¿No es verdad que cuando tú sabes que alguien te quiere te gusta que te lo diga?
1. 22 de agosto 1936.
En un buque. Durante el concierto clásico yo Le ofrecía como en gavillas los sonidos con su dulzura. El me dijo suave-mente, como lo había hecho otra vez: "Hija Mía, Mi pequeñita".
2. 23 de agosto.
Se arregló el piano en forma de altar. Yo pensaba en las gaviotas, en los aviones
que aterrizan en algunos barcos. El me dijo: "Por esta vez, el que viene es Cristo".
3. Yo decía, viendo la agitación del mar: "Señor, Tú sabes que todo esto lo hago por Ti; entonces, ¿para qué Te lo digo?" El: "Es necesario que Me lo digas, porque a Mi Me gusta oírlo. Dímelo con frecuencia. ¿No es verdad que cuando tú sabes que alguien te quiere te gusta que te lo diga?"
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