Martes, 03 de diciembre de 2024

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La depresión y la luz

por La Columna del #CoronelPakez

Recibí la última carta del monje, poco antes de su muerte. 
Con temor y temblor reproduciré algunos párrafos. Es un texto largo, lleno de tachaduras y de palabras subrayadas y puntos suspensivos.

Creo que entiendo esta forma de expresión que trasciende la escritura: lo inefable no puede contarse. El monje, como tantos otros místicos, lo intenta. Y no alcanza.

"No tema sufrir la oscuridad sin fondo de la depresión... Algún día comprenderá, mejor dicho: verá, que hay gracias de angustia y gracias de pesadumbre y dolor mediante las cuales el Espíritu arranca los lodos más dañinos, más perversos, más malignos y nocivos de nuestra alma. Es muy doloroso. Incluso si no llegase a soportarlo y la tentación del suicidio se materializase, el buen Dios le trataría como a un enfermo terminal: no hay culpa, sino expiación, en la agonía (...).

Esta limpieza de su alma la hará capaz de recibir aquello que no sé describir y que nunca nadie ha descrito. Solo Santa Teresa se acercó cuando dijo "muero porque no muero". La naturaleza, que usted admira con especial sensibilidad, se tornará una sombra pálida de Algo, Alguien, una Presencia inabarcable y a la vez tan íntima que no querrá perderla jamás. Y tan frágil que ni siquiera la música más excelsa podrá sonar sin dañarla o sin hacer que huya como un niño asustado... La mirada de un niño no es como esa Ternura... Toda la creación se desvanecerá y solo los seres humanos transparentarán entonces una bondad recóndita que emergerá de la sordidez y de la banalidad... "Vio Dios que TODO era bueno..."

(...) Usted no querrá trabajar, ni caminar, ni comer, ni beber, ni respirar siquiera... Y comprenderá también todos los ayunos; entenderá a todos aquellos que se han alimentado solo de la Santísima Eucaristía... Porque "solo Dios basta".
Descubrirá que las horas ante el Sagrario pasan como segundos y duran como siglos, y usted no se cansa y no piensa: "permanece en Él".

"Permaneced en Mí". No hable, no piense, no rece. No podrá hacerlo en cualquier caso. No lo fuerce. Permanezca EN ÉL.
Es Jesús que le acaricia, el Espíritu que le conforta, la Vírgen que le ampara...
No se mueva. No haga... "Marta, Marta, te preocupas por muchas cosas..."

Todo es vanidad, ciertamente. Y la alegría desbordante de San Felipe Neri... No se preocupe por mí. Me he quemado como un leño y no quedan sino las últimas cenizas. "Polvo enamorado".
Si le cuento esto, si lo intento pobremente, es para su consuelo. Yo solo tuve alguna paz en el noviciado, hace muchos años. Después vino la neurosis y la tomenta perenne. He visto algo de luz sesenta años después: bien, es lo que toca. Lo que pasa es lo que toca... Se lo he dicho tantas veces... Es, estoy seguro, la última chispita que el buen Dios concede a estas viejas cenizas. No pierda la paz nunca. Yo gano la vida para siempre. No llore mucho. Lo que necesite para limpiar, otra vez, la mirada de su corazón. (...) Nos veremos. Rece por mí y por las benditas ánimas del Purgatorio. Bendiciones..." 
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