¿Existen lugares sagrados? Spaemann responde
Son días, estos del confinamiento, para leer, pensar, rezar. Yo estoy aprovechando para ir saboreando los Salmos y los comentarios a los mismos que escribió Robert Spaemann y que publicó la BAC en dos tomos repletos de jugosas reflexiones.
Lo que escribe Spaemann sobre el salmo 122 me ha dado que pensar en algo que se suele decir y que en estos días se repite con incluso más fuerza: uno puede rezar a Dios en cualquier lugar, no es necesario ir a una iglesia, uno puede alabar al Señor y rendirle culto desde allí donde se encuentre.
Es cierto, evidentemente, y el cristiano se dirige a su Padre en todos los momentos de la vida: se llama presencia de Dios y debería ocupar toda nuestra vida, jalonada de pensamientos dirigidos a quien nos acompaña siempre y vela por nosotros.
Ante esto, en un salmo que habla de Jerusalén, de subir a la Ciudad Santa y a su Templo, Spaemann se pregunta si xisten lugares sagrados. Y escribe:
"Ya el sirio Naamán se resistía a lavarse siete veces en el Jordán para ser curado de la lepra, como el profeta le ordenaba (2 Re 3, 8-13). Pensaba que, siendo el Dios de Israel un Dios omnipotente, podría curarle a través de sus profetas en todo tiempo y en cualquier lugar. Pero el profeta insiste en su condición. El Dios de Israel es un Dios vivo que actúa libremente, no un simple poder anónimo y ubicuo. Él tiene misericordia de quien quiere tener misericordia. Accediendo el general a bañarse siete veces no en cualquier lugar, sino en el Jordán, reconoce la soberanía de Dios y se somete a ella".
Me ha parecido muy iluminador. Dios está en todas partes, pero ha querido encarnarse, ha querido vivir en Tierra Santa, ha querido permanecer entre nosotros a través de los sacramentos, ha querido que hubieran lugares en los que estuviera presente de un modo especial.
La clave, como siempre, es la humildad. Reconocer su soberanía y someterse a este Padre amoroso que busca en todo momento nuestro bien.