¿Qué fue de aquella sangre de Cristo?
¿Qué fue de aquella sangre de Cristo?
En su Pasión Cristo fue dejando regueros de sangre que muchos pisoteaban. Sangre en la flagelación que corrió por el enlosado del pretorio. Sangre que salpico las paredes del patio de la soldadesca cuando le pusieron la corona de espinas. Sangre que corrió por los surcos del adoquinado de la calle de la amargura. Sangre en abundancia que impregnó el madero al agujerear los clavos las dulces manos de Jesús. Sangre que chorreaban de los pies cosidos a la cruz con un clavo herrumbroso. El montículo del Calvario se fue tiñendo de rojo con la sangre limpia de Jesús. ¿Y qué fue de toda esa sangre? La piadosa tradición nos cuenta como María empapó un lienzo en los charcos rojos de la preciosa reliquia que iban quedando en el camino. Y la Verónica, en su gesto de amor, se quedó con el gran regalo del rostro ensangrentado del Señor. Y la Virgen María, sentada al pie de la cruz, besaba cada goterón de sangre que bajaba, como un hilillo divino, del cuerpo de su Hijo. Y en la Sabana Santa Jesús nos dedicó su imagen “pintada” con el rojo vivo que brotaba de su cuerpo roto y muerto por la brutal Pasión.
¿Quién hubiera podido estar junto a la Cruz y guardar en un pobre pañuelo alguna gota furtiva de esa divina sangre que manaba la fuente misericordiosa de un Cristo que muere por mí? Pero no hizo falta, la tenemos cada día en el Cáliz de la Misa. La misma sangre del mismo Cristo que el milagro eucarístico nos regala desde el altar. Sí, es la misma sangre, con los mismos fines redentores. La pude ver en Santaren (Portugal) guardada en una ampolla de vidrio. Jesús está vivo y sigue sangrando por amor a mí.
"¿Cuál es el significado de la sangre de Cristo?"
Hagamos un poco reflexión teológica de la mano de
www.gotquestions.org
La frase “la sangre de Cristo” es usada muchas veces en el Nuevo Testamento, y es la expresión de la muerte sacrificial y la obra completa de expiación de Jesús en nuestro favor. Las referencias a la sangre del Salvador incluyen la realidad de que Él literalmente se desangró en la cruz, pero más significativamente que derramó Su sangre y murió por los pecadores. La sangre de Cristo tiene el poder de expiar un número infinito de pecados cometidos por un infinito número de gente a través de los siglos, y todos aquellos que ponen su fe en esa sangre serán salvados.
La realidad de la sangre de Cristo como medio de expiación por el pecado, tiene su origen en la Ley Mosaica. Una vez al año, el sacerdote debía hacer una ofrenda de la sangre de animales sobre el altar del templo por los pecados del pueblo. “Y según la ley, casi todo es purificado con sangre, y sin derramamiento de sangre no hay perdón.” (Hebreos 9:22). Pero esta era una ofrenda de sangre que estaba limitada en su efectividad, por lo que tenía que ser ofrecida una y otra vez. Esta era una semblanza del sacrificio de Jesús ofrecido en la cruz “una vez y para siempre” (Hebreos 7:27). Una vez que fue hecho ese sacrificio, ya no hubo necesidad de la sangre de toros y machos cabríos.
La sangre de Cristo es la base del Nuevo Pacto. La noche anterior a Su crucifixión, Jesús ofreció la copa de vino a Sus discípulos diciendo, “Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre, que es derramada por vosotros.” (Lucas 22:20). El verter el vino en la copa, simbolizaba la sangre de Cristo que sería derramada por todos los que creerían en Él. Cuando Él derramó Su sangre en la cruz, Jesús eliminó el exigencia del Antiguo Pacto del continuo sacrificio de animales. Esa sangre no era suficiente para cubrir los pecados del pueblo, excepto de una manera temporal, porque el pecado contra un Dios santo e infinito, requiere un sacrificio santo e infinito. “Pero en esos sacrificios hay un recordatorio de pecados año tras año. Porque es imposible que la sangre de toros y de machos cabríos quite los pecados.” (Hebreos 10:3). Mientras que la sangre de toros y machos cabríos era un “recordatorio” del pecado, “la sangre preciosa de Cristo, un cordero sin mancha o defecto.” (1 Pedro 1:19), pagó totalmente la deuda del pecado que debíamos a Dios, y ya no necesitamos más sacrificio por el pecado. Jesús dijo, “¡Consumado es!” mientras Él moría, y con eso quiso decir que – la obra completa de redención fue hecha para siempre, “habiendo obtenido redención eterna” para nosotros (Hebreos 9:12).
La sangre de Cristo no solo redime a los creyentes del pecado y el castigo eterno, sino que “Su sangre purificará nuestra conciencia de obras muertas para servir al Dios vivo” (Hebreos 9:14). Esto significa que no solo somos ahora libres de ofrecer sacrificios, los cuales son “inútiles” para obtener la salvación, sino que somos libres de depender de las obras inútiles e improductivas de la carne para complacer a Dios. Porque la sangre de Cristo nos ha redimido, ahora somos nuevas criaturas en Cristo (2 Corintios 5:17), y por Su sangre somos liberados del pecado para servir al Dios vivo, para glorificarle, y para gozar de El por una eternidad.
Oración de la Sangre de Cristo
Señor Jesús, en tu nombre y con
el Poder de tu Sangre Preciosa
sellamos toda persona, hechos o
acontecimientos a través de los cuales
el enemigo nos quiera hacer daño.
Con el Poder de la Sangre de Jesús
sellamos toda potestad destructora en
el aire, en la tierra, en el agua, en el fuego,
debajo de la tierra, en las fuerzas satánicas
de la naturaleza, en los abismos del infierno,
y en el mundo en el cual nos movemos hoy.
Con el Poder de la Sangre de Jesús
rompemos toda interferencia y acción del maligno.
Te pedimos Jesús que envíes a nuestros hogares
y lugares de trabajo a la Santísima Virgen
acompañada de San Miguel, San Gabriel,
San Rafael y toda su corte de Santos Ángeles.
Con el Poder de la Sangre de Jesús
sellamos nuestra casa, todos los que la habitan
(nombrar a cada una de ellas),
las personas que el Señor enviará a ella,
así como los alimentos y los bienes que
Él generosamente nos envía
para nuestro sustento.
Con el Poder de la Sangre de Jesús
sellamos tierra, puertas, ventanas,
objetos, paredes, pisos y el aire que respiramos,
y en fe colocamos un círculo de Su Sangre
alrededor de toda nuestra familia.
Con el Poder de la Sangre de Jesús
sellamos los lugares en donde vamos
a estar este día, y las personas, empresas
o instituciones con quienes vamos a tratar
(nombrar a cada una de ellas).
Con el Poder de la Sangre de Jesús
sellamos nuestro trabajo material y espiritual,
los negocios de toda nuestra familia,
y los vehículos, las carreteras, los aires,
las vías y cualquier medio de transporte
que habremos de utilizar.
Con Tu Sangre preciosa sellamos los actos,
las mentes y los corazones de todos los habitantes
y dirigentes de nuestra Patria a fin de que
Tu Paz y Tu Corazón al fin reinen en ella.
Te agradecemos Señor por Tu Sangre y
por Tu Vida, ya que gracias a Ellas
hemos sido salvados y somos preservados
de todo lo malo.
Amén.
Juan García Inza
¡Feliz Semana Santa!