"Un sacerdote de juguete" Conferencia del Prelado del Opus Dei

 

                Este viernes, 5 de Febrero, tuve la oportunidad de asistir a la conferencia que pronunció en Valencia el Prelado del Opus Dei, Mons. Javier Echevarría. El artístico salón de actos de la Beneficencia estaba repleto de sacerdotes. Glosó la figura de San José María Escrivá como modelo de sacerdote diocesano. Destacó la labor realizada en Valencia muy al principio de la fundación de la Obra. Hoy esta Diócesis cuenta con muchos sacerdotes y labores apostólicas que intentan promover la llamada universal a la santidad, y ayudar humana y espiritualmente a todo aquel que intenta seguir este camino.

                D. Carlos Osoro, Arzobispo de valencia, destacó el buen hacer del Opus Dei en su diócesis, manifestó su admiración por San José María, y agradeció al actual Prelado el haber contribuido al bien de sus sacerdotes.   El ambiente realmente era grato, y quedó muy claro lo que ya sabemos: de la santidad del sacerdote depende la eficacia de su labor pastoral. Mons. Osoro citó una frase de San José María que a él le impactó: “Frente al hombre que se desintegra sin Cristo, se alza el hombre que ha resucitado con Él”. Y así debe ser todo sacerdote: un hombre que ha resucitado con Cristo, y que trata de levantar el alma de aquellos que se han desintegrado al perder el verdadero fundamento de la vida humana, cayendo en las garras de ideologías sin espíritu.

                No voy a reproducir aquí la conferencia de Mons. Javier Echevarría. La podrá encontrar el lector en alguna de estas direcciones: www.almudi.org o www.opusdei.es. Quiero exponer brevemente mi impresión personal. Contemplé la figura del Prelado de la Obra como una reliquia que nos dejó un santo. Con profunda humildad, y un físico ya deteriorado por los años y las dolencias, fue exponiendo el tema como si de una conversación personal, de tú a tú, se tratara. Sus palabras eran, más que una lección erudita de teología, una invitación a la oración. Aquel salón de actos, mezcla de mezquita y sinagoga, parecía un templo cristiano donde Jesucristo, Sumo y Eterno Sacerdote, nos invitaba a todos a seguir su ejemplo: Aprended de mí que soy manso y humilde de corazón y encontrareis vuestra paz. 

                Y en este clima de sencillez y sinceridad, me llamó la atención la intervención de uno de los sacerdotes asistentes. Era el más joven. Dijo: Padre, yo soy un sacerdote de juguete porque me ordené este año el día de los Reyes Magos. ¿Qué debo hacer para administrar bien el sacramento de la Penitencia?  Tras felicitarle por su sacerdocio recién estrenado, Mons. Echevarría le invitó a sentirse pecador, necesitado de perdón, y así comprendería mejor al que viene buscando la Misericordia divina.   Pensé yo después que todos los sacerdotes debemos sentirnos como juguetes, como regalos de Dios para todos. Que puedan “jugar” con nosotros, es decir, acceder con ilusión a nuestra persona y ministerio, como los niños a su juguete, para encontrar el gozo de un Dios que se hace niño, pan, palabra, amigo para el hombre. Este gran misterio que el Señor nos ha confiado hay que hacerlo asequible a todos. El sacerdocio es para los hombres de buena voluntad que buscan a Dios, algo muy grato, como para el niño sus juguetes.

                Cuando al terminar, tres sacerdotes tomamos un taxis para ir al lugar del aparcamiento, nos tocó un taxista joven, que se alegró de ver a tres sacerdotes en su coche, y que nos dijo: Yo soy creyente y practicante. Casado y con un niño recién nacido. Estoy deseando volver a casa para jugar con él. Un compañero mío le entregó una estampa de San José María y le dijo: Encomienda tu hijo a este santo, y verás cómo te ayuda. Lo agradeció el taxista, y  puso la estampa en el salpicadero. Ese sacerdote santo, desde el cielo, seguro que ya ha empezado a “jugar” con los corazones de esta familia. Y la estampa será el “juguete” de todos ellos. Siempre es tiempo de echar las redes.  Ya dijo el Señor a Pedro: Yo os haré pescadores de hombres.

Juan García Inza