Dad como Yo mismo doy
921. En la hermosa iglesia del siglo XIII. "Guárdate de pensar que Yo exijo que las almas sean
perfectas para recibirlas en Mi Corazón. Daos a Mí con todas vuestras miserias y negligencias y con vuestras faltas de cada momento. Reconocedlas a Mis Pies pidiéndome perdón por ellas y estad seguros de que sois los hijos queridos de Mi Amor."
922. En un pequeño corredor que me servía de aposento, me había yo refugiado llevando todos los cuadernos que contienen Sus Palabras. El: "Hazme el honor de leer un poco cada día. Te sentirás unida a Mí y como elevada sobre la Tierra,"
923. En un claro entre el boscaje a donde solía yo ir para pensar en El; las mariposas,
numerosísimas, se aglomeraban sobre las matas de salvia. Me dijo: "Ya lo ves, hasta en la
naturaleza necesitan los unos de los otros y nadie está exento del deber de dar. Da. Dad como Yo mismo doy. El hábito de dar es una armadura de fuerza y de alegría. Es la negación de uno mismo. Es como Mi Vida pública después de las plegarias de Mis Noches."