pues se diría que no quiso ser rico sino para daros y haceros favores. Y si tú estuviste contenta esta mañana cuando regalaste un objeto al templo, piensa en Mi Alegría cuando veo que por Mis Méritos vuestras almas se enriquecen. Porque todo se embellece cuando lo toca el Amor.
Gabriela Bossis (1874-1950) fue la menor de cuatro hijos en una familia católica francesa que la educó cristianamente. Se diplomó en enfermería y sirvió como tal en las misiones de Camerún, por lo que fue condecorada. Fue una persona abierta y comunicativa muy entregada a Cristo, pero que no sintió la vocación religiosa. En 1923 escribió su primera comedia, alcanzó celebridad por obras entretenidas y edificantes que se estrenaron en numerosos países, incluso interpretando ella algún papel. En 1936 comenzó a transcribir sus diálogos con el Señor, una experiencia mística que vivió durante años. Fue dirigida espiritualmente por varios sacerdotes, que dieron luego testimonio de su paz interior. En uno de sus cuadernos escribe las siguientes palabras que escuchó de Cristo: "Tú has estado siempre bajo mi dirección". Todos esos escritos se agruparon en volúmenes agrupados bajo el título Él y yo. Murió después de experimentar durante varios meses dolencias respiratorias y pérdida de visión, que sobrellevó con el mismo espíritu de conformidad con la voluntad de Dios que guió toda su vida.