Libros
Artículo publicado hoy en el Diario Ideal, edición de Jaén, página 27
ncuentro por la calle a un buen amigo, conocido desde los tiempos escolares de la enseñanza primaria, tras el saludo de rigor casi se pone a llorar contando una aventura literaria de un hijo suyo, quien se ha metido a publicar varios libros sin disponer liquidez económica, y sin tener un estudio de mercado de posibles ventas de sus obras. El hijo ha pillado el poco patrimonio familiar para remediar la cebolla dineraria, mientras el padre anda echando lágrimas por las esquinas de nuestro Jaén, ofreciendo libros casi gratis a las amistades. Le he comprado cuatro ejemplares.
La imaginación humana no detiene sus pasos y sus manos para motivar a quien se siente lleno de aptitudes para mover la pluma o el teclado del ordenador. Pero una cosa es saber escribir, y otra muy diferente, en los tiempos que corren, meterse a publicar libros en papel a tontas y locas, cuando la familia y los amigos comen el tarro al escritor dorándole la peana con alabanzas y flores y besos con la seguridad que todo lo que salga de una imprenta está vendido de sobra.
La vida literaria, desde Larra, quien afirmó que escribir en España es llorar, acertando en la diana, no solamente porque muy pocos han vivido exclusivamente de la literatura, sino también por las consecuencias de los contenidos expresados por escrito, que hacen llorar al autor que firma al pie de un artículo, folleto, libro o colección de pensamientos.
Nunca dijo Jesús de Nazaret a sus amigos que pusieran por escrito el Evangelio, o buena nueva, que es la doctrina predicada, o los milagros hechos a favor de los más pobres y enfermos de aquellos años por la tierra de Israel. Fue a llegada del Espíritu Santo el día de Pentecostés, quien iluminó las mentes y corazones de todos los discípulos para ahondar en la eterna enseñanza del Señor, y ponerla por escrito en los cuatro evangelistas, en los Hechos de los Apóstoles, y en todas las cartas paulinas y demás escritores del Nuevo Testamento.
Siempre, la Iglesia ha apoyado la publicación de libros en la época de los Santos Padres, en la vida de los teólogos medievales, en los tiempos del concilio tridentino, en los siglos posteriores hasta nuestros días, donde el libro de contenido religioso ha caído en la gran crisis tanto económica, como comercial a la hora de la distribución y venta.
La llegada de Internet ha ayudado mucho a los que somos unos juntaletras, pues nos ha ahorrado entrar en una segura bancarrota monetaria. Gracias al mundo digital podemos componer artículos, ensayos, novelas, pregones o tratados sin pagar a ningún editor, ofreciendo gratis nuestras obras a los navegantes por la red de redes.
Mañana es la fiesta del Libro en toda España. Las librerías harán un esfuerzo sacando sus ofertas a los lectores en la calle ofreciendo unas rebajas porcentuales que son tradicionales en la historia editorial española. Seguiremos, los que somos amigos de los libros en papel, comprando. Pero esta afición sabemos que con el paso del tiempo desaparecerá por fuerza de los hechos.
El libro de contenido religioso ha entrado en el mercado digital y en la confección a demanda de los peticionarios de los mismos, evitando caer en abismos económicos y en guardar ediciones que la gente no desea comprar.
Basado en mi propia experiencia recomiendo a los lectores amigos que si sienten el gusanillo de rellenar páginas, que lo hagan en Internet, donde está el futuro del solitario vicio de escribir, y los lectores crecerán según prueben el agua ofrecida gratis, limpia, valiente y libre.
Tomás de la Torre Lendínez
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Invito a leer gratis un Ensayo:
El mayo francés en el recuerdo
Enlace:
http://marianojv.esy.es/Minfer.html
Muchas gracias.
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