La Santa Rusia

El primer ministro, al margen de sus personales convicciones, busca en la Iglesia rusa el alma del pueblo, que de cohesión a una nación inmensa que ha demostrado sentirse respetuosa, incluso entusiasta, con sus tradiciones. Y un dato importante es que la Iglesia Ortodoxa Rusa es extremadamente conservadora.

Afirma R.M. Mañueco que Putin acude a misa con motivo de todas las grandes celebraciones religiosas. Se propone en breve reintegrar a los popes los últimos flecos que aún quedan del patrimonio eclesiástico expoliado por los bolcheviques tras la revolución de 1917. Las devoluciones más inminentes serán las catedrales del Kremlin, supeditadas todavía a la Dirección de Museos de la Presidencia, y el cementerio moscovita de personajes ilustres de Novodévichi.

La estadística es realmente apabullante: la Iglesia Ortodoxa rusa tiene actualmente en todo el territorio de lo que fue la URSS, 128 diócesis, 708 monasterios y conventos, 27.000 parroquias, 200 seminarios y liceos eclesiásticos, 10.000 colegios regentados por clérigos, 430 hogares juveniles, 113 orfanatos y centros de acogida además de unos 1.500 comedores sociales y centros para rehabilitación de drogadictos. Hay también 11.200 escuelas rusas que imparten asignaturas optativas de religión y un total de 2.000 unidades del Ejército dotadas de capellán. Fuera del espacio ex soviético, fundamentalmente en EE.UU., Australia y Francia, funcionan 8 diócesis de la Iglesia Ortodoxa rusa dependientes del Patriarcado moscovita.

Ha habido grandes diferencias entre las distintas ramificaciones de Iglesias Ortodoxas rusas. En estos momentos hay un acuerdo entre ellos que hace posible las buenas relaciones. El acta de reconciliación se firmó en el 2007 en la Catedral de Cristo Salvador de Moscú ante la presencia de Putin, como se indica en el mismo reportaje.

Para el primer ministro ruso la Iglesia Ortodoxa es un signo de identidad nacional.

La Jerarquía Ortodoxa acusa a los católicos y protestantes de ser demasiado progresista, y esta es la razón, afirma, de su perdida de fuerza, de su decadencia. Por eso las relaciones con estas iglesias cristianas son un poco distantes. No se ve fácil todavía una posible unión. Aunque sí puede mejorar la relación, sobre todo con la Iglesia Católica.

Se aporta en el artículo que las encuestas más recientes realizadas por el Instituto de Sociología de la Academia de Ciencias eleva a 98,5 millones el número de ortodoxos, sobre una población total de 141,9 millones de habitantes, es decir el 69,4%. De ellos, unos 60 millones se consideran practicantes. La lectura de este informe me lleva a pensar en la situación de occidente, especialmente Europa, y en concreto nuestro país. Se desprecia, se ningunea, la religión, sobre todo la católica. Con ello se está propiciando una sociedad sin alma, sin principios morales. El pueblo necesita espíritu, valores a los que aferrarse. Es necesario un eje en torno al cual podamos girar juntos. La prueba la hemos tenido con la celebración de los mundiales de futbol. El espíritu del pueblo español ha resurgido cuando estaba en juego nuestros colores de identidad, nuestro orgullo español. Y todos se agarraron a la bandera, muy escondida hasta entonces, y gritaban enardecidos por la heroicidad de una selección. El pueblo tiene corazón, y no podemos robarle sus principios si no queremos matar las ilusiones que lo mantiene en pie de lucha.

Hay además 20,8 millones de musulmanes (14,7%), menos de millón y medio de budistas (1%), 700.000 católicos (0,5%): El judaísmo cuenta con 420.000 fieles mientras el resto de las religiones tienen una representación ínfima. La mayor parte del 14,1% restante (unos 20 millones) son ateos o agnósticos. En 1991, tras la caída del comunismo, el porcentaje de creyentes de todas las confesiones no superaba el 25% y en 1999 se elevó hasta el 40%.

El Sr. Putin sabe lo que se hace, aunque pueda pecar de utilitarismo. Yo veo la parte positiva. Si la política se propone el crecimiento moral de un pueblo, no está muy lejos de la religión.