Ni techo, ni suelo
Artículo publicado hoy en el Diario Ideal, edición de Jaén, página 23
Gira y da vueltas por la todas las autopistas de la información un vídeo, donde se demuestra que un hombre es campeón mundial de lanzamiento de un hueso de aceituna, deporte celebrado en la localidad murciana de Cieza desde el año 1995. Esta persona acaba de llegar a la cúspide de un partido político en el cargo de secretario general. Sopla fuerte desde su boca.
Circula por la actualidad digital la noticia, según la cual no se ha aprobado en el parlamento de la nación el techo de gasto del próximo ejercicio presupuestario. No hay techo, porque el suelo es débil como las teclas de un piano, sobre las cuales no se puede andar sin meter ruido.
Se comenta en los rincones previos de las ansiadas vacaciones, las ídem que se han tomado aquellos que aprovechaban antes la debilidad de otros para auparse a los hombros de las encuestas para informar que eran los herederos oportunistas de una casa en ruinas.
En una semana, nunca lo habíamos sido en nuestra historia, ciertos andaluces han elegido ser independientes de las ligaduras circulares madrileñas y declararse en rebeldía de cara a los comicios regionales que están en el horizonte del fin de octubre. Aunque quien convoca niegue cualquier prueba de tales elecciones.
Estamos, pues, como en aquellos momentos previos a la tormenta perfecta, en la que los discípulos de Jesús de Nazaret, mientras él dormía sobre un montón de cuerdas en la barca navegante sobre las aguas del lago de Genesaret, vieron que la nave se hundía ante el viento, la lluvia, los relámpagos, los truenos…y asustados lo llamaron: ¡Maestro, que nos hundimos.¡
La parsimonia de Jesús fue muy grande. Se despertó, se puso en pie, con fuerte grito y con las manos en alto, increpó al mar y al oleaje para que detuvieran su fuerza, como así ocurrió, volviendo la tranquilidad a la pequeña embarcación y a sus amigos.
España vive sobre ascuas, no solamente en el suelo recalentado por el bravo sol del estío, sino en la falta de seguridad jurídica, en la ascendente petición de independencia de una parte saliéndose de la unidad constitucional; en el bajón estimado de las cifras de turistas foráneos; en el ascenso imparable, pero poco noticiable, del goteo de personas inmigrantes que usando todos los medios a su alcance llegan a nuestras costas creyendo que han descubierto el paraíso terrenal, demostrando que la puerta más fácil de acceso desde África es la vieja península ibérica, porque en otra península en forma de bota de caminar han puesto un freno político.
Los elementos de la tormenta están sonando, se ven las culebrinas de los rayos, se notan las gotas gordas de las primera llegada de lluvia, el viento mueve la realidad social, pero los músicos de la orquesta están colocándose el traje, afinando sus instrumentos, el director de la banda está ebrio subido en un avión camino de músicas veraniegas más atronadoras, y los medios de comunicación sacan cintas donde una voz compromete a un anciano antaño líder de la mejor Transición que un pueblo pudo hacer desde un poder personal a otro democrático. Necesitamos despertar al Señor, como los discípulos en la barca, surcando las aguas del lago en medio de la tormenta. Es urgente marcar el rumbo con manos firmes, se impone una convocatoria a elecciones generales cuanto antes, para que el pueblo hable, y coloque en su sitio a unos músicos, que más parecen una charanga veraniega, que una orquesta bien afinada de la nación más antigua de Europa, que se llama España, cuna de grandes maestros de la música.
Tomás de la Torre Lendínez