Me encontrarás en tu corazón
1362. 23 de3 marzo. Iglesia de Ingrandes.
Ciérrate al Mundo. Sólo Yo. Aviva tu amor; desea, llama; grita pidiéndome auxilio. Tú sabes bien que llegaré. Quiero que muestres más amabilidad y encanto y que busques el bien en todas sus formas, para con todos tus prójimos, con una gracia que sea difícil de olvidar. Y todo esto, no con la intención mundana de agradar, sino con la de asemejárteme.
Yo solo Soy bastante como para llenar tu corazón. Si realmente lo supieras, no te sería difícil creerlo; pero lo bueno es que creas sin saber. Con esto Me complaces y atraes sobre ti innumerables favores. Elévate siempre; búscame en el Cielo y Me encontrarás en tu corazón.
Que haya entre nosotros dos una incansable primavera de amor; dulces relaciones cada día
renovadas e inefables conversaciones. . . Las palabras que tengas que decirme, te las inspiraré Yo, para que no falles ni siquiera en el acento. Y si nada tienes que decirme, Me mirarás; puede haber tanto amor en una mirada... tanto como en una sonrisa. Lo importante es que nos correspondamos; que no haya entre nosotros silencios de indiferencia ni detenciones en la vida íntima. Pídeme que continuamente te socorra, pues sin ello no podrás...
Reconoce tu nada. Ve en dónde te encuentras. Humíllate y tiéndeme los brazos. Yo te haré volar sobre el obstáculo, teniéndote en Mi Corazón.
Gabriela Bossis (1874-1950) fue la menor de cuatro hijos en una familia católica francesa que la educó cristianamente. Se diplomó en enfermería y sirvió como tal en las misiones de Camerún, por lo que fue condecorada. Fue una persona abierta y comunicativa muy entregada a Cristo, pero que no sintió la vocación religiosa. En 1923 escribió su primera comedia, alcanzó celebridad por obras entretenidas y edificantes que se estrenaron en numerosos países, incluso interpretando ella algún papel. En 1936 comenzó a transcribir sus diálogos con el Señor, una experiencia mística que vivió durante años. Fue dirigida espiritualmente por varios sacerdotes, que dieron luego testimonio de su paz interior. En uno de sus cuadernos escribe las siguientes palabras que escuchó de Cristo: "Tú has estado siempre bajo mi dirección". Todos esos escritos se agruparon en volúmenes agrupados bajo el título Él y yo. Murió después de experimentar durante varios meses dolencias respiratorias y pérdida de visión, que sobrellevó con el mismo espíritu de conformidad con la voluntad de Dios que guió toda su vida.