Sábado, 21 de diciembre de 2024

Religión en Libertad

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Una apuesta por la política al servicio de la libertad.

por Benigno Blanco

 

Copio a continuación -con autorización de FAES- una reseña de un muy interesante libro sobre la polítca que he publicado en Cuadernos del Pensamiento Político nº 79, revista que edita FAES Fundación para el Análisis y los Estudios Sociales 

Una apuesta por la política al servicio de la libertad.

Hoy son frecuentes los libros sobre la decadencia y el riesgo de muerte de las democracias, las amenazas de los populismos y las crisis de etiología variada que padecemos o se anuncian. Rompe este panorama un libro, crítico pero constructivo, sobre la política, escrito por el filósofo y catedrático José Luis González Quirós, pensador avispado  y observador atento de la política española desde los comienzos de nuestra actual democracia; pues siempre ha estado activo de una u otra forma en los laboratorios de ideas y análisis de los distintos partidos de centro derecha desde sus pinitos juveniles en la UCD de la transición.

Valoración general.

La virtud de la política, publicado por Unión Editorial y FAES en 2022, es un reflexivo análisis de las claves de la política en las sociedades democráticas y una razonada apelación a la participación política de ciudadanos competentes, patriotas y responsables como camino de salvación de las sociedades libres, según expresa en el prólogo Guillermo Gortázar. El autor bebe en las fuentes clásicas –los autores más citados son Aristóteles y H. Arendt- pero su estudio es profundamente actual. Aunque nunca se refiera expresamente a nombres propios de los políticos del momento, salvo al inevitable Trump, el lector podría poner fácilmente nombre y sigla a muchos de los grandes problemas e ideologías de nuestros días que son analizados críticamente en esta obra, especialmente en la tercera parte.

La obra de González Quirós no es un tratado meramente académico, sino libro que ayuda a pensar con rigor sobre las dinámicas políticas en las democracias actuales. Quirós se acerca a los problemas de hoy desde una perspectiva histórica y haciendo exégesis del pensamiento de aquellos autores que más han contribuido a conformar la actual forma de organizar la vida política.

Ya desde las primeras páginas de su obra (cfr. pág. 19 y ss.), el autor confiesa su intención: explicar la vitalidad y fuerza de la política e invitar a ocuparse de ella para así colaborar en la felicidad común y posibilitar mejores maneras de hacer política. Denuncia con fuerza la idea de que la política es solo el oficio de algunos y anima a participar en ella a todos, sabiéndonos responsables de la sociedad en que vivimos; y para ello se propone ayudar a que el lector mejore su comprensión de cómo funciona y en qué consiste la política hoy, con sus luces y sombras. Y lo logra o, al menos, aporta ideas para que el lector logre acercarse a esos ambiciosos objetivos.

El libro es un elogio de la política en libertad y democracia, y una apelación a la responsabilidad personal para participar en la vida pública. Para ayudar a esa participación, el autor anima al lector a entender mejor las modernas sociedades democráticas y sus retos de presente; pues, afirma (cfr. pág. 135), es imprescindible mejorar nuestra comprensión de los mecanismos y factores que determinan hoy la política si queremos -en esta época de grandes cambios- afrontar esas transformaciones con “un conjunto coherente de ideas, sin las que ninguna democracia liberal resultará viable”.

Literariamente, la obra está muy bien escrita y es de fácil lectura; pero esta facilidad de lectura tiene un riesgo: que el lector no pare mientes, párrafo a párrafo, en todas y cada una de las ideas que el autor desgrana como torbellino de contenidos simulado bajo la suavidad literaria. No sé si elogio o critico el libro de Quirós al poner de manifiesto que casi no hay página sin contenido digno de reflexión autónoma. Tras una primera lectura para comprender y pensar las ideas estructurales básicas, se siente uno tentado de volver atrás para una segunda lectura de algunas partes a fin de expurgar y rumiar las perlas analíticas que el autor va exponiendo al hilo de las grandes líneas argumentales de su obra, que paso a resumir a continuación.

Estructura argumental del libro.

El libro consta de dos primeras partes que se ocupan, respetivamente, de los orígenes y los supuestos de la política y del Estado contemporáneo (págs. 27 a 239); y una tercera dedicada a las formas en que hoy se desarrolla la vida política (págs.241 a 431). Las dos primeras son más teóricas y conceptuales; y sirven de introducción a la tercera, que es la más crítica con la realidad política actual.

Los orígenes de la política.

Una idea inspira la primera parte del libro: “la política supone siempre la libertad, tanto por parte del poder político cuando actúa, como por parte de quienes han de obedecerlo” (pág. 34). Para el autor, el poder es anterior a la política y ésta surge como instancia de la sociedad para embridarlo, para protegerse de él. Por eso, la política no solo ni principalmente se ocupa del poder sino del bien de la comunidad, nos dice. La libertad es así la gran protagonista de la obra: cómo defenderla cuando el Estado y agentes políticos como los partidos se extralimitan en sus funciones haciéndola peligrar.

Quirós analiza los riesgos hoy perceptibles de que el poder político y sus agentes institucionales  se olviden del bien común que debiera ser su única finalidad; y presenta la participación de los ciudadanos en la vida pública como la fórmula que puede evitar los abusos del poder, pues en manos de éstos está crear con sus acciones y omisiones el clima moral en el que el poder ha de desenvolverse y actuar (cfr. pág. 72). Este sería el origen de la política al que se dedica la primera parte del libro, en la que examina con detalle digno de elogio cómo “vivir es siempre convivir” (pág. 79) y el papel que en esa convivencia y la formación de la propia identidad tienen los lazos familiares y sociales primarios, pues la propia identidad no es una conquista individual sino que nos es proporcionada en un seno social, es “un aprendizaje en compañía” (pág. 94).

Pone en valor el autor que la identidad colectiva comporta creencias y moral compartidas y el papel relevante del cristianismo en la construcción de esa identidad moral que es sustrato de las modernas sociedades democráticas en el mundo occidental (cfr. págs. 152 y ss.); y hace a este propósito un análisis crítico de las modernas políticas de identidad que generan preocupantes fracturas culturales y políticas en nuestras sociedades, pues la moderna “ciudadanía es por definición la creación de una fórmula de convivencia capaz de superar cualquier diferencia y/o cualquier ausencia de otro tipo de identidad” (pág. 105) por lo que “las tensiones entre identidades en pugna son una de las bases de los Estados fallidos o de comunidades en permanente conflicto” (ibídem). Por la misma razón, critica el nacionalismo por su esencial voluntarismo antipolítico (cfr. pág. 119) que rompe las identidades creadas por la historia, que son un artificio, pero un artificio creado para generar paz y convivencia marcando los límites del poder para evitar la guerra y el conflicto entre las naciones.

Quirós, con el realismo respetuoso a la realidad de las cosas que inspira su pensamiento, resalta el valor de la historia y la memoria colectiva en la construcción de las identidades políticas. ”Las estructuras políticas no son realidades que se hayan constituido a partir de un modelo ideal previo, sino, a lo sumo, comunidades en las que la existencia de unos motores ideales y morales, la presión de diversos individuos, de grupos de intereses y de diversas instituciones tradicionales han ido consiguiendo una trabazón determinada que resulta funcional, duradera” (pág. 147).

Los supuestos de la política.

La segunda parte del libro está dedicada a los supuestos de la política, entendiendo por tales las instituciones que limitan el poder y que el autor identifica respecto al mundo actual en la triada ley-libertad-Estado de derecho. (cfr. págs. 157 y ss.). Quirós constata que en la actualidad las leyes “han dejado en la práctica de funcionar como límites del poder y garantías de libertad ciudadana, es decir, han perdido gran parte de su valor institucional, para convertirse en instrumentos cotidianos de las políticas de partido o de las ambiciones corporativas…” (pág. 176), “de forma que la ley y el derecho, que son instituciones que nacen para fijar límites a cualquier clase de poder y para impedir que se extralimite en sus funciones, se han convertido en los instrumentos principales de su ejercicio…” (pág. 177).

El estudio de la libertad que Quirós hace en el capítulo II de esta parte segunda (págs. 181 y ss.) es singularmente oportuno y en él se nota la formación filosófica del autor que se atreve a profundizar en las líneas de pensamiento que han llevado a Occidente a construir sociedades comprometidas con la libertad haciendo que la política exista para “evitar que las ideas que son o se suponen incompatibles (entre sí) hagan la convivencia imposible, y la manera de lograr esto es la conversación civilizada …” (pág. 195). Esta sería la virtud, la fuerza, de la política que da título al libro: organizar la sociedad de forma que en ella puedan convivir de forma pacífica y constructiva ideas y creencias distintas poniendo el poder al servicio de esa convivencia en paz y no al servicio de la imposición de unos sobre otros. Eso exige no pretender imponer con la política el Bien (con mayúscula) moral concebido por cada uno, pues, nos dice el autor, “la moral y la política habitan en estancias distintas”; y la última exige convivencia, conversación con el rival que tiene distintas intuiciones y morales acerca del Bien, procurando una solución civilizada y razonable de los conflictos consustanciales a la vida humana. “En política, reconocer la libertad no puede significar otra cosa que poliarquía, instituciones independientes y gobierno limitado …” admitiendo “de plano y con todas las consecuencias, la libertad moral, la capacidad de obrar por cuenta propia con el riesgo inherente de hacer el mal, de causar daño, incluso irreparable…” (págs. 220-221).

Concluye Quirós su estudio de la libertad como condición y fin de la política, poniendo de manifiesto (págs. 221 a 238) el riesgo para ella que suponen algunos fenómenos actuales como el excesivo papel del lenguaje emocional, la minimización de la libertad al convertirla en liberación encomendada al poder, la simbiosis de capitalismo de consumo con bienestar social que convierte a los poderes públicos en benefactores cuasi feudales, la reducción de la libertad a deseo, etc. “Lo que tienen en común las demandas queer, woke o anticapitalistas es una crítica destructiva de los fundamentos de la libertad”, que se une a -e incentiva-  los excesos actuales del Estado de los que se ocupa la tercera parte del libro.

El Estado creciente y la libertad menguante.

“Si los Estados aparecieron para apuntalar la libertad, están envejeciendo a lomos de una lucha inagotable por una igualdad que siempre se demora, se reformula y que nunca se alcanza” (pág. 262), juicio contundente que Quirós deduce de la “alianza del poder institucional con las demandas incesantes del público”, la conversión del Estado en un “proveedor de moral” que lo transmuta en poder moral con la consiguiente merma de la libertad individual, hasta el punto de que “la amenaza de que la Moral se llegue a fundir con el Estado no es ya, por desgracia, mera retórica” (pág. 269), como muestran hoy ciertos feminismos y ecologismos convertidos en dogma, el puritanismo de las cancelaciones o las ideas sobre el género. Cuando el Estado intenta imponer una moral o ideología particulares, investido además por una opinión unánime, “las democracias pueden volverse enemigas de la libertad”  (pág. 271).

Esta es la preocupación de Quirós y el objeto de su libro: advertirnos de esos riesgos que ve ya larvados o más que incoados; y reivindicar un ejercicio activo de la libertad para defender ese fruto de nuestra civilización que es –¿o quizá fue?- la vida pública en libertad y democracia. “Es necesario hacer política contra el Estado, evitar que el Estado se convierta en lo único Absoluto…” (pág. 299). Para ello dedica las últimas cien páginas de la obra a denunciar “el falso ideal de la política como puro asalto al poder”; y no se queda en apreciaciones genéricas sino que documenta su análisis crítico en un detallado estudio del comportamiento reciente de los partidos políticos, tanto conservadores como progresistas,  que muestra cómo se está cronificando esta perversión de la democracia (cfr. págs. 340 a 370). El lector español de estas páginas no podrá evitar ir poniendo nombres, apellidos y siglas políticas a las conductas que el autor describe.

Quirós propone –frente a estos males- una política que “se inspira en la razón, que procede con diálogo para llegar a acuerdos porque está empeñada en alejarse no del conflicto, pero sí de los extremismos que amenazan la pacífica convivencia” (pág. 309), “obedeciendo a ese señor común que es la paz civil y el progreso de todos, tratando de lograr un hogar público en el que siga siendo posible la libertad, el respeto a la ley y el cambio: la política misma” (pág. 340). Y nos dice que “No se puede hacer política sin tener una concepción moral (…). Pero el político tiene que hacer algo más que tener convicciones o ideologías: tiene que lograr que la vida de la comunidad sea pacífica, que haya libertad y que se respete a los que disienten, que haya un progreso social efectivo y compartido…” (pág. 397); “el buen político comienza por creer en tres entidades (…): la perfectibilidad de la ciudad, la virtud de los ciudadanos y la libertad humana” (pág. 399); “el político tiene que ser, por tanto, un individuo ambicioso e inconformista” que no “se dedique a pactar con las rutinas establecidas” (pág. 401); “ser político es amar la libertad y luchar por ella, amar la patria, con sus defectos y sus valores, desear el progreso y proponer sus formas, atreverse a hablar de frente a los electores …” (pág. 405-406).

Libro sumamente oportuno para todo ciudadano que se sienta hoy responsable de la sociedad y quiera entender nuestros males; y para los políticos que desean sinceramente comprometerse con la libertad y no meramente gestionar rutinariamente durante breves años la casa común.

 

Benigno Blanco

 

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