«El que no coge su cruz y me sigue no es digno de mí.»
Reflexión Domingo XIII del Tiempo Ordinario
«El que no coge su cruz y me sigue no es digno de mí.»
Queridos hermanos
Estamos antes el Domingo XIII del Tiempo Ordinario. La primera Palabra es del segundo libro de los Reyes. Dice que una mujer rica invitó con insistencia a comer a Eliseo. Antes de marcharse Eliseo le dijo a la mujer: “El año que viene, por estas fechas, abrazarás a un hijo”. Mirad, el paso de un profeta le da sentido a la vida, a una mujer mayor que no puede tener hijos. Fíjate que esto es lo que Dios quiere hacer contigo y conmigo: ofrecernos gratis el sentido a la vida, el sentido a la historia. Le promete un hijo, ¿qué significa? Es el hijo de la fe. ¿Qué podemos hacer? Descubrir la profecía, salgamos al encuentro del Señor que quiere hacernos una promesa.
Por eso respondemos con el Salmo 88: “Cantaré eternamente la misericordia del Señor”. ¿Qué es la misericordia del Señor? Un edificio eterno, nunca se cae, nunca se destruye, pero hay que darle mantenimiento. Hermanos que nuestro escudo sea Dios frente a las dificultades que tenemos todos los días, frente al demonio y al mundo.
La segunda Palabra que nos da la Iglesia es de la Carta a los Romanos y proclama la noche Pascual: Los que por el bautismo nos incorporamos a Cristo, fuimos incorporados a su muerte, por el bautismo fuimos sepultados con Él en la muerte, para que, así como Cristo fue resucitado entre los muertos, por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en una vida nueva”. Hermanos, pasó lo viejo, dejemos el cadáver del hombre viejo en el bautismo, hemos sido bautizados, renovemos este bautismo interiormente, es decir, soltemos el hombre viejo que se nos adhiere, como también se adhiere a un barco los moluscos que tiene que ir tirando. Necesitamos hacer mantenimiento de nuestro hombre y destruir nuestro hombre viejo. Por eso “Cristo una vez resucitado entre los muertos, ya no muere más”. Cristo está resucitado y tiene poder hoy para romper estas adherencias del hombre viejo que se pegan a nuestro ser y nos hacen sufrir. “Vosotros consideraos muertos al pecado y vivos para Dios en Cristo Jesús”.
El Evangelio de San Mateo nos cuestiona: ¿Que tienes que hacer para ser libre? ¿quieres ser libre? El que quiera ser libre que deje a su padre, a su madre, y que ame más a Jesucristo, porque el que ama más a su padre, a su madre, sus afectos, su mundo, sus cosas; no puede ser mi discípulo del Señor. Coge tu cruz, dirá un paralelo, cada día y sígueme. Termina diciendo: “el que reciba a un profeta, por ser profeta, tendrá paga de profeta, y el que reciba a un justo por ser justo, paga de justo recibirá, y el que dé de beber a uno, aunque no sea más que un vaso de agua fresca a uno de estos pobrecillos, a uno de estos profetas itinerantes, solo por ser mi discípulo, no perderá su paga”. Haz la experiencia, despréndete de todo, sigue al Señor y tendrás un tesoro en la tierra que te llevará al cielo. Hermanos este es secreto de la fe, por eso no puedes amar más tu carro, tu coche, tus posesiones, más que a Dios. No podemos montar en dos caballos. Dice un Evangelio apócrifo que si montas en dos caballos te rajas, te matas. Por eso hermanos, yo os invito a invertir en Jesucristo, esta es la felicidad que nos da gratis el Evangelio de este domingo.
Que la bendición de Dios Todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre todos vosotros.
Mons. José Luis del Palacio
Obispo E. del Callao