Viernes, 22 de noviembre de 2024

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Oración nocturna

por Juan del Carmelo

A primera vista, uno piensa que no debe de haber diferencia entre rezar de día o rezar de noche.  Y sin embargo si la hay y mucha.

 

Todos sabemos que orar básicamente, es contactar con Dios, pero para que ese contacto se realice en plenitud, son necesarias unas determinadas condiciones que no siempre están a nuestro alcance, pues sea por circunstancias de orden material, o sea porque hay un enemigo de ese contacto, que siempre está maquinando para disuadirnos de contactar con Él, la realidad es que la calidad de nuestros contactos con el Señor, varían muchas veces y no solo varían en calidad, sino también en intensidad.

 

El más conocido y principal obstáculo que tenemos para orar debidamente son las llamadas distracciones, fruto de los sondeos que el maligno efectúa en nuestra memoria, en la cual puede entrar libremente trayéndonos a colación pensamientos, recuerdos o temas que nos aparten de nuestro deseo de contactar con el Señor. Pero no olvidemos que así como le es posible al demonio entrar en nuestra memoria, también le es completamente imposible entrar en nuestra voluntad. En demonio tiene en nuestra memoria y en los recuerdos que ella almacena, la fuente de suministro para preparar sus operaciones de tentaciones a nosotros, ya que es así como conoce cual es el punto débil en nuestros deseos, actividades o conducta, por medio del cual nos puede atacar, haciéndonos sacar del almacén de nuestra memoria, recuerdos que nos distraigan o lo que es peor, haciendo que nuestra mente utilice esos recuerdos y conocimientos, para fabricar fantasías.

 

Las distracciones no son imposibles de dominar, aunque eso sí, esto sea una labor muy ardua y penosa que requiere mucho tiempo; pero en la medida en la que un alma, va alcanzando cada vez un mayor grado de nivel de vida espiritual, el nivel de distracciones va disminuyendo, pues tal como nos dice el Señor en los Evangelios: “El hombre bueno, del buen tesoro del corazón saca lo bueno, y el malo, del malo saca lo malo. Porque de lo que rebosa el corazón habla su boca” (Lc 6,45). Por lo que es claro entender, que cuanto más amemos más nos rebosará ese amor al Señor, que nos impedirá distraernos.

 

Para perfeccionar nuestros contactos con el Señor, en el orden material podemos hacer mucho, buscando siempre el silencio y el sosiego o quietud que es una expresión que es componente de la paz de Dios, y ese sosiego o quietud siempre lo encontraremos alejándonos del ruido del mundo. Debemos de alejarnos del ruido, porque solo en el ruido del silencio se puede escuchar al Señor. El Señor que perfectamente conocía nuestros problemas, nos dejó también dicho:"Y cuando oréis, no seáis como los hipócritas, que gustan de orar de pie en las sinagogas y en los ángulos de las plazas, para ser vistos de los hombres; en verdad os digo que ya recibieron su recompensa. Tú, cuando ores, entra en tu cámara y, cerrada la puerta, ora a tu Padre, que está en lo secreto: y tu Padre, que ve en lo escondido, te recompensara. Y orando, no seáis habladores, como los gentiles, que piensan ser escuchados por su mucho hablar. No os asemejéis pues, a ellos, porque vuestro Padre conoce las cosas de que tenéis necesidad antes que se las pidáis” (Mt 6, 5-8).

 

Y es precisamente en la noche donde podemos encontrar las mejores condiciones materiales para establecer nuestro personal contacto con el Señor. Mientras los demás reposan y no le turban a uno. Es en la noche donde más íntima puede ser nuestra comunicación con el Señor. Y que nadie me diga que se quitan horas al descanso y al sueño, porque bien que se quitan esta horas y se utilizan en ver las tonterías de la  T.V. y lo que es peor, perder la paz indignándose con las tropelías de los gobernantes. Cuando alguno de nosotros tenemos interés en hacer algo bien que sacamos el tiempo de las piedras.

 

A su paso por este mundo los Evangelios reiteradamente nos hablan de los retiros por la noche del Señor para contactar con su Padre. Charles de Foucauld, escribe: “Nuestro Señor, reza solo, reza de noche. Es una costumbre en Él. Muchas veces nos repite el Evangelio: “Se retiró Él solo durante la noche a orar”. Amemos, acariciemos, practiquemos a ejemplo suyo la oración nocturna y solitaria. Cuando todo dormita en la tierra, velemos y hagamos ascender nuestras plegarias a nuestro Creador”. Y si así lo haces estate seguro que llegará un momento en el que el Señor te concederá de vez en cuando, largos momentos de vela a lo largo de la noche, para que puedas continuar tu diálogo con Él. Siguiendo el ejemplo del Señor, todos los grandes santos, practicaron la oración nocturna ya que ella forma parte integrante de la vida intensa de oración. Si oramos de noche, nos daremos cuenta que la noche es siempre una fuente de oración profunda y contemplación gozosa, en la cual tu amor al Señor se ensanchará.  Para San Juan de la Cruz, la verdadera oración se realiza siempre de noche. Si buscamos atentamente en los 150 salmos del salterio, nos encontraremos con que hay 30 alusiones al término noche, y en la mayoría de ellas veremos la vinculación que existe entre la noche y la salvación del hombre.

 

Así como en el día reina la materia en la noche reina el espíritu. El día le pertenece al cuerpo, nos levantamos poco más o menos cuando se levanta la luz de sol; los ojos de nuestro cuerpo pueden ver porque ya disponen de su elemento básico que es la luz; comienzan los ruidos, los pájaros cantan y los mamíferos ladran, relinchan o gruñen reclamando su comida y los oídos de nuestro cuerpo pueden puede captar sonidos; al tiempo que con el nuevo día comienza el ejercicio de nuestro cuerpo. El día le pertenece a la materia corporal, es en el día donde este desarrolla su actividad. En la noche el cuerpo se serena, apenas se mueve, los párpados con la penumbra, se nos cierra invitándonos a la meditación. Es la hora del encuentro con el Señor, todo nos invita y nos predispone a ello. Incluso durmiendo nuestra mente si está impregnada en el amor al Señor, puede llegar a soñar con Él y con las dulzuras del amor que nos espera. En los Evangelios y también el A.T. encontramos numerosas intervenciones divinas en las mentes con el fin de indicarles conductas, o hechos que estas habían de realizar. Tal es el caso de San José, el del profeta Samuel, y otros varios.

   

No quiero terminar esta glosa sobre la oración nocturna sin dejar de mencionar por su importancia, belleza y recordatorio para todos nosotros que tiene el Himno de las vísperas del martes de la segunda  semana del Libro de la Liturgia de las Horas, que dice así:

 

La noche no interrumpe tu historia con el hombre; la noche es tiempo de salvación.

De noche descendía tu escala misteriosa hasta la misma piedra donde Jacob dormía.

La noche es tiempo de salvación.

De noche celebrabas la Pascua con tu pueblo, mientras en las tinieblas volaba el exterminio.

La noche es tiempo de salvación.

Abrahán contaba tribus de estrellas cada noche; de noche prolongabas la voz de la promesa.

La noche es tiempo de salvación.

De noche tres veces oyó Samuel su nombre; de noche eran los sueños tu lengua más profunda.

La noche es tiempo de salvación.

De noche en un pesebre, nacía tu Palabra; de noche lo anunciaron el ángel y la estrella.

La noche es tiempo de salvación.

La noche fue testigo de Cristo en el sepulcro; la noche vio la gloria de su resurrección.

La noche es tiempo de salvación.

De noche esperaremos tu vuelta repentina, y encontrarás a punto la luz de nuestra lámpara.

La noche es tiempo de salvación.

 

           Mi más cordial saludo lector y el deseo de que Dios te bendiga.

 

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