Dímelo todo con humildad
1312. 8 de abril de 1943
En la iglesia de Ingrandes.
"Nada que sea inútil, ni en las palabras ni en los ademanes. Nada que esté fuera de Mí. Todo Me lo ofrecerás en tu corazón y Yo dispondré de todo. Así serás Mi pequeña colaboradora; porque en Mi Vida nada fue inútil, ni siquiera una Mirada o un solo Pensamiento. Y Mi Finalidad era una sola: Mi Padre y vosotros. De semejante manera, vive solamente para el Reino de Dios y para la salvación de los hombres. ¡Es tan poco lo que queda aún de vida sobre la Tierra!
Dámelo pues todo, en reparación de todo lo que te guardaste para ti en tu despreocupada
juventud. No creas que al envejecer perdáis la belleza del alma: ¡al contrario! Con frecuencia es en la ancianidad cuando se derraman todos los esplendores; cuando la sabiduría y el amor se encuentran más cerca de la Divinidad. Hay que amar. Amar sin medida y sin interrupción. Hay que entrar en la intimidad de Mis Sufrimientos, los conocidos y los desconocidos y saludarlos como la Fuente de tu salvación.
Hija Mía querida, acércate a Mí. Muy cerca. Háblame al oído con el lenguaje de los grandes
secretos; que tu corazón se vuelque en el Mío. Nunca Me has dicho demasiadas cosas. No eres suficientemente confiada. Dímelo todo, dámelo todo, con profunda humildad. Como Juan, a quien Yo tanto amaba, y que escogía siempre el último lugar. Tú Me darás gozo y consolación, como Juan. No creas que abunden los que tienen la idea de consolarme y estén dispuestos a tomarse una molestia para darme una prueba de amor. Y sin embargo, aun a vosotros os da gusto cuando recibís una prueba de afecto: ¿Qué decir de Mí, el más tierno, el más afectuoso, el más sensible?
No. Tú no estás en el mismo vacío cuando te sacrificas en algo. Más tarde lo verás y te alegrarás muchísimo de haberme complacido. Si Me comprendieras bien, vivirías en medio de toda la Creación como si nada existiera. Tus ojos no acabarían realmente de abrirse sino sobre tu gran Amigo, tu Creador y Salvador, tu último Fin, que alcanzarás mañana. Es el encuentro continuado, ¡alégrate!"
Gabriela Bossis (1874-1950) fue la menor de cuatro hijos en una familia católica francesa que la educó cristianamente. Se diplomó en enfermería y sirvió como tal en las misiones de Camerún, por lo que fue condecorada. Fue una persona abierta y comunicativa muy entregada a Cristo, pero que no sintió la vocación religiosa. En 1923 escribió su primera comedia, alcanzó celebridad por obras entretenidas y edificantes que se estrenaron en numerosos países, incluso interpretando ella algún papel. En 1936 comenzó a transcribir sus diálogos con el Señor, una experiencia mística que vivió durante años. Fue dirigida espiritualmente por varios sacerdotes, que dieron luego testimonio de su paz interior. En uno de sus cuadernos escribe las siguientes palabras que escuchó de Cristo: "Tú has estado siempre bajo mi dirección". Todos esos escritos se agruparon en volúmenes agrupados bajo el título Él y yo. Murió después de experimentar durante varios meses dolencias respiratorias y pérdida de visión, que sobrellevó con el mismo espíritu de conformidad con la voluntad de Dios que guió toda su vida.