Ciencia, filosofía y religión en Platón
Filosofía, ciencia y religión en Platón
Platón fue el principal discípulo de Sócrates y, junto con Aristóteles, uno de los grandes filósofos griegos. Su contribución más célebre es el concepto de las ideas como entidades abstractas, perfectas e inmutables que constituyen la base del mundo sensible. Estas ideas, también llamadas formas, son las verdaderas realidades, mientras que los objetos materiales que percibimos son simplemente sombras o imitaciones de estas ideas perfectas.
A diferencia del pensamiento cientificista, donde solo existe lo que se puede demostrar, Platón nos está abriendo a la trascendencia: hay algo más que lo que perciben nuestros sentidos. En este sentido, también introdujo el Demiurgo, un misterioso ser que habría creado el mundo y le habría dado un orden, evocando así al Dios cristiano, aunque es importante aclarar que la concepción de Dios como creador a partir de la nada no se encuentra en el pensamiento platónico.
Otro aspecto que interesó mucho a Platón fue el de las matemáticas y la geometría. No en vano, el punto fuerte de los griegos fue el matemático-geométrico. Para Platón, las matemáticas eran el camino más seguro para que la mente pudiera "pasar del mundo del devenir al de la verdad y la esencia", como expone en diálogos como el "Menón" y "República". En el fondo, las ciencias exactas podían servir de puente entre el mundo terrenal de las apariencias y el mundo divino de las realidades eternas. De ahí que los griegos, por ejemplo, describieran el movimiento de los planetas mediante geometría y matemáticas. Aunque Platón no detalló un modelo de órbitas circulares, su influencia es clara en la cosmología que predominó durante siglos, desarrollada más tarde por Aristóteles y Ptolomeo, donde los astros se movían en esferas perfectas.
Todo esto era muy atractivo en su tiempo. El problema vino cuando se comprobó siglos después que los planetas no tienen órbitas circulares, que las estrellas no eran esferas perfectas e inmutables, que no todo era tan idílico, tan platónico como se pensaba. Este desencanto, sin embargo, no debe llevarnos a la conclusión de que la imperfección geométrica del cosmos implica la inexistencia de Dios. Pensar así es como intentar encajar a Dios en nuestros parámetros mentales limitados, como decirle a un constructor o a un ingeniero cómo debería ser el puente que está construyendo. En realidad, la ciencia moderna ha revelado un universo mucho más complejo y vasto de lo que se había imaginado, lo que nos debe llevar a maravillarnos aún más con la grandeza de Dios y su Creación.
Platón también fundó la Academia en Atenas, una de las primeras instituciones de educación superior en el mundo occidental. La Academia no solo se centró en la filosofía, sino también en la matemática, la astronomía y otras ciencias. Esta institución formó a numerosos pensadores, incluyendo a Aristóteles, y es considerada como la antesala de las universidades. Además, a través de sus diálogos, Platón exploró temas relacionados con la matemática y la geometría. Es una tradición que continuará muchos siglos, con científicos como Galileo, quien en pleno siglo XVI empleaba este modo de escribir. Su célebre obra “Discurso sobre dos nuevas ciencias”, donde fundaba la dinámica y la resistencia de materiales, seguía este modelo.
De modo que, sin haber hecho grandes descubrimientos científicos, Platón tiene una gran relevancia en el diálogo ciencia-filosofía-religión.