Domingo, 22 de diciembre de 2024

Religión en Libertad

Felices desgraciados

Gabriela Bossis

1001. 11 de octubre. Hora Santa. Yo: “Dime, Señor, ¿puedo pedirte que todos me quieran? ¡Sería con ello tan feliz.” El: "No solamente pueden pedírmelo, sino que conviene que ofrezcas con esta intención todas tus obras. Pues, aunque te parezca raro, hay ciertas Gracias que no puedo conceder sino cuando Me las piden. Este tipo de Gracias implican un trabajo entre dos: el hombre y Yo. A cada uno le toca su parte, ya sabes que Yo nunca Me impongo. En consecuencia, es indispensable que Me invitéis, que Me dejéis obrar en vosotros. Con esto se prolonga todavía Mi Vida sobre la Tierra, y por ello te digo algunas veces: ‘prolóngame’.
"Tu vida, Yo te la di. Dámela pues en todos tus actos. Es algo grande 'hacer vivir a Dios'. Y es,
ademas, tan simple. Imagínate por un instante a todos los que actualmente viven sobre la Tierra,

¡Qué maravilloso espectáculo sería para el Cielo si todos Me dejaran vivir en ellos! Porque todos vosotros sois un espectáculo para los ángeles y los santos." (Como sonriendo): ''Como ves, todavía estás pisando el escenario. Si pensárais en esto, os aplicaríais con mayor intensidad a hacer bien las cosas. Y si pensárais que no quito un solo instante la mirada de vosotros, esto os haría poner un poco más de atención. Quizás Me amaríais un poquito más. "No descuidéis, hijitos, nada que pueda aumentar vuestro amor; porque sólo allí está vuestra felicidad.

Apenas veáis una verdad u os roce un pensamiento, conservadlo en vuestro corazón durante todo el día y miradlo como Me miraríais a Mí mismo en un espejo.
Llamadme con frecuencia. Un padre de la Tierra es siempre feliz cuando lo llama su hijito. A
veces no responde luego, pero es para que el niño lo llama de nuevo. Ya recordarás Mi aparente rechazo de la mujer cananea. Lo hice porque quería llevarla a la hermosa y humilde respuesta que Me dio. Asimismo, cuando parece que no os oigo, llamadme todavía, y Me daréis un inmenso gozo: tengo siempre urgencia de vosotros, especialmente de los más pequeños, de los más pobres. ¡Cuántos han entrado ya en Mi Corazón de entre los más miserables! ¡Oh, felices desgraciados!"

Gabriela Bossis (1874-1950) fue la menor de cuatro hijos en una familia católica francesa que la educó cristianamente. Se diplomó en enfermería y sirvió como tal en las misiones de Camerún, por lo que fue condecorada. Fue una persona abierta y comunicativa muy entregada a Cristo, pero que no sintió la vocación religiosa. En 1923 escribió su primera comedia, alcanzó celebridad por obras entretenidas y edificantes que se estrenaron en  numerosos países, incluso interpretando ella algún papel. En 1936 comenzó a transcribir sus diálogos con el Señor, una experiencia mística que vivió durante años. Fue dirigida espiritualmente por varios sacerdotes, que dieron luego testimonio de su paz interior. En uno de sus cuadernos escribe las siguientes palabras que escuchó de Cristo: "Tú has estado siempre bajo mi dirección". Todos esos escritos se agruparon en volúmenes agrupados bajo el título Él y yo. Murió después de experimentar durante varios meses dolencias respiratorias y pérdida de visión, que sobrellevó con el mismo espíritu de conformidad con la voluntad de Dios que guió toda su vida.

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