Sensatez en Bailén
Artículo publicado hoy en el Diario Ideal, edición de Jaén, página 27
Sensatez reinó en Bailén el pasado jueves. La portaron los Reyes de España, quienes visitaron la ciudad de los ladrillos con motivo del 210 aniversario de la Batalla, en la que el invasor francés mordió el polvo con unas tropas heroicas al mando del general Francisco Javier Castaños. La sensatez y la gran educación cívica brillaron con letras de oro en el corto tiempo que los Reyes españoles anduvieron por las tierras teatro de las operaciones bélicas acontecidas aquel caluroso 19 de julio de 1808, donde María Bellido, Redding, Castaños y tantos otros se batieron contra el mejor ejército de la Europa de entonces.
Nuestros Reyes visitaron la tumba del general Castaños, en la parroquia de la Encarnación, donde yace desde el año 1963, en que sus restos mortales fueron traídos desde el panteón de hombres ilustres madrileño, donde el envejecido primer duque de Bailén había sido enterrado en la completa penuria económica. Depositaron una corona de laurel con la bandera española.
Nadie de las autoridades presentes, ningún loco suelto, osó sugerir a los Reyes la exhumación del cadáver del general Castaños del altar donde se venera a la coronada Virgen de Zocueca, patrona de Bailén, por la que el general sentía una gran devoción.
Estamos en unos delirios de reescribir la historia pasada desenterrando muertos por doquier. Cualquier día aparece un soplagaitas pidiendo la exhumación del general Espartero de la catedral de Logroño, donde goza de un monumento funerario muy digno; o pasado mañana se despierta un vengativo heredero carlista y exige la profanación de la sepultura del general Leopoldo O’Donnell situada en el convento de las Salesas de Madrid en un enterramiento a estilo neorrenacentista de primera categoría.
Los obispos españoles de hoy están dejando pasar el afán vengativo y revanchista de un puñado de tipos, quienes, revestidos de una inicua ley de desmemoria histórica, llevan diez años rodeando y pretendiendo asaltar la Abadía del Valle de los Caídos para desenterrar al anterior Jefe del Estado y a todo el que se ponga por delante, porque todavía los muertos no hablan.
Pero sí locutan sus hechos biográficos, sus acciones a favor de entregar en herencia una sociedad española adulta y educada, que cuando llegó el momento de la Transición, los vencedores y vencidos de la cruenta Guerra Civil se sentaron en las Cortes Constituyentes, se perdonaron, se amnistiaron y escribieron una Constitución de consenso y concordia. En esta Constitución nació la monarquía parlamentaria cuya corona ostentan los Reyes que el jueves estuvieron en Bailén con una sensatez, madurez, adultez digna de ser copiada por los advenedizos llenos de odio africano y venganza tribal, que chalanean con infringir los Acuerdos entre el Estado Español y la Santa Sede, firmados en 1979, donde se proclama que ningún templo católico puede ser profanado, tanto en sus contenidos, como en su continente. Por lo tanto, si los obispos cumplieran sus obligaciones y los políticos el suyo, España sería un gran pueblo, donde vivir en paz y armonía aceptando que la historia la escribieron los protagonistas, nunca los herederos de hieles aromatizadas con matarratas, que no tienen ningún pito que tocar en esta orquesta de quitar placas de calles o desenterrar difuntos que yacen en la paz de Dios.
¿Imagina, amigo lector, que apareciera un descendiente del vencido general Dupont, pidiendo para “sellar la amistad” hispano francesa que el general Castaños fuera desenterrado de donde hoy reposa, orgullo del pueblo de Bailén?. Lo corrían a gorrazos hasta París.
Tomás de la Torre Lendínez
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Muchas gracias.