Títeres

En tiempos de Jesús de Nazaret existieron dos reyes títeres del mismo nombre: Herodes, ambos bajo la férrea dominación del Imperio Romano. El primero fue visitado por los Reyes Magos a preguntarle donde estaba el divino infante llamado a ser el Rey de Israel. Herodes sintió cómo tembló el suelo que pisaba, sospechando que ya tenía un sustituto dispuesto a sucederle, y miedoso, como todo mequetrefe, tuvo la felonía feroz de matar a todos los hijos varones menores de dos años. Así murieron los Santos Inocentes.

El otro Herodes deseó mofarse de Jesús en la noche del Jueves Santo, recibiéndolo en una corte un tipo que mató a Juan el Bautista a petición de una niñaca caprichosa deseosa de tener la cabeza del Precursor en una bandeja plateada.

Todos los personajes títeres que en la historia han sido se distinguen por su poca inteligencia, su amor al arribismo, su miedo a ser derribados de improviso, su baba de tonto útil derramada sobre la corbata, su matrícula sin números para no pasar a la historia nada más que en la sombra de un paraguas de papel de seda amarilla, seguramente, y mirando siempre a todos lados como las veletas por si llega el dueño a darte una patada en las posaderas.

Es irrisorio que los hombres de paja, fugados de la responsabilidad de sus depravados actos, tengan “poderes” fuera de España para seguir manteniendo sitio en una dorada peana, para quitar y poner a personajuchos como si se viera un teatrico aldeano de títeres populares, donde quien tiene la maza y golpea es el dueño de la acción triste y amargada allí representada.

La historia de España está llena de tipos forajidos, amparados por países alimentadores de la vieja leyenda negra, fuera en el reinado de Felipe II como en el de Felipe VI. Pasan los siglos, pero los protagonistas desalmados se repiten, las situaciones incómodas vuelven a representarse en las tablas del gran teatro español y universal. Es un fatal destino que nos persigue y ante el cual solamente nos queda una solución.

Hoy celebra la Iglesia universal la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales. Es la fecha oportuna para contestar algunas preguntas: ¿Debe disponer la entidad eclesial de medios informativos propios?. ¿Es conveniente que personas concretas de la Iglesia se encuentren en los medios informativos emitiendo la luz evangélica sobre los hechos acontecidos en la sociedad de nuestros días?. O dicho en sentido afirmativo: La Iglesia, tanto en los medios informativos de su propiedad, como en los que están en manos diversas, se merece una ventana a través de la cual entre la Luz para iluminar las arrugas de una sociedad como la actual, que anula libertad de expresión imponiendo el pensamiento único y enviando a la opinión pública eclesial a estar escrita solamente en las hojas de los tacos de almanaque hablando sobre el santo del día.

Gracias al Concilio Vaticano II, el miedo a estar en el filo de la navaja de los hechos diario ya no existe, siempre que se haga dentro del marco legal del Estado de Derecho. Ahora podemos y debemos arrimarnos al toro de la actualidad, como tratamos de hacer semanalmente en este campanario, donde hoy concluimos sugiriendo que los títeres en España deben desaparecer para siempre, si el pueblo español toma su identidad católica, su esencia de ser padre de naciones hermanas allende los mares, y toma el sabio consejo de tantos pensadores católicos que se partieron la cara por mantener la unidad geográfica cimentada en la Religión Católica.

Tomás de la Torre Lendínez