Masters
Artículo publicado hoy en el Diario Ideal, edición de Jaén, página 29
Los discípulos de Jesús de Nazaret lo llamaron siempre en lengua hebrea: Rabbi, cuya traducción es: Maestro. Curiosamente el Señor nunca se autotituló como Maestro, y no reprimió la libertad de expresión de sus amigos a que lo llamaran Maestro. La Iglesia siempre ha calificado a Jesús como el Divino Maestro, ya que era el Hijo de Dios hecho hombre, nacido de las entrañas purísimas de la Virgen María por obra del Espíritu Santo, que predicó el evangelio y fue sentenciado a muerte, coronado de espinas, azotado y clavado en la Cruz donde murió, siendo colocado en un sepulcro nuevo del que resucitó al tercer día como lo había anunciado.
Durante estos días se habla mucho de “masters” verdaderos o falsos, comprados o amañados, y se exige que se pruebe la limpieza de la obtención de esos títulos académicos, dentro de la biografía de ciertos políticos o profesores universitarios.
El afán español por hurgar en la historia vital de otros viene muy de lejos. Nos remontamos al siglo XV cuando en España, expulsados los judíos y los musulmanes, quienes quedaron aceptando la fe católica, debían demostrar que eran “cristianos viejos” mediante el estatuto de limpieza de sangre a la hora de ingresar en las órdenes religiosas, en la milicia e incluso para emigrar hasta el recién descubierto continente americano. Aquellas averiguaciones daban lugar a situaciones de una picaresca típicamente española, que los novelistas del siglo de Oro dejaron plasmadas como excelentes periodistas y contadores de hechos que tenían lugar entre la Inquisición, los jueces, los secretarios, los codicilos, los legajos y demás personajes de aquellas historias que yacen en los archivos diocesanos y vaticanos.
A los políticos españoles les ha entrado, alentados por los sensacionalistas medios informativos, un afán de registradores y hurgadores en el currículo vitae de otros políticos, que la guerra no ha hecho nada más que empezar, durante la cual vemos cómo un día aparece tal diputado regional mintiendo ser el mejor profesor de matemáticas, otra jornada aparece una persona que se ha mercado un masters sobre la vida de los pelos de las moscas, resultando que no aparecen ni el título ni el trabajo elaborado para la obtención del mismo, cursado en tal universidad cuyo claustro para no verse manchado de fango retira profesores, se suman las dimisiones y las birretas caen por los suelos como cartuchos de pipas en los cines de verano de mi infancia.
Mientras, la España de los trabajos y los días, la de los padres y madres de familia, la de los enfermos y difuntos, se ríen del teatrillo suministrado a dosis de pala de horno por el televisor casero, siempre que tengan un canal muy conocido donde se cuecen al vapor a los políticos de una mano, porque los de la otra, son tan tontos que no tienen a ningún vocero adicto a que ponga al fuego a ninguno del bando contrario, porque embusteros, embaucadores y fabricantes de falsos masters viven y parasitan en todo el riquísimo arco parlamentario de regiones o de la nación española, que rota por el noreste, enladronada por el sur, enfangada en el centro, asustada por el norte, ha perdido, por ahora, el pulso solamente. Aún tiene un halo de vida. Los católicos vemos que el Divino Maestro continúa enseñando e invitando a la paz, la convivencia, la tolerancia y el respeto mutuo, sabiendo que un día le llevaron a una mujer cogida en flagrante adulterio, quien debía ser lapidada según la ley mosaica, y el Divino Maestro, agachado escribía en la arena del suelo, mientras dijo: “Quien esté libre de pecado que le tire la primera piedra”. Todos, lentamente, se marcharon. Jesús, Divino Maestro, perdonó a aquella mujer invitándola a cambiar su vida con un firme propósito de enmienda de nunca más pecar.
Tomás de la Torre Lendínez
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El mayo francés en el recuerdo
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Muchas gracias.