Misericordia, humildad, dulzura
1423. 10 de febrero de 1945. Hora Santa.
No te asombres de que con tanta frecuencia te haya Yo recomendado pedir la misericordia, la humildad, la dulzura. Es que esos son los signos distintivos del Corazón de tu Esposo y tú debes parecértele. Serás más feliz cuando realmente poseas esas virtudes y toda Mi Preocupación está en que lleguéis a la felicidad. No es cosa de poco más o menos; es Mi Voluntad precisa de que te empeñes por adquirir esas tres virtudes tan dulces y tan
raras.
¡Dulce dulzura! ¡Dulce humildad! ¡Dulce misericordia!
Pídelas a Mi Madre. Ofrece sacrificios para llegar a poseerlas. El germen de esas vrrtudes es el sincero deseo de poseerlas. Entonces, como siempre, pide Mi Ayuda.
Un padre gusta de que su hijito que todavía no sabe andar le tienda la mano y si el niñito se
fatiga, el padre lo aprieta sobre su pecho. ¿Quien de los dos, el padre o el hijo, es el más feliz? ¡Si supieras lo que es esa Misericordia que tú debes imitar! Es pasar por encima de todo para
inclinarse sobre un corazón; es no fijarse ni en las frustraciones ni en la ingratitud; es ser todavía más amables para con aquéllos que nos hicieron sufrir. Cuando llegues a eso Me verán a Mí con sólo verte a ti; Me haré ver a través de ti como por transparencia. Pero eres muy pequeña y te preguntas cómo podría ser eso. Hay una Gracia que viene de la unión. Algo que se nota en la voz, en la mirada, en los gestos y ademanes. Eso lo pudiste observar ayer, cuando esa parienta tuya que no te había visto en años, exclamó: '¡Cuánto te quiero!' Se dirigía a Mí, pues Yo Me había manifestado por medio de tu voz.
Entonces yo Le dije: Señor, que sea siempre así. ¡Que vean en mí siempre algo Tuyo!
El: Desaparece cada vez más, hija Mía; ensánchate y piérdete en Mí, que Soy el Océano infinito. ¡Es tan fácil para ti perderte, puesto que Yo te espero! Y esto será cuando
tu voluntad sea una sola cosa en la Mía; cuando el único objetivo de tu vida sea la Gloria del Padre; cuando no tengas para hablarme sino la palabra ‘Te amo con toda la fuerza de este corazón que Tú me diste’. Eso es todo.
Entonces el Padre nos tomará a los dos juntos como una sola Ofrenda, una sola: tú y Yo.
Gabriela Bossis (1874-1950) fue la menor de cuatro hijos en una familia católica francesa que la educó cristianamente. Se diplomó en enfermería y sirvió como tal en las misiones de Camerún, por lo que fue condecorada. Fue una persona abierta y comunicativa muy entregada a Cristo, pero que no sintió la vocación religiosa. En 1923 escribió su primera comedia, alcanzó celebridad por obras entretenidas y edificantes que se estrenaron en numerosos países, incluso interpretando ella algún papel. En 1936 comenzó a transcribir sus diálogos con el Señor, una experiencia mística que vivió durante años. Fue dirigida espiritualmente por varios sacerdotes, que dieron luego testimonio de su paz interior. En uno de sus cuadernos escribe las siguientes palabras que escuchó de Cristo: "Tú has estado siempre bajo mi dirección". Todos esos escritos se agruparon en volúmenes agrupados bajo el título Él y yo. Murió después de experimentar durante varios meses dolencias respiratorias y pérdida de visión, que sobrellevó con el mismo espíritu de conformidad con la voluntad de Dios que guió toda su vida.