Domingo, 22 de diciembre de 2024

Religión en Libertad

El Banquete no termina nunca

Gabriela Bossis

 1339. 3 de noviembre.

"Tú te inquietas por esta hora de oración, temiendo hacerla mal, pero ya sabes que estamos juntos: lo que falte lo supliré Yo, ¿No es así como pasan las cosas entre amigos? ¿No es lo mismo que tú harías con una persona muy querida? ¡Cuánto más Yo, tu Dios y Salvador!

Lo que más estimo y quiero de ti es la confianza; como a ti te gustaría gozar de la total confianza de un pobre y te encantaría ayudarlo y que él te llamara en su  socorro, puesto que
tú podrías ayudarlo. Sábete que en toda situación puedo ayudarte y que Mi Corazón encendido lo desea.

Tengo un inmenso anhelo por vuestra perfección; sois Mi Cuerpo y Mi Cuerpo debe ser perfecto. Mantén tu voluntad unida a la Mía. Desea ser lo que Yo he querido que seas y pon en este deseo todo tu amor y tu intensidad. ¡Qué hermosa vida la de los corazones unidos!

Yo estoy dispuesto, os aguardo a todos para la gran Fusión. A vosotros toca verme en todo y así alcanzarme. No os quedéis en el camino. Acercaos y entrad sin temor en Mi Corazón, vuestra eterna Morada. Mi Corazón, que es la Casa paterna, vuestra Mansión de Reposo
y Felicidad. Entrad. Es vuestra Casa y en Ella sois esperados. ¿No es muy dulce ser esperados? Se ha preparado para vosotros un Banquete y el Banquete Soy Yo mismo. El que sirve es el Amor.

Que tu ternura, hija, te ponga en condiciones de ser el comensal más atendido y más encantado.
El Banquete no termina nunca. Se desarrolla primero en el misterio y la penumbra de los
secretos; se ilumina a la hora de la muerte. Es solamente entonces cuando el alma ve Quién es el que la recibe, la ama y la guarda."

 

 Gabriela Bossis (1874-1950) fue la menor de cuatro hijos en una familia católica francesa que la educó cristianamente. Se diplomó en enfermería y sirvió como tal en las misiones de Camerún, por lo que fue condecorada. Fue una persona abierta y comunicativa muy entregada a Cristo, pero que no sintió la vocación religiosa. En 1923 escribió su primera comedia, alcanzó celebridad por obras entretenidas y edificantes que se estrenaron en  numerosos países, incluso interpretando ella algún papel. En 1936 comenzó a transcribir sus diálogos con el Señor, una experiencia mística que vivió durante años. Fue dirigida espiritualmente por varios sacerdotes, que dieron luego testimonio de su paz interior. En uno de sus cuadernos escribe las siguientes palabras que escuchó de Cristo: "Tú has estado siempre bajo mi dirección". Todos esos escritos se agruparon en volúmenes agrupados bajo el título Él y yo. Murió después de experimentar durante varios meses dolencias respiratorias y pérdida de visión, que sobrellevó con el mismo espíritu de conformidad con la voluntad de Dios que guió toda su vida.

 

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