El juramento hipocrático y la eutanasia
El juramento hipocrático y la eutanasia
Hipócrates es, junto con Galeno, uno de los dos médicos más famosos de la cultura griega. Suyo es el "Corpus Hippocraticum", una colección de 60 textos médicos del siglo IV antes de Cristo que establecen principios fundamentales de la medicina, como la observación clínica y la ética médica.
Llama la atención que desde los orígenes de la ciencia de la Medicina exista una estrecha relación entre la cuestión científica y la moral. Un médico no es solo un analista, cirujano o expedidor de recetas. Está tratando con personas, y las personas son mucho más que un conjunto de átomos.
El principal aporte de Hipócrates a la ética médica es el "Juramento Hipocrático", uno de los textos que contiene el "Corpus Hippocraticum". Este juramento establece principios éticos fundamentales para los médicos, como la confidencialidad, la no maleficencia (no hacer daño) y el respeto por la vida.
Estos principios son de una lógica abrumadora. El médico está para ayudarnos en cuestiones de salud. Así, el cristianismo ha sabido propagar este tesoro de la civilización griega hasta nuestros días con la ayuda de órdenes hospitalarias, mendicantes, institutos de bioética y encíclicas en favor de la vida. Y no se trata de una cuestión solo presente en Occidente. En la cultura india encontramos el “Sushruta Samhita”, un texto antiguo de medicina donde se reconoce que el médico debe cuidar de su paciente como si se tratara de su propio hijo, mientras que en el mundo musulmán tenemos el "Canon de la Medicina", donde Avicena destaca que los médicos deben esforzarse por beneficiar a sus pacientes y evitar hacerles daño.
Pero, por desgracia, este legado está cayendo en el olvido. En España, tanto el aborto como la eutanasia están legalizados, lo que contradice por completo el juramento hipocrático. Y, claro, para que la sociedad acepte este tipo de prácticas, se suele emplear la estrategia de introducirlas poco a poco. En el caso del aborto, se ha pasado en apenas unos años de despenalizar ciertos casos a una práctica generalizada y financiada con nuestros impuestos. La eutanasia también lleva un camino similar. Ha empezado con unos supuestos, pero hace unos pocos días ya hemos sabido que el Gobierno español planea añadir la enfermedad mental a las causas que ya existen para solicitarla. Esto demuestra la deriva que se desencadena cada vez que se abren estas vías.
En el caso de la eutanasia, se suele argumentar que es una muestra de humanidad hacia quienes sufren, pero la mayor humanidad es acompañar a estos pacientes en su dolor. Esta función la cumplen los cuidados paliativos, diseñados para mejorar la calidad de vida de los pacientes con enfermedades graves o terminales. Eso sí, requiere de un importante apoyo económico. ¿Nos lo podemos permitir? Todo depende de si somos capaces de reconocer el valor incalculable de la vida, independientemente de la salud o edad de una persona. Esta conciencia del valor de la vida no la enseña la ciencia; necesitamos un corazón y un alma desde los que descubrir este valor. Solo entonces veremos en nuestros ancianos y enfermos un tesoro, y utilizaremos la ciencia y la tecnología para acompañar la vida de nuestros seres queridos. De lo contrario, la ciencia sin conciencia nos destruirá.