Comentarios a una glosa

El día 14-01-2010, subí una glosa con el título “Preguntas transcendentes”, que tenía redactada desde hacía diez días, pues siempre tengo al menos preparadas media docena de glosas, por si he de salir de viaje o para poder dedicar más tiempo a la lectura y escritura de mis libros, y a fin de que no se interrumpa el ritmo que vengo teniendo de subir una glosa un día sí y otro no.

No pensé que esta glosa cuyo contenido responde a su título, pudiese dar pie en los comentarios recibidos a la consideración y análisis por parte del los comentaristas, de otros temas que aunque conexionados con el contenido de la glosa son más propios y dan pie a otros temas unos escatológicos como es el de la reencarnación y otros como es el de la unidad de los cristianos.

Los comentaristas, se hacen llamar Enric, Laertiada y Paco. Comienza el primer comentario suscrito por Enric en el cual, después de alagar mi vanidad, cosa que mucho le agradezco, pero que no debe de hacer, pues me pone en el disparadero de llegarme a creer lo que me dice, correcta y educadamente expone sus ideas acerca del tema de la glosa. Manifiesta que desde siempre, él al igual que muchos de nosotros, ha buscado siempre dar respuestas a las preguntas transcendentes de la vida. Y a continuación después de declarase católico, ensalza las virtudes del Yoga y después nos habla del tema de Reencarnación, ya que Enric nos dice: Sólo vivimos una vez con una forma e identidad es decir, de un individuo en particular pero el alma que es eterna vive a lo largo de muchas reencarnaciones y lleva consigo la personalidad acumulativa y las tendencias kármicas de existencias pasadas hasta que finalmente se libera del karma cuando alcanza la santidad. Tal como la generalidad de las persona y en esta generalidad me incluyo, entendemos la reencarnación como la posibilidad de que una vez muertos, nuestra alma vuelva a la tierra “reencarnándose”, es decir, tomando carne en otro cuerpo y esta me parece que es la idea de Enric, aunque no mencione la vuelta a la tierra.  

No tuve tiempo de puntualizarle a Enric sus ideas, y se las publique sin más. Mi política con respecto a los comentarios es publicar todos ellos, aunque no coincida con mis ideas, que por otra parte creo que son las que marca la Santa Iglesia católica, sin que por esta afirmación, me crea depositario de nada más que de lo que está aprobado por el Dicastério para la Doctrina de la Fe, y nunca trato de sobrepasar ninguna línea roja ni siquiera acercarme a ellas. Y si alguien estima que violo este principio le agradecería me lo indicase, pues para mí, la salvación de mi alma está muy por encima de tratar de mantener cualquier tesis o idea teológica errada. Pero si el comentario que recibo es correcto, aunque yo entienda que es errado, siempre pienso que es fruto de una persona que trata de buscar a Dios, y si lo hace por caminos errados pero de buena fe, estoy seguro que Dios se ocupará de él, pues a nadie abandona. Todo esto no quiere decir que no me vea obligado con harto dolor de mi corazón, a suprimir determinados comentarios, bien sea por su acritud, mala fe o deseo de molestar.

Pensaba contestar en un correo particular a Enric, pero se me adelantó Laertiada diciéndole a él, que si se declaraba católico, leyese el “Catecismo de la Iglesia católica”, y en cuanto a mí, que no comprendía como Juan del Carmelo no había hecho ninguna precisión sobre el comentario de Enric. Le contesté a Laertiada, diciéndole que por razón de tiempo no había podido ocuparme del tema, pero que le agradecía lo hubiese hecho él por mí, pues su respuesta era impecable. Amén de unas consideraciones que le hice sobre el Yoga y la influencia que las filosofías y religiones orientales, están haciendo mella en occidente, y alcanzando inclusive a personas consagradas como era el caso del jesuita Anthony Melo, fallecido en 1998.

Y a partir de aquí, comenzó una serie de comentarios el primero de ellos de Enric contestando a Laertiada y declarándose católico y llegando a afirmar que San Juan Bautista era la reencarnación del profeta Elías. Las afirmaciones de Enric, debieron de despertar el interés en esta polémica de parte de Paco, que entró con una contestación que a su vez, fue duplicada por otras de Enric.

En su último comentario, Enric nos habla aunque sea bajo el título de “Historia del cristianismo”, del complicado tema de ecumenismo. A todos nos gustaría que hubiese solo una Iglesia universal y que el Reino de Cristo estuviese ya implantado en el mundo, pero hoy por hoy no creo que nadie de los presentes lleguemos a ver esto. Cristianos somos todos los que seguimos la doctrina evangélica de Jesús, pero sea por las razones que sean, hay muchas formas de entender esta doctrina. Personalmente soy católico y como tal, hay para mí un principio básico que fueron las palabras del Señor: “Y Yo te digo que tu eres Pedro, y sobre esta piedra edificare mi Iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán frente a ella. Te daré las llaves del Reino de los Cielos; y todo lo que atares sobre la tierra quedara atado en los cielos, y todo lo que desatares sobre la tierra quedara desatado en los Cielos” (Mt 16,13-20). En consecuencia, el Santo Padre es el Vicario de Cristo en la tierra, y es él a quien corresponde este tema del ecumenismo y no a nosotros, largando tesis e ideas muchas veces descabelladas, para que a cualquier precio nos integremos en una “confederación de religiones cristiana”, sacrificando si es necesario doctrinas, dogmas y lo que sea, para ejercitar una mal entendida caridad con los hermanos de otras iglesias, que muchas de ellas, están desmoronándose como azucarillos, tal como históricamente ya ha ocurrido, con otras iglesias cristianas heréticas, situadas al margen de la comunión con el Sumo Pontífice y que ya han desaparecido.

En resumen, es difícil, que las personas cambien sus opiniones, en el marco de una polémica. El dichoso orgullo, nos impide dar el brazo a torcer, tal como vulgarmente se dice. San Josemaría Escrivá, en su libro “Camino”, afirma que de la discusión nunca sale la luz, porque a esta, la apaga el soplo de la pasión.