Lunes, 23 de diciembre de 2024

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Historia de un encuentro con Dios

por Juan del Carmelo

          Los medios y caminos de Dios para lograr que nos acerquemos a Él y le amemos, son insospechados. Esta es la historia que ha llegado a mis manos acerca de un niño al que los doctores le diagnosticaron una grave afección cardiaca, que solo era posible curar mediante una complicada operación quirúrgica a corazón abierto.

 

          Los padres del niño no repararon en gastos y después de informarse cual era el mejor cirujano que podía operar, pidieron una consulta con este. El cirujano, hombre en la madura plenitud de su vida unía a su ya larga carrera de éxitos, una excelente formación en clínicas y afamadas universidades extranjeras, que le habían proporcionado un notorio renombre que trascendía las fronteras de su país. Pero sus conocimientos científicos y su especial habilidad para operar, no le habían aumentado el desarrollo de su vida espiritual y su alejamiento de Dios resultaba evidente. Para él, el éxito solo se basaba en el conocimiento científico y en el esfuerzo humano.

 

           El día de la primera consulta, como era lógico el niño acompañó a sus padres y la conversación se desarrolló entre los padres y el cirujano, estando el niño callado pero muy atento a lo que se decía. En un momento determinado, el cirujano creyendo que el niño estaba asustado, por lo serio que estaba y para hacerle reaccionar, dirigiéndose amablemente a él, le quiso dar una explicación al alcance del niño y le dijo: Mañana en la mañana abriré tu corazón para curarte y... pero el niño le interrumpió diciéndole: ¿Usted encontrará a Dios allí? El cirujano se quedó mirándole y no sabiendo que responderle continuó: Cortaré una pared de tu corazón para ver el daño completo que tienes dentro. Y el niño le interrumpió otra vez insistiéndole: Pero cuando abra mi corazón, ¿encontrará a Dios ahí? El cirujano vista por segunda vez la impertinencia del niño, se volvió hacia los padres, quienes estaban sentados tranquilamente y les dijo: Cuando haya visto todo el daño allí, planearemos lo que sigue, ya con tu corazón abierto, dijo dirigiéndose con la cabeza al niño. Y otra vez el niño, volvió a la carga diciendo: Pero, ¿usted encontrará a Dios en mi corazón? La Biblia bien claro dice que Él vive allí. Las alabanzas todas dicen que Él vive y está allí, en el corazón del hombre. ¡Entonces usted lo encontrará en mi corazón!

 

          El cirujano pensó que ya era suficiente y para cortar de una vez la impertinente tozudez del niño y quedar bien frente a sus padres que no callaban al niño, le explicó a este: Te diré que encontraré en tu corazón. Encontraré un músculo dañado, baja respuesta de glóbulos rojos, y debilidad en las paredes y vasos. Y luego aparte me daré cuenta si te podemos ayudar o no.

 

          Y otra vez el niño insistió: ¿Pero encontrará a Dios allí también? Es su hogar, Él vive allí, siempre está conmigo. El cirujano no toleró más los insistentes comentarios del niño y dio por terminada la entrevista. Enseguida se sentó en su oficina y procedió a grabar sus estudios previos a la cirugía: aorta dañada, vena pulmonar deteriorada, degeneración muscular cardiaca masiva. Sin posibilidades de trasplante, difícilmente curable. Terapia: analgésicos y reposo absoluto. Pronóstico: tomó una pausa y en tono triste dijo: muerte dentro del primer año. Entonces detuvo la grabadora. Pero, tengo algo más que decir: ¿Por qué  Dios? ¿Por qué hiciste esto a él, que solo es un pequeño niño? Tú lo pusiste aquí, tú lo pusiste en este dolor y lo has sentenciado a una muerte temprana. ¿Por qué?

 

           Y Dios le contestó: El niño, mi oveja, ya no pertenecerá a tu rebaño, él es parte del mío y conmigo estará toda la eternidad en el cielo, en mi rebaño sagrado, ya no tendrá ningún dolor, será confortado de una manera inimaginable. Sus padres un día se unirán con él, conocerán la paz y la armonía juntas, en mi reino y mi rebaño sagrado continuará creciendo.

           

El cirujano empezó a llorar hondamente, pero sintió aun más rencor, no entendía las razones. Y replicó: Tú creaste al muchacho, y también su corazón ¿Para qué? ¿Para que muera dentro de unos meses? Y Dios respondió: Porque es tiempo de que regrese a su rebaño, ya cumplió su tarea en la tierra.
Hace unos cuantos años envié una oveja mía con dones de doctor para que ayudara a sus hermanos, pero con tanta ciencia se olvidó de su Creador. Así que envié a mí otra oveja, a este niño, no para perderlo sino para que regresara a mí con aquella oveja perdida hace tanto tiempo. El cirujano lloró largamente.
Días después, cuando ya se había realizado la operación, el cirujano se sentó a un lado de la cama del niño; mientras que sus padres lo hicieron frente al médico. El niño despertó y murmurando rápidamente preguntó: ¿Abrió mi corazón doctor? Si, le respondió el cirujano. ¿Qué encontró? preguntó el niño. Tenías razón,  allí  encontré a Dios. 

 

          Mi más cordial saludo lector y el deseo de que Dios te bendiga.

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