Esoterismo a la carta
Esoterismo a la carta
por Juan García Inza
Afirma el autor que en el programa Cuarto Milenio se mezclan tres ingredientes. Por una parte, asuntos carentes de base científica, como el aura, los bosques encantados, o el “hombre polilla”. Por otra parte, disputas que se sustentan en documentación más o menos contrastada: papeles desclasificados de la CIA, posibles paraderos de nazis fugados, hambrunas de la historia española. Y, por último, divagaciones delicuescentes acerca de sucesos macabros, fotografías borrosas, libros de alquimia o portulanos anónimos.
Supercherías con envoltorio progre
Se trata del nuevo esoterismo occidental que lo mezcla todo: lo fantástico, lo maravilloso, lo intrigante… Una combinación de productos seudoespirituales que intenta llenar el vacío que deja la falta de una religión auténtica, comprometida. No hay que confundir espiritualidad con religión. Es, como afirma el autor, la nueva religión progre. La combinación de fantasía, morbo y unas gotas de investigación da al programa un aroma de atractivo misterio, y, a la vez, cierta credibilidad. Podría decirse que Cuarto Milenio sabe engranar relativismo y gnosticismo. Por una parte, renuncia a esclarecer los sucesos y desentrañar los mecanismos ocultos; se contenta con mostrar la complejidad del mundo, sin proclamar “dogmas” que lo expliquen. Por otra parte, da a entender que la verdadera verdad sólo resulta accesible a unos privilegiados que permanecen escondidos.
Se acude a la alternativa
Como bien dice el artículo que comentamos, desde la Ilustración gotean en Europa influencias orientales que, en muchos casos, están embebidas de cosmogonías específicas. Prácticas terapéuticas como el reiki, la acupuntura, el yoga o el taichi a veces entran en el mundo occidental acompañadas de explicaciones filosóficas que no encajan con el pensamiento grecolatino o judeocristiano.
Abundan los comercios que venden productos de efectos maravillosos, no religiosos. Más bien tienden a sustituir todo lo que haga referencia a una religión determinada. Se comercializa, por ejemplo: varas de incienso, sales de baño para aromaterapia, discos de música relajante y pirámides de cuarzo.
Proliferan las revista especializadas en el tema. Se celebran mercadillo y verdaderas ferias de muestras sobre productos de este tipo. Y el público accede a ello, casi siempre con buena voluntad, cayendo sin querer en un nuevo paganismo al darle valor religiosos a algo que no lo tiene.
También hay una gran oferta de carácter psicológico sobre cursillos de crecimiento personal, de superación de situaciones psicológicas límites, y al mismo tiempo un verdadero mercado “milagroso” de producto que favorecen la salud.
Ciudades como Barcelona celebran desde hace un par de décadas ferias de esoterismo, lo que implica una aceptación social bastante asentada. Ya no llama la atención la apertura de una tienda “alternativa” en cualquier calle. En este tipo de comercios se venden libros de “crecimiento personal”, junto con guías pedagógicas idénticas a las de cualquier librería, y alimentos macrobióticos. Es muy frecuente que aparezcan programas de televisión casi exclusivamente a la adivinación, a las consultas esotéricas con bola de cristal incluida. Y la buena gente se gasta el dinero consultando su futuro, intentando arreglar su problema.
Como dice Sánchez Galera, se involucra en todo este mundo a los monjes budistas, que le dan al tema una cierta “seriedad” y morbo. Muchas personas recurren a estos medios para intentar superar una enfermedad, o un estado de desequilibrio psíquico producido por el estrés que la vida moderna provoca.
Lo que debemos hacer es delimitar bien los campos. No todo objeto religioso, o práctica, es realmente un acto de culto a Dios, o un recurso serio a su ayuda. Santa es , por ejemplo, la Vera Cruz de Caravaca en Murcia (España), pero si la convertimos en amuleto ya la hemos desvirtuado. Excelente es el Camino de Santiago, pero si lo convertimos en un ejercicio físico solo nos vale como gimnasia, pero nada más. Y así muchas cosas.
Religión es relación con Dios, y desde Dios con los demás, pero según las normas evangélicas y de la doctrina cristiana, o de otros credos. Lo demás son otras cosas, puede que muy espirituales, pero poco religiosas. Y hay que saber discernir para no embrollarnos y convertirnos que clientes del llamado “kiosco espiritual”.
.Fuente:
http://www.aceprensa.com/articulos/2008/jul/02/el-esoterismo-en-los-quioscos/
Juan García Inza
juan.garciainza@gmail.com